Texto y Fotos en Color : José Manuel Serrano Esparza
Tras una investigación de 13 años y dos meses realizada por José Manuel Serrano Esparza, que descubrió en agosto de 2010
la presencia de Gerda Taro y su ubicación en la finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) en una foto horizontal y otra vertical hechas por Robert Capa el 5 de septiembre de 1936 en las que aparecen muchos milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI así como abundantes combatientes civiles andaluces y algunos soldados republicanos con casco escuchando la arenga que les dirige antes del combate un jefe anarquista subido a un tonel, ha sido posible encontrar y ubicar con mucho esfuerzo durante todos estos años un total de 16 fotos hechas por Robert Capa junto al Cortijo de Villa Alicia el 5-9-1936 durante dicha arenga, con las que nace en Cerro Muriano el moderno fotoperiodismo de guerra ágil y dinámico, y que son con diferencia las más terribles y dramáticas realizadas por Robert Capa durante toda su carrera profesional como fotógrafo de guerra.
El autor de este modesto artículo desea expresar su agradecimiento por la gran ayuda prestada durante los últimos dos años, entre 2021 y 2023, a Juan José Obrero Castro ( industrial nacido en Cerro Muriano en 1960 y la persona del pueblo que más sabe sobre Robert Capa, Gerda Taro, Hans Namuth, Georg Reisner y Franz Borkenau el 5 de septiembre de 1936, que lleva desde finales de los años noventa investigando en profundidad las imágenes de todos ellos en Cerro Muriano y sus alrededores y que ha participado en películas, documentales, publicaciones y conferencias por toda España sobre sus fotografías), cuyas aportaciones con respecto al orden secuencial en el que Capa hizo las fotos de la Arenga en la Finca de Villa Alicia y algunos detalles trascendentales encontrados por él en varias de las fotos, han sido muy importantes, convirtiéndose así en un gran apoyo complementario a mi investigación, que gracias a él, ha aumentado en calidad, contenido y riqueza de detalles.
Del mismo modo, deseo expresar mi sincera gratitud a Patricio Hidalgo Luque (coronel del ejército y máximo especialista mundial en temas militares sobre la Guerra Civil en Córdoba), que asesoró con gran precisión sobre las unidades que componían las tres columnas franquistas atacantes durante la Batalla de Cerro Muriano, así como la trayectoria de las mismas, tema en el que había una cierta confusión al discrepar varias fuentes distintas, especialmente con respecto a la columna de la izquierda, entre ellas el Diario de Operaciones del general Varela (Ediciones Almena, 2010, compilado por Jesús Núñez Calvo) y La Campaña de Andalucía (Editorial San Martín, 1986, Servicio Histórico Militar, Monografías de la Guerra de España, escrito por el coronel Martínez Bande).
Las imágenes de esta arenga estaban muy desperdigadas en diferentes revistas y periódicos de 1936, libros muy antiguos de la más variada índole, copias vintage en papel fotográfico Ilford donadas por Cornell Capa y su esposa Edith Schwartz durante los años noventa, etc, por lo que su búsqueda ha sido una muy dura labor de investigación de casi catorce años.
Durante todos estos años, ha sido posible analizar una por una todas las imágenes y descubrir la pléyade de detalles enormemente dramáticos y significativos, captados desde distancias increíblemente próximas, por un genio de la fotografía de guerra llamado Robert Capa.
12:30 h del 5 de septiembre de 1936. Robert Capa y Gerda Taro están junto al Cortijo de Villa Alicia (Cerro Muriano), en el que acaba de iniciarse una arenga en la que tres jefes anarquistas distintos y un escritor y periodista de guerra comunista subidos a un tonel pronunciarán una muy enérgica alocución para dar ánimos antes del inminente combate a los abundantes milicianos de la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante), numerosos milicianos andaluces y algunos soldados republicanos que están en este lugar prestos para la batalla.
Punto exacto en el Callejón del Cortijo de Villa Alicia (Cerro Muriano) en el que Robert Capa hizo esta fotografía. Los establos con arcos y estructuras de madera para atar los caballos y burros con cuerdas fueron transformados muchos años después de la guerra en casas con puertas y ventanas convencionales. Puede apreciarse la elevación del Camino de Villa Alicia sobre el que estuvo aparcado el coche que aparece en la foto hecha hace 87 años y que hace que el vehículo esté visiblemente inclinado hacia arriba. La ubicación de esta fotografía en la Finca de Villa Alicia fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza en agosto de 2010, y diez años después, en 2020, Miguel Zamora García pudo encontrar el lugar exacto, muy cerca de una placa conmemorativa de las Bodas de Oro de Rafaela Lozano y Miguel Zamora, que compraron la Finca de Villa Alicia en 1921.
Reencuadre selectivo de la primera fotografía hecha por Robert Capa durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) el 5 de septiembre de 1936. Puede verse a la izquierda de la imagen la cabeza de Gerda Taro, que fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza en agosto de 2010.

Desde aproximadamente las 6:00 h de la madrugada (8:00 h de la mañana hoy en día), el general Varela ha organizado un ataque con tres columnas de tropas franquistas para intentar tomar por asalto las colinas Las Malagueñas y Torreárboles (cotas repletas de milicianos y soldados republicanos) que son fundamentales para la ulterior conquista de Cerro Muriano, pueblo situado 15 km al norte de Córdoba capital y que es un enclave estratégico de enorme importancia :
a) La columna del centro (al mando del comandante Antonio Álvarez Rementería, con trescientos falangistas y una sección de la Unidad Mixta de Ingenieros) ataca la colina Las Malagueñas a través de su vertiente sur.
b) La columna de la izquierda (al mando del comandante Sagrado, con dos compañías del Batallón » Gran Capitán «, reforzadas por una sección del III Tabor del Grupo de Regulares de Melilla nº 2 y 23 falangistas situados en la zona entre el Lagar de la Cruz y el Cerro de San Cristóbal, así como 120 requetés jerezanos y granadinos que taponan el acceso a Córdoba por el camino viejo de Obejo, hoy en día carretera de Los Villares, situados en el Cortijo de Los Ballesteros), al igual que la del centro, ataca la colina Las Malagueñas y tiene como misión fijar al enemigo en dicha cota mediante fuego de artillería con un cañón de 75 mm situado al sur del Cerro de San Cristóbal.
c) La columna de la derecha (al mando del coronel Sáenz de Buruaga, máximo especialista en operaciones envolventes del Ejército de África, integrada por el 3er Tabor menos una sección del Grupo de Regulares de Melilla nº 2 al mando del comandante López-Guerrero, el 2º Escuadrón del Grupo de Regulares de Ceuta nº 3 al mando del capitán Luis Sanjuán Muriel y el 3er Escuadrón del Grupo de Regulares de Alhucemas nº 5, ambos a pie y formando grupo a las órdenes del comandante Gerado Figuerola, el 2º Batallón del Regimiento de Infantería Cádiz nº 33 al mando del comandante Baturone, una compañía de la Guardia Civil al mando del capitán Antonio Reparaz y dos secciones de la Unidad Mixta de Ingenieros).
Esta fortísima columna de la derecha del ataque diseñado por el general Varela,

que incluye a varias de las mejores unidades de élite marroquís del Ejército de África, cuyos soldados y jefes tienen una enorme experiencia en combate en la Guerra del Rif, es con diferencia la más importante de las tres y la clave del éxito, ya que su misión es envolver la colina Las Malagueñas a través de su vertiente norte para intentar tomar por asalto su cima y capturar el puesto avanzado de mando republicano en la zona ( integrado por los comandantes Juan Bernal, Gerardo Armentia, José Balibrea y Aviraneta ), situado en un palacete sobre la cima de dicha colina denominado Mansión de Las Malagueñas,
desde cuyo balcón en la primera planta se divisa todo el paisaje circundante.
Este ataque está siendo además apoyado por la aviación franquista, que bombardea de modo intenso las colinas Las Malagueñas y Torreárboles con aparatos biplanos Breguet XIX y Nieuport 52.

Durante la » Arenga en la Finca de Villa Alicia «, Capa fotografía momentos de premuerte, unas imágenes terribles, desoladoras, de milicianos que están siendo informados por tres jefes de la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante) y uno comunista subidos a un tonel pocos minutos antes del combate, de que van a combatir muy pronto contra las feroces tropas marroquíes de tabor de regulares de Sáenz de Buruaga, que han venido para matarles, por lo que tendrán que luchar por sus vidas.
Una y otra vez, el fotoperiodista húngaro consigue pasar inadvertido y no ser detectado durante el acto fotográfico, a pesar de la enorme proximidad desde la que hace un muy elevado porcentaje de sus fotos, algunas de ellas prácticamente a bocajarro, moviéndose a gran velocidad y a la vez con gran sigilo entre los milicianos que escuchan la alocución, realizando un enorme esfuerzo constante por captar las imágenes desde todos los ángulos posibles.
Algunos de los milicianos anarquistas que escuchan la arenga en la Finca de Villa Alicia son jovencísimos, con edades entre los 14 y 16 años.
Son imágenes reveladoras de una pléyade de detalles dramáticos que realzan enormemente la tremenda intensidad emocional de los instantes vividos, así como expresiones faciales que hablan por sí mismas.
MOMENTOS DE PREMUERTE
He aquí las 16 impresionantes fotografías de la Arenga en la Finca de Villa Alicia captadas por Robert Capa con su Leica II (Model D) acoplada a un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 el 5 de septiembre de 1936 y analizadas en profundidad tras casi catorce años de estudio :
FOTO 1 :
Fotografía realizada por Robert Capa el 5 de septiembre de 1936 en el Callejón del Cortijo de Villa Alicia, que separa la zona del mismo en la que hay una placa conmemorativa de las bodas de oro de Rafaela Lozano y Miguel Zamora (que compraron la mencionada finca en 1921) del Camino de Villa Alicia y unas caballerizas con arcos que se aprecian al fondo de la imagen hecha por Capa, así como unas estructuras de madera para atar los caballos.
El coche que aparece en la mitad superior izquierda de la fotografía está situado sobre el Camino de Villa Alicia, también denominado Vereda de la Piedra Escrita.
Gerda Taro se halla a la izquierda del todo de la imagen, cuyo negativo original de 35 mm fue expuesto por Capa con su Leica II (Model D) y objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5.
La ubicación de esta foto en la Finca de Villa Alicia fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza en agosto de 2010.
Y diez años después, en 2020, Miguel Zamora fue capaz de localizar con gran precisión el mencionado callejón del Cortijo de Villa Alicia como punto exacto en el que Capa hizo esta foto, por lo que deseamos agradecer de corazón tanto a Andrés, Fuensanta y la familia Lozano Zamora la colaboración prestada, ya que fue en este Callejón de la Finca de Villa Alicia donde el 5 de septiembre de 1936 nació el moderno fotoperiodismo de guerra ágil y dinámico.
Ampliación de la mitad izquierda de la fotografía.
Gerda Taro, situada a la izquierda del todo de la imagen, está mirando hacia arriba al hombre que habla desde una posición algo elevada. Se halla muy seria y enormemente concentrada, prestando gran atención a la arenga que Felipe Colomé ( Subjefe de Milicias de Alcoy) está dirigiendo al grupo de milicianos que le rodea y escucha sus palabras.
El hombre con gorra militar y gafas que ocupa la zona inferior central del fotograma es el capitán Del Amo, uno de los jefes republicanos presentes en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936 durante el ataque de las tropas franquistas al mando del general Varela.
Está cabizbajo y su semblante refleja una gran preocupación, porque conoce bien la, efectividad en combate de las tropas del Ejército de África a las que van a tener que enfrentarse en breve.
Es verdaderamente impresionante la habilidad de Robert Capa para crear una y otra vez imágenes definitorias, tanto con encuadres horizontales como verticales, que plasman magistralmente la esencia de lo que está ocurriendo.
Son fotografías muy dramáticas, que además, están relacionadas entre sí, con una sólida estructura que apoya el relato visual y enmarcadas por una insólita espontaneidad.
Y se percibe también muy claramente en ellas el enorme esfuerzo que hace Capa para captar las fotos desde todos los ángulos posibles, tanto de grupo como de personas concretas, moviéndose con increíble rapidez y discreción entre los asistentes a la arenga y acercándose al máximo posible, consiguiendo pasar desapercibido.

La tensión es máxima, porque las feroces tropas marroquís están encontrando una gran resistencia en los aledaños de la colina de Las Malagueñas, han tenido que clavarse defensivamente en sus posiciones y no están pudiendo realizar la maniobra envolvente.
Por ello, todos los milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI de Alcoy, milicianos andaluces, milicianos comunistas y soldados republicanos que están escuchando la arenga saben que tendrán que acudir pronto desde la Finca de Villa Alicia hasta las inmediaciones de la colina Las Malagueñas para apoyar a sus compañeros que están frenando el avance de la columna franquista de la derecha, que es la más importante del ataque de las tropas franquistas.


El objetivo principal de estas muy aguerridas tropas marroquíes de tabor y escuadrones de Regulares es la colina Las Malagueñas (donde se halla el puesto de mando avanzado republicano en la zona, en un palacete ubicado en su cima denominado Casa de Las Malagueñas, en el que se encuentran los comandantes Juan Bernal, Gerardo Armentia, José Balibrea y Aviraneta), situada aproximadamente 1,5 km al sur del pueblo de Cerro Muriano y cuya vertiente norte intentarán envolver y tomar por asalto a partir de aproximadamente las 13:00 h.
Es decir, esta columna derecha del ataque franquista al mando del coronel Sáenz de Buruaga (que ha avanzado durante la madrugada desde Córdoba capital en dirección noreste hasta llegar a Alcolea y que desde aquí ha proseguido su marcha en dirección norte a través de la zona comprendida entre el Arroyo Guadalbarbo y el Arroyo Yegüeros, llegando hasta el Vértice Clavellina – 448 m- y ha seguido como eje de marcha el Camino de Los Pañeros hasta alcanzar las inmediaciones del Cerro de La Coja y las fundiciones y lavaderos de la Córdoba Copper Company) es la más importante para la ulterior conquista de Cerro Muriano, ya que su misión es llevar a cabo la maniobra envolvente por la vertiente norte de la cota de Las Malagueñas que complemente el ataque frontal que desde aproximadamente las 9:00 h de la mañana está llevando a cabo la columna central franquista compuesta por unos 300 hombres al mando del comandante Alvarez Rementería sobre la vertiente sur.
Para añadir todavía mayor dramatismo si cabe al momento en que Capa hace esta fotografía en cuyo borde central izquierdo aparece Gerda Taro, falta aproximadamente sólo una hora para que se produzca el violentísimo choque entre los milicianos anarquistas de la CNT y la FAI de Alcoy y tropas marroquíes de Tabor de Regulares de la columna de Sáenz de Buruaga, cuando estas últimas intenten incursionar sobre la Loma de Las Malagueñas a través de la barranca que separa el Cerro de la Coja del comienzo de la ascensión a dicha cota, momento en que los alcoyanos se lanzarán en tromba sobre ellos, abriendo fuego a discreción para tapar esa vía de penetración, consiguiendo frenar la acometida de las fuerzas marroquíes y obligándolas a permanecer varias horas estáticas en sus posiciones, sin que puedan envolver, lo cual ralentizará durante buena parte del día el avance de las otras dos columnas franquistas.
Por tanto, durante el 5 de Septiembre de 1936, el objetivo más importante del ataque franquista en la zona de Cerro Muriano, en especial para la columna de la derecha del coronel Sáenz de Buruaga, no es la conquista del pueblo de Cerro Muriano (que tendrá lugar al amanecer del día siguiente, 6 de Septiembre de 1936, con un devastador ataque a sangre y fuego de los tabors de Regulares de Sáenz de Buruaga a través del Camino de Los Pañeros en su zona de Piedra Horadada y las instalaciones de la Córdoba Copper Company), sino la toma por asalto de la cota Las Malagueñas, donde en realidad se halla el frente el 5 de Septiembre de 1936 y cuya conquista es imprescindible para poder atacar Cerro Muriano con muchas mayores garantías de éxito, sin tener a la espalda fuerzas republicanas que podrían atacar por retaguardia a las tropas franquistas si estas intentan capturar directamente el pueblo.
Obviamente, las tropas franquistas atacantes (en especial las mencionadas unidades de élite formadas por tabors y escuadrones de Regulares) podrían intentar capturar Cerro Muriano con relativa facilidad en primer lugar, ya que los mayores efectivos de tropas republicanas se hallan en Las Malagueñas y Torreárboles, pero su larga experiencia en combate en guerra colonial en Africa les hace concentrar su ataque sobre Las Malagueñas, que es el objetivo más importante.
Los mandos franquistas han estudiado concienzudamente los mapas cartográficos y han recibido informes de aviones de reconocimiento Breguet XIX que durante los días previos han despegado del aeródromo de la Electromecánica, situado 8 km al oeste de Córdoba capital (muy próximo a Medina Azahara), y cuyos pilotos han inspeccionado las posiciones republicanas en ambas colinas. Saben que para evitar el peligro de futuros ataques republicanos sobre Córdoba, tal y como había estado haciendo el General Miaja durante el mes de Agosto de 1936, la captura de Torreárboles y Las Malagueñas es tanto o más importante que la conquista del pueblo de Cerro Muriano.
La fuerza republicana que se aprecia en la fotografía hecha por Capa y en la que aparece Gerda Taro, es una heterogénea mezcolanza de milicianos anarquistas de la CNT y la FAI, milicianos andaluces con atuendo típico de la zona, un soldado regular leal a la República con el casco puesto, milicianos comunistas, algunos soldados republicanos, etc. Todos se hallan cerca de la falda de la vertiente norte de Torreárboles.
La inmensa mayoría de hombres son pues milicianos anarquistas procedentes de las más diversas profesiones de la sociedad civil, que van a enfrentarse muy pronto a la flor y nata del temido Ejército de Africa, tropas muy profesionales con dilatada experiencia en guerra colonial en Marruecos, que han venido para matarles.
La preocupación se refleja en el rostro de un elevado porcentaje de milicianos, que ya han sido informados de a quien van a enfrentarse en un combate en el que todos ellos también tendrán que matar si quieren sobrevivir.
Incluso, algunos de ellos están mirando inquietos a su alrededor, ojo avizor por si aparecen tropas franquistas. Estos hombres son en su inmensa mayoría civiles voluntarios dispuestos a enfrentarse a tropas profesionales con abundante experiencia en combate, y a dar la vida si es preciso en defensa de sus convicciones, lo cual impresiona profundamente a Gerda Taro.
Gerta Pohorylle contempla atónita la escena y entiende perfectamente todo lo que dicen los oradores subidos al tonel, ya que durante 1927 y 1928 había aprendido español en la Escuela Superior de Comercio de Stuttgart.
La fotoperiodista alemana de origen judío, que acompaña a Capa en todo momento, detecta sentimientos paralelos de miedo, valor, incertidumbre, coraje, rabia, odio, seres queridos in mente, etc, y se halla mirando al hombre que habla a los milicianos tratando de insuflarles ánimo antes del combate.
La situación llama muy poderosamente la atención de la fotoperiodista, que intuye también la proximidad de la muerte, todo ello enmarcado por el eco de los proyectiles, tiros de fusil, ametralladora, etc, disparados por ambos bandos en la colina Las Malagueñas (donde hay combate desde primera hora de la mañana), así como las bombas de la aviación franquista que están cayendo sobre dicha cota y también sobre la colina Torreárboles.
Gerda Taro percibe con claridad meridiana que va a ser un combate muy desproporcionado, ya que combatientes civiles procedentes de las profesiones más comunes van a tener que luchar contra tropas muy profesionales, con muy escasas posibilidades de supervivencia.
Por su parte, el capitán Del Amo está cabizbajo, pensativo, muy cerca del hombre que arenga a los milicianos. Sabe que tarde o temprano serán arrollados, porque las tropas del Ejército de Africa poseen larga experiencia en combate y los hombres a los que se dirige la alocución son civiles que luchan por sus ideas y poseen únicamente nociones elementales en el manejo de las armas de fuego. Y no se equivoca, aunque los milicianos aguantarán en sus posiciones imposibilitando la maniobra envolvente de las tropas franquistas hasta bien entrada la tarde.
Así pues, tanto esta fotografía como el resto realizadas en la zona de Cerro Muriano el día 5 de Septiembre de 1936 por Capa, demuestran sin ningún género de dudas que ambos arriesgaron sus vidas para poder realizarlas, llegando incluso a estar a pocos cientos de metros de los combates.

FOTO 2 :
Fotografía vertical hecha por Robert Capa poco después de la primera horizontal con la que se inicia la serie.
Ahora, Robert Capa ha elegido un encuadre vertical en el que a la derecha de la imagen aparece Felipe Colomer (Subjefe de Milicias de Alcoy) subido en el tonel y que sigue pronunciando su arenga motivacional a los muchos milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI, milicianos andaluces y algunos soldados republicanos con casco que escuchan sus palabras de ánimo antes del inminente combate.
Gerda Taro está a la izquierda de la imagen, sigue mirando atónita al orador y continúa entendiendo perfectamente lo que significa el que combatientes civiles sin apenas instrucción militar ni experiencia en el uso de las armas tengan que enfrentarse en poco rato a tropas marroquís muy profesionales del Ejército de África, curtidas en mil batallas, con gran pericia en el manejo de las armas,

una gran precisión con los disparos de sus fusiles y mosquetones Máuser calibre 7 x 57 mm en medias y largas distancias y muy despiadados en el combate cuerpo a cuerpo.
Por otra parte, prácticamente la totalidad de la imagen ofrece nitidez y permite discernir detalles, ya que Robert Capa hace la foto desde una posición elevada (a una altura similar a la del orador subido al tonel), probablemente a f/11, con lo que consigue una gran profundidad de campo, que permite incluso distinguir perfectamente el coche de prensa de Robert Capa y Gerda Taro aparcado sobre el Camino de Villa Alicia.
Al igual que en la primera foto horizontal, se aprecia una gran tensión y angustia en los rostros de todos los hombres que están escuchando la arenga,
e incluso cuatro de ellos no tienen su vista fija en el orador, sino que miran nerviosos alrededor, por si aparecen de repente soldados marroquís del Ejército de África.

Pero Robert Capa se ha dado cuenta también de que hay un jovencísimo miliciano de Alcoy (Alicante) de unos 15 años de edad que está apoyado en el tonel y es el que más padece un enorme stress y shock emocional.
Es un adolescente que se debate entre la angustia superlativa, el miedo a la muerte, la lucha interna para tratar de hacer acopio de coraje antes del combate en condiciones muy adversas, etc.
Capa, hombre de gran sensibilidad, talento, y con una inefable capacidad para percibir los instantes más significativos y plasmarlos en haluros de plata, decide abrirse paso entre los muchísimos combatientes civiles de Alcoy, andaluces y algunos soldados republicanos y fotografiarle desde una distancia tremendamente próxima.
FOTO 3 :
Fotografía que aparece en la zona central izquierda de la mencionada página 727 del Illustrated London News del 24 de Octubre de 1936,
en formato muy apaisado a partir de una imagen con aspect ratio 2:3, para satisfacer las necesidades de maquetación de dicho periódico inglés.
Vemos ahora con mucho más detalle el rostro de este jovencísimo miliciano de la CNT o la FAI de Alcoy (Alicante) de unos 15 años de edad, que está de pie, con su brazo izquierdo apoyado en el tonel sobre el que uno de los jefes anarquistas está hablando al numeroso grupo de combatientes civiles alrededor de él para darles ánimo antes del combate.
Capa capta magistralmente a este jovencísimo miliciano con un encuadre horizontal que realza como mira hacia arriba a la cara del jefe anarquista mientras habla y su expresión facial refleja angustia mientras escucha sus palabras, ya que el jefe anarquista les está informando de que van a tener que luchar en pocos minutos contra las tropas marroquís del ejército franquista, por lo que este miliciano, todavía un adolescente, suda con profusión, se ha abierto totalmente la camisa y aparece en imagen visiblemente nervioso, plenamente consciente de que tendrá que luchar por su vida frente a soldados profesionales, con escasas posibilidades de supervivencia.
Asimismo, Capa enfatiza compositivamente la potente diagonal ascendente formada por el rostro del miliciano mirando hacia arriba, a la cara del jefe anarquista subido en el tonel, del que se aprecia su bota izquierda, cuya punta está cerca de la barbilla del muy joven combatiente, generando un significativo triángulo que define informativamente la imagen, cuyo stress es realzado por un segundo miliciano que aparece tras el muy joven adolescente, a la izquierda de la imagen, ligeramente desenfocado, cabizbajo y que ha cerrado los ojos.Esta fotografía, hecha desde una distancia increíblemente cercana, de aproximadamente 1,5 m, es muy importante, porque Capa capta a este miliciano adolescente, que en ningún momento detecta la presencia del fotógrafo, antes de derrumbarse emocionalmente pocos segundos después, momento que también es captado por el fotoperiodista húngaro de origen judío en la segunda foto que hace de esta misma persona y que aparece en formato 10,7 cm de ancho x 13,2 cm de alto, en el libro The Spanish People´s Fight for Liberty de A. Ramos Oliveira.
FOTO 4:

Imagen espeluznante que aparece reproducida en formato 10,7 cm de ancho x 13,2 cm de alto, en el libro La Lucha del Pueblo Español por su Libertad de A. Ramos Oliveira, editado por la Embajada Española en Londres en 1937, sin que se indique ni su autoría ni el lugar donde fue hecha.
Se trata de un reencuadre realizado a partir de una copia en papel fotográfico de blanco y negro, positivada por Csiki Weisz en París y enviada por María Eisner al Departamento de Prensa de la Embajada Española en Londres. El libro fue impreso por Waterloo & Sons Ltd.
Capa capta una escena enormemente dramática: el mismo miliciano muy joven de unos 15 años de edad, que aparece en la foto anterior. Ataviado con gorro anarquista de la CNT o de la FAI, camisa oscura y cazadora clara, acaba de conocer la noticia que han estado esperando: las tropas marroquís del Ejército de África, procedentes de Córdoba capital, han venido para aniquilarles, y van a tener que hacerles frente muy pronto.
El miliciano joven acaba de derrumbarse y tiene la mirada perdida, quizá pensando para sus adentros que no volverá a ver a sus más allegados.
Se percibe claramente que estos instantes tienen una gran importancia para Capa, que concentrado al máximo y muy interesado en captar con su cámara lo que está ocurriendo, ha conseguido acercarse hasta prácticamente debajo mismo del orador (cuyo pie izquierdo y parte de su pantalón izquierdo vemos en la mitad derecha de la imagen, así como parte del tonel de notable tamaño sobre el que el jefe anarquista se ha aupado para dirigir su arenga a los milicianos).
Capa hace esta fotografía también prácticamente a bocajarro, desde aproximadamente 1,40 m (la distancia mínima de enfoque de su Leica II Model D es de 1 metro), sin que el adolescente perciba su presencia, y capta magistralmente la terrible atmósfera de los momentos previos a la muerte.
Aunque sigue escuchándole, el jovencísimo miliciano no mira ya al jefe que les dirige la arenga, sino que está apoyado con su mano izquierda en el tonel y tiene la mirada perdida, claramente absorto en sus pensamientos, probablemente relacionados con sus seres más queridos y los principales momentos de inflexión de su vida.
Lógicamente, tiene miedo y experimenta una enorme e inevitable angustia. Sabe que el combate frente a tropas profesionales está muy próximo y que tendrá que luchar por su vida en una contienda claramente desproporcionada, ya que tanto este miliciano como la inmensa mayoría del resto, apenas tienen instrucción militar y su pericia en el manejo de las armas es escasa, puesto que proceden de las profesiones más comunes del ámbito civil: campesinos, albañiles, electricistas, carpinteros, poceros, ebanistas, impresores, mecánicos, conductores, alfareros, zapateros, jornaleros, etc.
Pero pese a ello, al igual que los demás, ha decidido quedarse para luchar, algo que impresiona profundamente tanto a Capa como a Gerda Taro.
La imagen es terrible, muy representativa, y sigue los postulados fotoperiodísticos establecidos cuarenta años después por Cliff Edom, Profesor de Fotoperiodismo de la Universidad de Missouri, en su obra Photojournalism de 1976.
Capa capta una imagen devastadora, cuyo principal foco de atención es el rostro del miliciano, cabizbajo, consciente de su muy probable muerte, que está próxima.
El miliciano suda profusamente, además de por el calor (en esos momentos la temperatura es de unos 40º C), en gran medida producto del enorme stress, hasta el punto de que se ha desabrochado tres botones de la camisa.
A diferencia de otras imágenes realizadas previamente por Capa en Barcelona, en el frente de Aragón, en Madrid, etc, no queda aquí ni un resquicio para la típica euforia revolucionaria y frecuentes momentos de jolgorio captados en otras ocasiones, ya que en esta fotografía, el semblante del miliciano impregnado de desesperanza y el ambiente previos a la muerte son los elementos clave.
Al igual que el propio joven miliciano, Capa sabe que los combatientes civiles no tienen ninguna posibilidad frente a tropas no solamente profesionales, sino que además pertenecen al Ejército de África, que incluye las unidades de élite más experimentadas y mejor armadas del ejército español.
Así pues, la página 727 del número del 24 de octubre de 1936 del periódico inglés Illustrated London News en la que bajo el título SPANISH MANHOOD IN CIVIL WAR : TYPES OF GOVERNMENT SOLDIERS aparecen cinco fotografías más hechas por Robert Capa el 5 de septiembre de 1936 junto al Cortijo de Villa Alicia, 1,5 km al suroeste del pueblo de Cerro Muriano (Córdoba), aproximadamente entre las 12:00 y las 12:30 h del mediodía y su interés por estas extraordinarias imágenes hechas por Robert Capa, verifican el prestigio histórico del legendario periódico británico Illustrated London News, fundado el 14 de Mayo de 1842, que estuvo en circulación hasta 2003, y que a lo largo de su dilatada historia fue una de las publicaciones ilustradas más importantes del mundo, con enormes cifras de ventas y un notable elenco de colaboradores entre los que figuraban escritores y periodistas de auténtica talla internacional como Agatha Christie, Sir Arthur Conan Doyle, Rudyard Kipling, Robert L. Stevenson, Sir Charles Petrie, Thomas Hardy, Joseph Conrad, Arthur Bryant, Wilkie Collins, G.K.Chesterton, etc.
Además, The Illustrated London News (uno de los más señeros periódicos ilustrados del Reino Unido durante la Guerra Civil Española, junto con Picture Post, Sphere, etc) fue ya en 1887 pionero en la introducción del método medio tono de reproducción de fotografías directamente sobre papel, usando una trama de semitonos, un hito decisivo en la historia de los medios de comunicación impresos, que permitió una más fácil inserción de fotografías a partir de los negativos originales, y sobre todo una enorme mejora en la calidad de reproducción, lo cual tuvo como resultado la potenciación y difusión mundial de periódicos y revistas ilustradas de muy alto nivel cualitativo, con asombrosas cifras de ventas y una época dorada del Fotoperiodismo.
Los indicios apuntan con rotundidad a que tras la primera publicación en Vu 23 de Septiembre de 1936 (cuatro fotografías de refugiados) y Regards 24 de Septiembre de 1936 (una fotografía de tres soldados republicanos con sus cascos puestos en el camino de subida a la cima de la colina Las Malagueñas) de imágenes hechas por Capa en Cerro Muriano (Córdoba) el 5 de Septiembre de 1936, María Eisner (desde su oficina parisina de Alliance Photo) estableció contacto con The Illustrated London News, ofreciéndoles la posibilidad de publicar otras fotografías hechas por ambos fotoperiodistas también en la zona de Cerro Muriano durante ese mismo día 5 de Septiembre de 1936, para su publicación en el periódico británico, negociando el precio y hablando a continuación con Csiki Weisz (gran amigo y laboratorista de Capa y Gerda Taro en la capital francesa) para que éste enviara los negativos originales de las nuevas cinco fotografías a la oficina principal londinense del The Illustrated London News.
Capa había establecido contacto por primera vez con María Eisner en 1934, cuando Simon Guttmann (húngaro al igual que Capa y Director de la Agencia Dephot en Berlín para la cual Bob había trabajado como asistente de laboratorio fotográfico entre 1932 y el 27 de Febrero de 1933) se la presentó (Marie-Jeanne Eisner era por aquel entonces su representante francesa y agente fotográfica) durante una de sus visitas a París.
Por su parte, Gerda Taro llevaba trabajando para Alliance Photo como asistente de Maria Eisner desde Octubre de 1935, con un sueldo mensual de 1200 francos.
Capa comenzó a trabajar con asiduidad para Alliance Photo a partir de Marzo de 1936, realizando tres reportajes fotográficos a la semana y percibiendo un adelanto mensual de 1100 francos, 500 de ellos para material fotográfico y gastos.
De este modo, la legendaria editora de fotografías Maria Eisner Lehfeldt, que estableció la Agencia Alliance Photo a finales de 1934, convirtiéndose en agente de los fotógrafos René Zuber y Pierre Boucher, y que desde 1935 fue manager de la obra fotográfica de Pierre Verger, Denise Bellon, Feher, David Seynour » Chim» , Henri Cartier-Bresson y muchos más, fue junto con Csiki Weisz y Gerda Taro (que además de hacer algunas fotografías funcionaba como agente comercial de Capa, porque era mucho más organizada y tenía mayor visión comercial que él) una figura clave para la publicación de estas nuevas cinco fotografías en el The Illustrated London News del 24 de Octubre de 1936, sin olvidar que María Eisner desempeñaría un papel decisivo, once años más tarde, en la creación de la Agencia Magnum en 1947, consiguiendo reunir a Robert Capa, George Rodger, David Seymour » Chim», Henri Cartier-Bresson y William Vandivert.
FOTO 5 :
Esta imagen fue publicada – sin que se indicara ni el nombre del autor ni la ubicación exacta donde fue hecha – en la página 3 del número 15, volumen III, de la revista Weekly Illustrated, del sábado 10 de octubre de 1936, en tamaño 17,6 de ancho x 13,9 cm de alto, a partir de una copia de época realizada con el negativo original Eastman Kodak Panchromatic Nitrate de 35 mm (expuesto por Robert Capa con una cámara telemétrica Leica II con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5) y que fue enviada por María Eisner (directora de la agencia Alliance Photo, que distribuía las imágenes de Capa) a Stefan Lorant, editor del Weekly Illustrated, que reencuadró la imagen y por necesidades de maquetación la dejó con un aspect ratio 4:3, de tal manera que encajara en la zona inferior derecha de la mencionada página, junto con otras nueve fotografías más de distintos temas, que nada tenían que ver con la Guerra Civil Española, si bien Lorant decidió dar todo el protagonismo posible a la imagen de Capa, insertándola en mayor tamaño que el resto.
Pero la novedad importante de esta fotografía es que el hombre que está subido sobre un gran tonel de madera (del cual sólo se aprecia parte de él junto a su pie derecho, ya que aparece mayormente oculto por la zona superior del cuerpo de dos milicianos) es distinto al que dirige otra alocución a estos mismos combatientes civiles en una fotografía hecha por Capa en este mismo lugar, día y momento, ya conocida desde hace décadas y en la que José Manuel Serrano Esparza identificó en Agosto de 2010 a Gerda Taro en el borde izquierdo de la imagen.
Se trata de Enrique Vañó Nicomedes, secretario de la CNT de Alcoy (Alicante) y jefe, junto con el alférez Melquíades Valiente, del contingente de la columna alcoyana (compuesta por 534 militares del Regimiento de Infantería de Vizcaya nº 12, con guarnición en Alcoy, y 687 milicianos anarquistas de la CNT y la FAI), que tras salir de Alcoy el 7 de Agosto de 1936 y llegar a Pedro Abad (Córdoba) el 9 de agosto de 1936, se dirigió a Cerro Muriano, mientras que el otro contingente, al mando del teniente Roberto García, se dirigió a Espejo, llegando ambos contingentes a dichos pueblos el 10 de Agosto de 1936.

Enrique Vañó Nicomedes estuvo muy activo durante la jornada del 5 de septiembre de 1936, moviéndose entre la Finca de Villa Alicia y la colina Las Malagueñas, zona esta última en la que participó en los combates junto con Rafael Miralles de la FAI y Felipe Colomé (Subjefe de Milicias), permaneciendo con los altos mandos republicanos hasta aproximadamente las 21:30 h de la noche, momento en que el comandante Juan Bernal, al no ser ya posible seguir defendiendo la cota ante los feroces ataques de las tropas marroquíes de tabores de regulares y el peligro de que fueran envueltos, decidió abandonar la posición con su estado mayor ( comandantes Balibrea, Armentia y Aviraneta, así como el capitán La Romana y el teniente Roig ), el escritor Juan Cimorra, Robert Capa y Gerda Taro, huyendo por la noche hacia Cerro Muriano y de allí a El Vacar.
En la imagen vemos como Enrique Vañó Nicomedes, ataviado con mono claro de miliciano, habla al nutrido y heterogéneo grupo de militares anarquistas de la CNT y la FAI de Alcoy, así como a combatientes civiles andaluces, tratando de insuflarles todo el ánimo posible ante la inminente batalla.
Son aproximadamente las doce y media de la mañana del 5 de Septiembre de 1936 en la Finca de Villa Alicia, que está repleta de milicianos anarquistas de la CNT y la FAI (equipados con fusiles y mosquetones Mauser calibre 7 x 57 mm, capturados durante el asalto a cuarteles militares a mediados y finales de julio de 1936), así como de numerosos milicianos andaluces ataviados con gorras y boinas y armados sobre todo con escopetas de caza.
Se percibe claramente en el rostro de Enrique Vañó Nicomedes, que ha sido informado de la situación real por el capitán republicano Del Amo, la rabia y el gran esfuerzo que realiza para elevar la moral de los combatientes civiles que en un contexto por momentos macabramente surrealista van a enfrentarse en breve a unidades profesionales muy selectas del temido ejército de África.
La tensión y la angustia que se palpan en la imagen son enormes.
Enrique Vañó, al igual que el otro jefe miliciano anarquista que aparece en las dos fotografías previas, está informando a los milicianos de que tendrán que enfrentarse muy pronto a las tropas marroquís, que intentarán aniquilarles.
La atmósfera se hace irrespirable para los hombres que aparecen en la imagen y que están escuchando la alocución de Enrique Vañó .
La inmensa mayoría de los milicianos que escuchan a Enrique Vañó están muy preocupados.
Lógoicamente, temen por sus vidas, pero han decidido luchar.
La película de sus vidas está pasando rápidamente por sus cabezas en estos momentos. Piensan en sus seres queridos, el sudor mana a borbotones, y la tensión se incrementa hasta niveles exponenciales, al igual que el odio.
Robert Capa capta este momento con su habitual maestría. Está en el lugar apropiado en el momento adecuado y lo más cerca posible.
Son muchos los milicianos en cuyo semblante y actitud aparece claramente reflejada la incertidumbre y el nerviosismo en grado máximo.
Obsérvese al miliciano de la CNT visible en la mitad inferior de la imagen, del cual únicamente se aprecia la cabeza con el gorro anarquista parcialmente iluminado por la luz solar y la zona superior de la espalda. Sabe lo que se les viene encima, ha cerrado los ojos y también probablemente piensa en sus familiares más allegados, mientras justo a su derecha otro miliciano de Alcoy con gorro anarquista, muy nervioso, junta los dedos de ambas manos y frota sus uñas mientras mira a Capa.
Vemos también varios hombres que aparecen en algunas de las otras fotografías anteriormente mencionadas, hechas por Capa en este mismo día, lugar y momento.
En el vértice inferior izquierdo de la imagen aparece un combatiente civil andaluz vestido con boina clara y chaleco oscuro, que está mirando hacia arriba al orador. Lleva una manta sobre el hombro izquierdo y una escopeta de caza a su espalda, colgada de su correa y cuyos dos cañones son parcialmente visibles por detrás de su cabeza.
Justo por encima de él, vemos a un miliciano de la CNT o de la FAI con el típico gorro anarquista, que viste un mono oscuro así como un gran pañuelo blanco alrededor del cuello y está mirando hacia arriba al jefe miliciano mientras pronuncia su arenga.
Por otra parte, en esta fotografía en la que aparece Enrique Vañó pronunciando una arenga, en el borde derecho de la imagen, con un camión justo a su espalda, vemos a un miliciano de Alcoy con una manta clara sobre su hombro izquierdo. Se halla cabizbajo y pensativo – quizá ya ajeno a las palabras de aliento que están siendo pronunciadas por el jefe miliciano desde una posición elevada-, plenamente consciente de que van a enfrentarse muy pronto a las temidas tropas profesionales del Ejército de África.
Y en la zona superior izquierda del borde de la imagen, con la parte trasera de su cabeza casi tocando un árbol, otro miliciano está también cabizbajo y pensativo.
Simultáneamente, otro joven miliciano anarquista situado en el vértice inferior derecho del fotograma y en cuya gorra anarquista están bordadas las letras UHP (Unión de Hermanos Proletarios) se halla con el brazo apoyado en el tonel, también muy preocupado pensando para sus adentros, y no mira hacia arriba a Enrique Vañó, sino en dirección contraria, mientras un combatiente civil andaluz situado detrás de él (con camisa clara y boina oscura) tiene la cabeza baja y, fruto del nerviosismo, se rasca las uñas.
Dos milicianos muy jóvenes, que están de pie tras la pierna izquierda del jefe miliciano que pronuncia la arenga, están claramente afectados por el miedo. El más próximo a Enrique Vañó Nicomedes viste ropa clara y su gorro anarquista aparece justo por debajo de la mano izquierda del orador. Tiene la mirada perdida y la angustia reflejada en su rostro, mientras que el jovencísimo miliciano de unos 15 o 16 años que está detrás de él presenta muy elevados niveles de ansiedad e inevitable pánico en su semblante.
Por su parte, el combatiente civil andaluz con boina clara que está justo delante de la zona izquierda del gran pañuelo blanco del miliciano anarquista del borde izquierdo del fotograma, tampoco mira ya a Enrique Vañó, sino que se halla absorto en sí mismo, muy consciente del enorme peligro de muerte que se avecina.
FOTO 6 :
Esta imagen aparece reproducida en el libro La Lucha del Pueblo Español por su Libertad, de A. Ramos Oliveira (editado en 1937 por el servicio de publicaciones de la Embajada Española en Londres), con un aspect ratio aproximado 4:3 vertical en tamaño 10,6 cm de ancho x 13,3 cm de alto, sin que se indique el autor de la fotografía ni el lugar donde fue hecha.
Capa elige esta vez una composición con encuadre vertical, desde una posición elevada, disparando probablemente a f/11 y consiguiendo una gran profundidad de campo, con zona de plena nitidez que abarca desde el borde inferior de la imagen hasta la zona alta de la cabeza de Enrique Vañó Nicomedes que toca el borde superior de la fotografía, por lo que todas las personas que aparecen en ella son discernibles con claridad.
Por otra parte, el miliciano muy joven de unos 14 ó 15 años de edad, camisa de manga corta, gorro anarquista y manta sobre su hombro izquierdo que está apoyado sobre la zona delantera derecha del camión mirando al orador y escuchando la arenga,
se derrumba emocionalmente en esta otra foto hecha por Capa pocos segundos después, en la que aparece pensativo y cabizbajo.
También aparece en tamaño 18 x 23,6 cm una de las páginas del libro Death in the Making, publicado por la editorial Covici-Friede de Nueva York en 1938 :
Esta fotografía es la primera que hace Robert Capa a Enrique Vañó, Secretario de la CNT de Alcoy, durante su apasionada alocución intentando dar ánimos a los milicianos antes del combate, cuando falta alrededor de media hora para que se enfrenten a las tropas franquistas del Ejército de África, procedentes de Córdoba capital, que están a punto de atacarles.
Es verdaderamente impresionante el grado de personificación en Capa de lo que el historiador William Manchester denominó instinto esencial para la captación de grandes fotografías, algo que no se aprende, se nace con ello, y que radica sobre todo en la posesión de un talento intuitivo para saber con precisión cuando hay que apretar el disparador de la cámara, faceta en la que ha habido otros destacados históricos especialistas como Marc Riboud, Werner Bischof, etc.
En esta imagen, Capa ha captado a Enrique Vañó en plena arenga, con la boca abierta y con un fiero gesto en su expresión facial.
Son momentos de enorme intensidad emocional, en los que Capa fotografía con gran maestría y sensibilidad lo que es en realidad la guerra y el crisol de sentimientos paralelos que surcan la mente de los que participan en ella, así como las reacciones fisiológicas dimanantes de su proximidad: el odio y la tensión en su máxima expresión, el miedo a la muerte, el sudor que mana a borbotones, el pulso cardíaco que se acelera, los recuerdos de toda una vida que vienen a la cabeza como una película, el pensamiento en los seres queridos a los que probablemente no se volverá a ver, el desamparo en el que pueden quedar mujer e hijos, etc.
Es una visión desoladora, terrible, especialmente visible en los milicianos ubicados a la derecha de la fotografía:
– El miliciano situado justo debajo de la pierna izquierda de Enrique Vañó (que está subido sobre un gran tonel de madera) se seca la saliva que fluye a granel de sus labios como consecuencia del nerviosismo.
– El miliciano ubicado justo al lado, con camisa blanca y chaqueta oscura, tiene la cara ligeramente hacia arriba, pero no mira a Enrique Vañó, sino que se halla en actitud introspectiva y de gran preocupación, con la boca abierta y apoyado en el tonel con su codo y antebrazo derecho, mientras otro miliciano situado a su izquierda aparece con los brazos cruzados y tampoco mira al jefe anarquista, sino que tiene la mirada perdida, con sus ojos orientados ligeramente a la izquierda de Capa, la boca abierta y un gesto de notable ansiedad, mientras el combatiente civil ataviado con boina y camisa blanca justo tras él, tiene la cabeza baja y se frota las uñas a consecuencia del stress.
– Por su parte, el miliciano con indumentaria clara ubicado entre la pierna izquierda de Enrique Vañó y el miliciano con chaqueta oscura, se frota el rostro con su mano izquierda producto de la gran tensión, la preocupación y para quitarse el sudor.
– Justo tras él, vemos a un jovencísimo miliciano de unos 14 a 16 años de edad, con la cabeza debajo de la zona inferior izquierda de la ventana del pequeño camión que se aprecia al fondo. Este muchacho aparece con el rostro notablemente convulso y presa del nerviosismo, mientras el situado justo a su lado, con barba de varios días, mira con ansiedad al orador.
– Finalmente, otro miliciano muy joven, de unos 16 años de edad, apoya su espalda sobre la zona delantera derecha de la cabina del pequeño camión. Lleva ropa clara y una chaqueta colgada sobre su hombro izquierdo, mientras mira con preocupación al orador, escuchando atentamente sus palabras.
Este miliciano adolescente se derrumbará emocionalmente algunos instantes después, momento que será captado por Capa en la segunda fotografía que hace a Enrique Vañó durante su arenga y en la que se observa que este mismo joven miliciano ha bajado la cabeza y aparece visiblemente preocupado.
En otro orden de cosas, la fotografía incluye otros dos elementos altamente simbólicos:
a) El miliciano con indumentaria clara más próximo a Capa, que aparece en la mitad inferior izquierda de la imagen (con la parte superior del brazo derecho así como la zona derecha de la cara orientados hacia el fotógrafo) y sujeta con su mano izquierda un cigarrillo (quizá el último que pueda fumar).
Este miliciano con bigote y perilla se derrumbará pocos segundos más tarde y será captado por Capa en profunda introspección , probablemente pensando en su familia y con los ojos cerrados en la segunda fotografía que hace a Enrique Vañó, justo después de la anterior.
b) El brazo izquierdo (con su mano que se apoya en el tonel) que sale del lado inferior izquierdo de la fotografía y pertenece a un miliciano anarquista de la CNT que viste indumentaria oscura y al que se ve completo de cintura para arriba en la segunda foto que Capa hace a Enrique Vañó durante esta arenga.
La escena es ciertamente desgarradora y muestra un momento muy representativo.
Capa percibe claramente el contexto ciertamente insólito: voluntarios civiles que van a enfrentarse a las tropas franquistas profesionales del Ejército de África, con amplísima experiencia en combate de muchos años en guerra colonial en África y que, lógicamente, manejan mucho mejor las armas y poseen una moral de combate y capacidad de adaptación muy superior a las circunstancias de batalla.
A ello hay que sumar la presencia de los dos jovencísimos milicianos que aparecen junto al pequeño camión (el de la izquierda de unos 14 años de edad y el de la derecha de unos 16) y que aumenta enormemente el dramatismo de la escena.
Capa (que lleva una Leica II Model D con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5) y Gerda Taro (que también está presente durante la arenga) perciben la trascendencia fotoperiodística, histórica y social de lo que está ocurriendo e inevitablemente se hacen la pregunta:
¿Qué es lo que induce a personas de la sociedad civil a empuñar las armas y jugarse la vida frente a militares profesionales, con muy alta probabilidad de muerte en combate?
FOTO 7 :

Fotografía que aparece en la página 115 del libro Robert Capa, Cuadernos de Guerra En España (1936-1939), Edicions Alfons el Magnánim, Institució Valenciana D´Estudis i Investigació, Colección Imagen, 1987, con el pie de foto erróneo Madrid, 1936.
Capa se ha abierto paso entre los muchísimos milicianos presentes durante la Arenga junto al Cortijo de Villa Alicia y se acerca al máximo, con gran sigilo, a un muy joven miliciano comunista de unos 17 años de edad en cuyo gorro lleva bordadas la hoz y el martillo y a un miliciano campesino andaluz de unos 40 años de edad con boina a cuadros y una escopeta de caza colgada de su hombro izquierdo, que están mirando al orador subido al tonel y escuchando su intensa alocución.
Capa elige un encuadre vertical, se aproxima hasta alrededor de 1,5 m y capta a ambos milicianos con gran discreción, sin ser detectado.
El fotógrafo utiliza sabiamente la potente luz solar del mediodía que incide sobre la zona superior de la cabeza, la zona delantera del rostro y el área central de la manta del miliciano más joven, y sobre la boina a cuadros, el rostro y el hombro izquierdo del miliciano, aportando sensación de volumen a la imagen, que está ligeramente desenfocada, ya que es un tiro muy rápido e instintivo, realzando una composición marcada por la potentísima diagonal ascendente hacia la esquina superior derecha de la imagen que generan los rostros de ambos milicianos.
Por otra parte, Robert Capa, siempre atento a los más pequeños detalles que marcan la diferencia, percibe que como consecuencia de la tensión y el stress, el miliciano más veterano se ha desabrochado todos los botones de su chaqueta, fruto del calor, pero se ha dejado uno sin desabrochar, por lo que parte de dicha chaqueta oscura forma un triángulo que enmarca su camisa blanca.
FOTO 8 :
Fotografía que ocupa la zona alta superior izquierda de la página 727 del Illustrated London News del 24 de Octubre de 1936, y que aparece completa y sin editar en el libro The Spanish People´s Fight for Liberty de 1937
Foto realizada por Robert Capa con su Leica II (Model D) y objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5.
La imagen fue reencuadrada en dicho periódico inglés cortando parte de la zona superior e inferior del negativo original Eastman Kodak Panchromatic 24 x 36 mm y editando la fotografía en formato cuadrado, por necesidades de paginación.

El fotoperiodista húngaro de origen judío capta desde una posición distinta, ligeramente elevada, y a muy corta distancia, a un grupo de milicianos de procedencia muy ecléctica (tres voluntarios civiles del ámbito rural ataviados con boinas, dos milicianos andaluces que llevan típico sombrero de esta zona de España, un joven miliciano con camisa clara que lleva sobre su cabeza una gorra militar probablemente capturada durante la toma de algún cuartel afecto al bando franquista durante los dos meses anteriores, un miliciano anarquista de la CNT o de la FAI que vista mono oscuro y un gran pañuelo blanco alrededor del cuello y ocupa la mitad central superior del fotograma, apreciándose también su gorro entero de la CNT o de la FAI, del cual en la foto de la revista del The Illustrated London News del 24 de octubre de 1936 sólo se ve parte de su zona inferior, etc).
Dos de los milicianos se hallan en profunda introspección :
a) El joven miliciano con camisa clara y gorra de plato militar sobre la cabeza (ubicado justo a la derecha del miliciano con mono oscuro y gran pañuelo blanco alrededor del cuello) ha girado su cabeza y no mira al orador, sino que se halla en profunda introspección, probablemente pensando en sus seres queridos.
Está totalmente de frente con respecto a Robert Capa mientras éste le hace la foto, pero su grado de ensimismamiento y ansiedad es tal que no percibe en absoluto su presencia, por lo que el fotógrafo consigue preservar totalmente la discreción durante el acto fotográfico.
b) El miliciano andaluz ubicado más a la derecha de la imagen, que lleva una boina oscura sobre la cabeza, está visiblemente muy preocupado, pensando para sus adentros, con la mirada perdida, abundante stress en su rostro, padece un fuerte shock y se está fumando un cigarrillo que sostiene con los dedos índice y corazón de su mano izquierda y con el que intenta relajarse.
Todos los demás milicianos están mirando al jefe anarquista que desde una posición elevada, subido en un tonel (que no se aprecia en la imagen), les está dando ánimos con una arenga antes del combate que se avecina.
El miliciano con gorro anarquista y gran pañuelo blanco en torno al cuello anteriormente mencionado, ha sido otra de las claves importantes de la identificación y ubicación por José Manuel Serrano Esparza de estas cinco nuevas fotografías también realizadas por Robert Capa y Gerda Taro en la Finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) el 5 de Septiembre de 1936.
Es una gran foto que muestra la esencia de unos acontecimientos importantes que se están produciendo y que van a quedar en la memoria visual de millones de personas durante varias generaciones.
Pero la semántica de esta imagen no se circunscribe únicamente a la captación de un hecho que es actualidad en ese momento, sino a la angustia, incertidumbre y premuerte bélica, un concepto que ha proseguido indemne y han padecido durante las décadas posteriores a 1936 millones de seres humanos en innumerables guerras que han tenido lugar por todo el mundo.
La imagen posee abundante fuerza y está repleta de simbolismo, todo ello recalcado por el hecho de que Capa ha seleccionado para hacer la fotografía una zona en la que hay un elevado porcentaje de milicianos a la escucha de mayor edad (aproximadamente entre los treinta y los cincuenta años) y procedencia e indumentarias aún más heterogéneas (en torno a la mitad de los hombres que se aprecian en esta fotografía son campesinos y jornaleros andaluces) que los milicianos que aparecen en el resto de las fotos, pertenecientes sobre todo a la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante).
A destacar el hecho de que el miliciano con mono oscuro y gorro de la CNT de Alcoy y gran pañuelo blanco alrededor de su cuello que ocupa la mitad central superior de esta fotografía hecha por Robert Capa, así como el campesino andaluz con boina de cuadros que está junto a él ,
aparecen a la derecha del todo en la foto horizontal también perteneciente a la serie » Arenga en la Finca de Villa Alicia » en la que jmse descubrió en 2010 la cabeza de Gerda Taro a la izquierda del todo de la imagen (página 71 del libro Capa : Cara a Cara Fotografías de Robert Capa sobre la Guerra Civil Española de la Colección del Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Editorial Aperture y también en la página 85 del libro Robert Capa Obra Fotográfica de Editorial Phaidon, escrito por Richard Whelan).
Reencuadre selectivo de la foto anterior en el que puede apreciarse en el centro de la imagen al campesino andaluz con boina de cuadros y escopeta de cartuchos que aparece en la foto 6) y cerca de él, más a la derecha, al miliciano con mono oscuro y gorro de la CNT de Alcoy y gran pañuelo blanco alrededor de su cuello también visible en dicha foto vertical.
FOTO 9 :

Imagen impresionante y enormemente dramática, que aparece en el libro Death in the Making de 1938, en tamaño 7 x 9 cm.
Capa, que lleva rato observando con atención al miliciano andaluz de unos 40 años de edad, con bigote, ataviado con una boina a cuadros, que lleva una escopeta de caza al hombro y que aparece en la foto anterior, ha bajado de la posición elevada en la que se encontraba, se abre paso entre los muchísimos asistentes a la arenga y se aproxima al máximo a él, agachándose y fotografiándole desde una posición baja, a una distancia de aproximadamente 1,20 m, justo en el momento en que se derrumba anímicamente, obteniendo una imagen contrapicada en la que desde un punto de vista compositivo destaca la potente diagonal generada por la cabeza de este miliciano andaluz con gorra a cuadros en el instante en que cae hacia atrás.
Así pues, este hombre con boina a cuadros y escopeta de caza que lleva varios minutos escuchando la arenga de los dos jefes de la CNT de Alcoy subidos en un tonel junto al Cortijo de Villa Alicia (Cerro Muriano), es fotografiado por Capa justo en el momento en que sudoroso, se derrumba emocionalmente, cierra los ojos y su cabeza cae hacia atrás, fruto de la desazón y el stress.
Es un hombre más veterano que el resto de abundantes combatientes civiles, tanto de Alcoy (Alicante) como de Andalucía, presentes durante la arenga, por lo que su mayor edad y experiencia le hacen comprender claramente la magnitud del peligro, porque van a tener que luchar a muerte contra las feroces tropas marroquís de tabor de regulares, con una muy alta probabilidad de muerte.
FOTO 10 :
Fotografía hecha por Robert Capa en la Finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) el 5 de septiembre de 1936, que aparece en una de las páginas del libro Death in the Making de 1938 con mucha más calidad que en la página 727 de la revista inglesa
The Illustrated London News del 24 de octubre de 1936, y cuya ubicación fue descubierta por José Manuel Serrano Esparza en Abril de 2011.
En dicho periódico inglés la fotografía aparece en la zona inferior derecha junto con otras cuatro imágenes hechas también por Capa durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia el 5 de septiembre de 1936.
Pero el tamaño muy pequeño de reproducción de la fotografía en el diario británico hace que no puedan discernirse bien los detalles.
Imagen con mucha más calidad, reproducida en tamaño 9.6 x 7 cm en la zona superior derecha del libro Death in the Making de 1938. Foto : Robert Capa / ICP New York
Vemos a un miliciano anarquista con gorro de la CNT o de la FAI captado lateralmente desde una distancia de aproximadamente 1,20 m, con un encuadre cuyo límite superior coincide con la zona más elevada del gorro del miliciano, mientras que el inferior está delimitado por aproximadamente la zona justo por encima del codo del brazo izquierdo y el área alta estomacal, y lleva sobre el pecho varios pequeños objetos de color claro y forma rectangular, atados con cuerdas.
Este miliciano anarquista de Alcoy (Alicante) aparece también en la fotografía mencionada anteriormente (página 71 del libro Capa: Cara a Cara Fotografías de Robert Capa sobre la Guerra Civil Española de la Colección del Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Editorial Aperture, y en la página 85 del libro Robert Capa Obra Fotográfica de Editorial Phaidon escrito por Richard Whelan), en la zona central de su mitad derecha, en la que en 2010 descubrimos que todas las fotos de la Arenga habían sido hechas por Capa en la Finca de Villa Alicia, así como la cabeza de Gerda Taro a la izquierda :
Es el segundo hombre a la derecha del miliciano andaluz cuyo sombrero toca las letras blancas pintadas que se aprecian sobre la mitad superior de un coche mayormente tapado por los cuerpos de los muchos milicianos que están de pie escuchando la arenga del jefe miliciano anarquista que les está hablando desde una posición elevada, subido en un tonel.
Sin ningún género de dudas es la misma persona, idénticas facciones, idénticas patillas, el mismo corte de pelo, idéntico gorro de miliciano y exactamente el mismo pañuelo.

Esta fotografía revela una vez más las revolucionarias capacidades de las pequeñas cámaras telemétricas Leica de la época


acopladas a sus objetivos también de dimensiones muy reducidas para disparar a pulso sin trepidación, incluso a bajas velocidades de obturación, ya que Capa, a pesar de utilizar película Eastman Kodak Panchromatic Nitrate cinematográfica de sensibilidad Weston 32, equivalente a ISO 40, selecciona f/8 en su Leica II (Model D), aprovechando la muy buena luz existente, para conseguir la máxima nitidez posible en toda la imagen, obteniendo una gran profundidad de campo desde la zona inferior del fotograma hasta el vehículo aparcado que se aprecia en la mitad superior de la fotografía a la izquierda, mientras que las caballerizas con arcos y estructuras de madera delante de ellas para atar los caballos que se aprecian al fondo a la izquierda, aunque aparecen ya ligeramente desenfocadas, es posible discernir sus contornos gracias a la ran acutancia de la mencionada película de blanco y negro, que adolece de abundante grano visible, pero ofrece una gran sensación visual de nitidez, potenciada todavía más por el revelado realizado con Agfa Rodinal por Csiki Weisz en París, que ha permitido encontrar en la imagen a dos soldados republicanos con casco que escucharon también la arenga (uno con el brazo derecho en cabestrillo, situado en la mitad izquierda de la fotografía, y otro del que sólo se ve el casco, en el borde inferior de la misma, ligeramente a la derecha), además de nada menos que ocho milicianos que están mirando nerviosos en derredor por si aparecen de repente las temidas tropas marroquís del Ejército de África.
Capa ha captado magistralmente un instante de enorme dramatismo y tensión.
Reencuadre selectivo de la mitad central izquierda de la fotografía en el que se aprecia a cinco milicianos, visiblemente nerviosos, que no están mirando al orador, sino a su alrededor, buscando con la vista a soldados marroquís que puedan aparecer, porque saben que les atacarán muy pronto.
Reencuadre selectivo de la mitad central derecha de la fotografía en el que se aprecia a otros tres milicianos, también nerviosos, que no están mirando al orador, sino a su alrededor, buscando con la vista a las tropas marroquís que saben que están a punto de atacarles.
Robert Capa nunca se consideró en absoluto el mejor fotoperiodista de su época, ya que conocía bien el inmenso talento de grandes maestros como Henri Cartier-Bresson, David Seymour » Chim «, Georg Rodger y William Vandivert (con los que fundó la Agencia Magnum en 1947), Alfred Eisenstaedt (90 portadas en Life magazine), el genio Werner Bischof (con quien tuvo una gran amistad), Margaret Bourke-White, Ruth Orkin, Esther Bubbley, Peter Stackpole, Myron Davies, Eliot Elisofon, Georgn Silk, Eileen Darby, David Douglas Duncan, Bob Landry, Ralph Morse, Hansel Mieth, Eve Arnold y muchos otros.
Pero a mi modesto entender, los dos encuadres selectivos de la fotografía horizontal en la que Capa capta a Enrique Vañó Nicomedes subido en un tonel pronunciando su arenga, verifican todavía más si cabe el enorme talento de Robert Capa y su increíble sensibilidad y capacidad de observación de todos y cada uno de los detalles con respecto a lo que ocurre dentro de lo que inserta compositivamente dentro de la imagen.
Porque es alucinante que en un momento de tanta tensión, con gran cantidad de milicianos alrededor del jefe anarquista de la CNT que dirige la alocución, y con todos los presentes escuchando el estruendo de las explosiones de proyectiles de cañón, mortero, bombas de aviación, ráfagas de ametralladora y tiros de fusil que están teniendo lugar en las vertientes sur de Las Malagueñas y Torreárboles, Capa haya sido capaz de concentrarse al máximo y captar no sólo las expresiones faciales de un porcentaje muy alto de estos combatientes civiles voluntarios que van a tener que enfrentarse en aproximadamente media hora a tropas marroquís con gran experiencia en combate, sino que ha visto de modo simultáneo a los ocho milicianos muy nerviosos que no miran al orador y buscan con la vista a soldados marroquís de tabor de regulares que puedan aparecer de repente.
Ojos de Robert Capa. El fotoperiodista húngaro siempre destacó durante toda su trayectoria por su gran mirada fotográfica que le permitía analizar de modo rapidísimo todo lo que acontecía a su alrededor una fracción de segundo antes de apretar el botón disparador de su cámara, en sinergia con una innata intuición y un portentoso sentido de la anticipación.
Capa tenía además un gran control sobre el espacio en el que hacía las fotos, y daba una gran importancia a que transmitieran un fuerte contenido emocional, fusionando sus energías con las de las personas a las que captaba con su cámara desde muy cerca.
Y este tremendo nivel de proximidad en las fotografías hechas por Capa el 5 de septiembre de 1936 en la zona de Cerro Muriano, ofrece a cualquier observador de dichas imágenes la oportunidad de ser partícipes de la acción que se aprecia en ellas.
FOTO 11 :
Fotografía que aparece en el libro Death in the Making de 1938, en tamaño 7 x 9 cm.
Capa fotografía a un miliciano andaluz ataviado con sombrero de paja mientras escucha la Arenga en la Finca de Villa Alicia, aproximadamente a las 12:30 h del mediodía del 5 de septiembre de 1936.
El fotógrafo se acerca con enorme sigilo al miliciano andaluz, que lleva una manta sobre su hombro derecho y está fumando un cigarrillo intentando relajarse en medio de la muy especial atmósfera de tensión imperante en esos momentos, agachándose y captándole desde una distancia increíblemente cercana, de aproximadamente 1,20 m, sin ser detectado, con un ángulo ligeramente contrapicado, para enfatizar su expresión facial que revela stress y conmoción, mientras agarra nerviosamente con su mano derecha la zona delantera de su fusil Máuser, con el que se apoya en el suelo, e incluso tiene el dedo índice sobre el cañón del arma, fruto del nerviosismo.
Pese a la no muy buena calidad de reproducción de esta fotografía en el libro Death in the Making de 1938, la gran acutancia de la película de blanco y negro Eastman Kodak Panchromatic Nitrate con sensibilidad Weston 32 (equivalente a aproximadamente ISO 40) utilizada por Capa en simbiosis con el revelador Agfa Rodinal optimizado para conseguir la máxima percepción visual de nitidez y usado por Csiki Weisz en París, han conseguido preservar el suficiente nivel de detalle como para poder apreciar la expresión facial repleta de angustia de este combatiente civil mientras mira a uno de los oradores subido al tonel.
La fuerte luz solar que ilumina la zona izquierda de la cara de este miliciano andaluz, dejando en sombra el área derecha de la misma, acentúa junto con la gran zona low key del interior del sombrero el dramatismo de la imagen, en la que una vez más, Capa capta magistralmente un momento muy significativo.
FOTO 12 :
Fotografía que aparece en la mitad superior derecha de la página 727 del número del 24 de octubre de 1936
del periódico inglés Illustrated London News.
Imagen mucho más dramática de lo que pudiera parecer en un principio.
Robert Capa sigue moviéndose con gran rapidez y sigilo entre los muchos milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante), milicianos andaluces y algunos soldados republicanos con casco que están escuchando la arenga, cuando de repente ve a un joven miliciano de aproximadamente poco más de veinte años que comienza a quitarse una boina de plato militar (probablemente capturada en el asalto a algún cuartel en julio de 1936), se aproxima a él al máximo posible, se agacha muchísimo y le fotografía de abajo a arriba con su Leica.
Capa le capta justo en el instante en que en mitad de trayectoria descendente de la gorra de plato militar, el miliciano alcoyano, fruto de la enorme tensión mientras escucha las palabras de uno de los jefes anarquistas subidos al tonel, que intenta vigorizarles antes del combate, entra en profunda introspección y agarrotamiento, tiene la mirada perdida, la boca muy abierta como consecuencia del gran stress y ansiedad previas al inminente combate, y se ha quedado fijo, totalmente estático y en shock, agarrando la gorra de plato con los dedos índice y pulgar de su mano derecha, de tal manera que está casi vertical con respecto al suelo.
La fotografía está hecha probablemente a f/8, ya que Capa no enfoca utilizando el aro de enfoque del barrilete del objetivo, sino que enfoca por zonas, mediante simbiosis entre la escala de distancias y la escala de profundidad de campo, que en las distancias más cortas cuando capta a milicianos de modo individual, configura previamente con el punto de enfoque a 1,5 m metros y disfragma f/8, con lo que consigue zona de nitidez entre aproximadamente 1,35 m y 1,80 m, de tal manera que sólo tiene que mirar a través del visor y disparar su cámara.
Por otra parte, desde un punto de vista compositivo, la imagen está dominada por la ligera diagonal ascendente trazada por el cuerpo del miliciano desde la esquina inferior derecha de la imagen hasta el borde central superior de la misma, en simbiosis con la cartuchera de cuero para balas calibre 7 x 57 mm, la cantimplora, la gorra de plato militar y parte de la bayoneta visible a la derecha del todo de la fotografía, elementos todos ellos con los que Capa simboliza el contexto bélico en el que se desarrolla la escena.
Destaca también la bellísima estética de imagen de la fotografía que consigue la película de blanco y negro cinematográfica formato 24 x 36 mm Eastman Kodak Panchromatic Nitrate en simbiosis con el gran poder de resolución para la época del objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 y su contraste moderado, al ser un objetivo sin revestimiento alguno.
Y por si todo ello fuera poco, es muy relevante también la zona desenfocada más allá del miliciano, en la que el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 obtiene un bokeh inquieto en las hojas de árbol que enmarcan al miliciano, generado por la especial configuración de las diez palas del diafragma de dicha óptica standard, que Max Berek llevará al límite en 1939 con el Summitar 50 mm f/2 de 7 elementos en 4 grupos, también con diez palas de diafragma, y en el que conseguirá un todavía más especial y único bokeh inquieto y a la vez con estética de zonas desenfocadas basada en la pintura impresionista del siglo XIX y principios del XX.
FOTO 13 :
Fotografía que aparece en la zona inferior izquierda de la mencionada página 727 del periódico inglés Illustrated London News del 24 de octubre de 1936 y también en una de las páginas del libro Death in the Making de 1937 en tamaño 14,5 x 11, 5 cm y con mucha mayor calidad de imagen.
Capa se acerca con gran sigilo a dos milicianos anarquistas alcoyanos de la CNT y la FAI mientras escuchan la Arenga en la Finca de Villa Alicia.
La expresión facial de ambos, con la boca entreabierta, jadeantes y sudorosos, habla por sí misma.
El miliciano a la izquierda de la imagen apoya su espalda en el árbol tras él, con las manos en las caderas mientras mira al orador y escucha sus palabras.
Por su parte, el miliciano de la derecha, ataviado con un mono claro y con las mangas subidas, sujeta sobre su hombro izquierdo una manta que agarra con su mano izquierda, mientras apoya su brazo derecho en el árbol.
La cara de este miliciano revela claramente stress y desazón.
Todos estos milicianos saben lo que significa luchar a la bayoneta contra las temidas tropas marroquís del Ejército de África.
Capa, siempre atento a los pequeños detalles que marcan la diferencia, capta el instante en el que el miliciano de la derecha, fruto de la tensión, está agarrando muy fuertemente con su mano izquierda, de modo convulso, el cañón de su fusil Máuser, envolviéndolo con parte de la manta.
Ni que decir tiene que una vez más, Capa consigue pasar desapercibido, algo que tiene un gran mérito, ya que hace la foto de modo perpendicular a ambos milicianos, desde una distancia de aproximadamente 2 metros, y hace un uso magistral de su Leica II (Model D) y su objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, sacando un gran partido de las notables cualidades como tele corto inherentes a los objetivos standard a la hora de obtener retratos y fotografías de medio cuerpo sin distorsión desde distancias muy próximas.
La imagen destaca además por su encuadre muy cerrado, típico en su estilo muy instintivo de fotografiar, con una gran rapidez de movimientos y un encomiable dominio de las distancias de enfoque.
FOTO 14 :
Esta imagen aparece impresa en tamaño 17, 9 cm de ancho x 23, 8 cm de alto, con un aspect ratio aproximado 4:3 vertical en el libro The Spanish People´s Fight for Liberty de A. Ramos Oliveira, editado por la Embajada Española en Londres en 1937, sin que se indique ni su autoría ni el lugar donde fue hecha.
Capa capta desde una distancia muy próxima, de aproximadamente 1,20 m, a dos milicianos que escuchan las palabras de ánimo que un jefe anarquista subido en un tonel pronuncia a un contingente de combatientes voluntarios desde una posición elevada.
Todos están oyendo el intercambio de disparos de fusil, ametralladoras, mortero y artillería entre las fuerzas franquistas que atacan la colina Las Malagueñas y las abundantes tropas republicanas y milicianos que la defienden, así como las bombas de aviación que están cayendo sobre Las Malagueñas y Torreárboles.
Imagen dura. El miliciano más próximo a la cámara, captado de perfil, con camisa oscura y manta a cuadros sobre su hombro izquierdo, mira con atención al jefe anarquista que les está hablando, tratando de infundirles ánimo antes del combate que tendrá lugar muy pronto.
Acaban de ser informados de que van a tener que enfrentarse muy pronto a las durísimas tropas marroquís de tabor y escuadrones de regulares del coronel Sáenz de Buruaga.
Este miliciano muy joven, que lleva camisa oscura con un botón desabrochado a consecuencia del calor y la tensión, así como un gorro anarquista con borla, se da cuenta de que existe una probabilidad muy alta de que muera en las próximas horas, lo cual provoca una mezcla de sentimientos en su mente: el lógico miedo, la enorme angustia al pensar en los seres queridos, las experiencias vitales que afluyen a la mente como una película, el temor ante la posibilidad de combates a la bayoneta – nadie quiere luchar al arma blanca contra las experimentadas tropas franquistas del Ejército de África – , etc.
La tensión se hace insoportable y el afán de supervivencia sale también a flote, haciendo que el miliciano se aferre instintivamente con su mano derecha – de la cual se aprecian tres dedos- a la correa de cuero de transporte de su fusil (parte de cuyo cañón se observa justo detrás de su omóplato izquierdo).
Detrás de este joven miliciano, vemos a otro de mayor edad, con más experiencia, y rostro con facciones más endurecidas.
Este miliciano es todavía más consciente que el joven en primer plano del enorme peligro de muerte que se avecina y muestra también un semblante de profunda preocupación, pero con mayor introspección y una relativa calma dadas las circunstancias. Parece aceptar su destino con cierta resignación, pero sobre todo con convicción, y trata de superar el miedo, la angustia y la incertidumbre, fumando un cigarrillo que sujeta con su mano izquierda.
Capa está muy cerca de ellos cuando les fotografía inmersos en unos momentos muy difíciles, previos a un combate en el que estos combatientes civiles, pertenecientes a los más diversos ámbitos laborales comunes de la vida diaria civil, van a tener que enfrentarse a tropas profesionales del Ejército de África, con muchos años de experiencia en combate, gran pericia en el manejo de las armas de fuego y la bayoneta, y mandadas por jefes militares curtidos en muchas batallas en las Campañas del Rif y posteriores en Marruecos, desde principios de los años veinte.
El fotoperiodista húngaro de origen judío, que lleva ya varios minutos presente desde el inicio de la arenga (instantes en que se encontraba a varios metros del jefe anarquista que dirige su alocución a los milicianos), es consciente de la proximidad de la muerte y se halla muy impresionado al ver a civiles dispuestos a morir por sus ideas frente a tropas profesionales.
Capa se ha ido abriendo paso a través de los combatientes, haciendo fotos con su Leica II (Model D) y un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 a distintos milicianos hasta llegar a este punto, donde fotografía a los dos que se aprecian en esta imagen muy definitoria.
Espectacular el nivel de detalle (especialmente visible en la manta del miliciano más próximo a cámara) que logra el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 de 4 elementos en 3 grupos diseñado en 1926 por Professor Max Berek (el tercer mejor objetivo standard del mundo en esos momentos, sólo superado por el Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/1.5 y el Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/2 creados por Ludwig Bertele en 1932, pero con la ventaja de su tamaño diminuto y un peso de tan sólo 113 g) que se aprecia en esta fotografía, que fue reproducida a partir del negativo original 24 x 36 mm enviado por Jean Marie Eisner (directora de la Agencia Fotográfica Alliance Photo de París, que comercializaba las imágenes de Robert Capa y Gerda Taro) y que fue utilizado en fotomecánica por la imprenta Warterlow & Sons de Londres por encargo del Departamento de Prensa de la Embajada Española en la capital inglesa.
FOTO 15 :

Imagen desvelada por el ICP de Nueva York en Marzo de 2021 en su página web, y que aunque se sabía que había sido hecha en Córdoba, no se conocía su ubicación exacta.
Vemos a un tercer jefe anarquista de la CNT o la FAI de Alcoy subido en el tonel.
Este hombre no es ni Enrique Vañó Nicomedes (jefe de la CNT de Alcoy) ni Felipe Colomé (subjefe de milicias de dicha localidad alicantina) que son los jefes que aparecen sobre el tonel en las demás numerosas fotografías de la Arenga en la Finca de Villa Alicia conocidas hasta ahora.
Es otro orador, perteneciente a la FAI (Federación Anarquista Ibérica) que está arengando también al muy numeroso grupo de milicianos que escuchan sus palabras, tratando de insuflarles todo el ánimo posible antes del inminente combate contra las tropas franquistas del Ejército de África, que están a punto de atacarles.
Va ataviado con un mono de miliciano y gorro con borla, siendo también visible un estuche con prismáticos de campaña que descansa sobre su cadera izquierda, tras cruzar la zona superior de su pecho la correa de los binoculares que cuelga de su hombro izquierdo.
Capa percibe la enorme intensidad emocional de este jefe miliciano mientras intenta infundir valor a los muchos combatientes civiles alcoyanos y andaluces que le escuchan.

El fotoperiodista está muy cerca de él, a una distancia aproximada de dos metros, y rápidamente, decide hacer un encuadre vertical desde una posición elevada con su Leica II (Model D) telemétrica acoplada a un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, mientras el jefe anarquista alcoyano gesticula de modo vehemente con ambos brazos.
Es ahora cuando Capa presiona el botón liberador del obturador plano focal totalmente mecánico de recorrido horizontal de su cámara y capta al miliciano en un momento muy significativo, con una expresión facial que refleja claramente que está completamente concentrado en decir lo que le va viniendo a la cabeza para vigorizar a sus camaradas.
Pero el momento fotografiado, de por sí muy significativo y repleto de tensión, es muchísimo más dramático de lo que pudiera parecer en un principio, porque se aprecia en imagen a cuatro milicianos cuyo semblante y actitud definen muy claramente lo que está ocurriendo :
a) El miliciano alcoyano que aparece en la zona inferior de la imagen, a la izquierda del todo,
Reencuadre selectivo de la mitad inferior de la fotografía, en el que se aprecia al miliciano encendiendo un puro a la izquierda de la imagen, mientras a la derecha se distingue perfectamente la expresión facial de gran preocupación de otros tres milicianos que están también escuchando la arenga.

es captado magistralmente por Capa justo en el momento en que enciende un puro para intentar tranquilizarse.
Este miliciano alcoyano de complexión muy robusta aparece también en otras dos fotos de la Arenga en La Finca de Villa Alicia cuya ubicación en ella descubrimos hace años :
En esta otra imagen de la arenga, este muy robusto miliciano aparece justo debajo del pie derecho de Enrique Vañó Nicomedes (jefe de la CNT de Alcoy), con el puro ya encendido agarrado con su mano izquierda, mientras escucha muy preocupado las palabras del orador (subido en el tonel), pronunciadas con enorme furia, tal y como revela su expresión facial.
Se aprecia también a otros muchos milicianos cuyo rostro denota enorme incertidumbre, stress, nerviosismo a raudales, sudor a mares, miedo a no ver más a sus seres queridos, profunda angustia, etc, que alcanzan su clímax en el jovencísimo miliciano alcoyano de unos 14 años con indumentaria oscura más próximo al brazo izquierdo de Enrique Vañó Nicomedes y en el también jovencísimo miliciano alcoyano de unos 16 años de edad, con ropa clara y apoyado en la parte delantera del camión, que aparece en la zona superior derecha de la imagen.
En esta otra imagen, también captada por Capa durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia, este mismo robusto miliciano alcoyano aparece igualmente en la zona inferior del fotograma, debajo del pie derecho de Enrique Vañó Nicomedes.
Está con los ojos cerrados, muy pensativo, no mira al orador, pero escucha sus palabras, siente que quizá no volverá a ver a sus seres queridos y está bañado en sudor, presa del nerviosismo y la desazón.
En esta fotografía, probablemente hecha a f/8 (igual que la anterior), con gran profundidad de campo, se ve a casi la totalidad de milicianos de la instantánea anterior, todavía más inmersos en los minutos previos a una batalla en la que tendrán que enfrentarse a tropas muy fieras y experimentadas del Ejército de África : el Tabor de Regulares de Melilla nº 3 bajo las órdenes del comandante López Guerrero (perteneciente al Grupo de Regulares de Melilla nº 2 de Nador de la Circunscripción Oriental) y los Escuadrones de Regulares de Ceuta nº 3 y Alhucemas (bajo las órdenes del comandante Gerardo Figuerola), bajo el mando global del coronel Sáenz de Buruaga, máximo especialista en operaciones envolventes del Ejército de África.
Tanto los jefes anarquistas de la CNT y la FAI como el resto de milicianos alcoyanos y andaluces presentes durante la arenga,

han sido ya informados por el capitán Del Amo (profundo conocedor de las tácticas de combate de las tropas marroquís del ejército franquista), presente entre ellos, de que tendrán que luchar por sus vidas frente a los tabors y escuadrones de regulares marroquís del Ejército de África.

b) El hombre que aparece en la esquina inferior derecha de la imagen está con la mirada perdida, pensando para sus adentros y con la mano derecha apoyada sobre su cara, visiblemente preocupado, mientras otro miliciano con barba de varios días que aparece a su lado, con correa que le cruza el pecho y pañuelo alrededor de su cuello, se halla en estado de shock, también con la mirada perdida y una expresión facial que lo dice todo, mientras un cuarto miliciano, detrás de él, con manta a cuadros sobre su hombro izquierdo y gorro oscuro, ha bajado la cabeza y muestra gran desazón.
Es una imagen muy dramática, en la que Capa, siempre atento a los más mínimos detalles, ha visto el lazo negro que lleva este jefe miliciano subido en el tonel en señal de luto por algún compañero muerto durante los meses previos.
FOTO 16 :
Fotografía desvelada por el ICP de Nueva York en su página web en Marzo de 2021, y que aunque se sabía que había sido hecha en Córdoba, no se conocía su ubicación exacta.
Imagen enormemente convulsa, captada por Robert Capa el 5 de septiembre de 1936 durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia, junto al cortijo del mismo nombre.
Es ahora otro hombre el que se ha subido a un tonel.
Tal y como ha descubierto Patricio Hidalgo Luque, se trata de Jesús Izcaray, escritor y periodista de guerra comunista que escribió crónicas deportivas, sociales y políticas a principios de los años treinta en los diarios El Imparcial, El Heraldo de Madrid y La Luz, además de integrarse en la sección teatral de La Voz) y que desde el principio de la Guerra Civil Española fue a la vez un hombre muy aguerrido que ejerció una función paralela de civil combatiente, orador y cronista del conflicto desde sus inicios en Julio de 1936 como corresponsal de guerra del Diario Ahora y La Voz, yendo con frecuencia armado, hasta el punto de que tomó parte en el asalto al Cuartel de la Montaña el 20 de Julio de 1936, en la Batalla del Jarama entre el 6 y el 27 de Febrero de 1937, en la batalla de Guadalajara entre el 8 y el 23 de Marzo de 1937 integrado en un grupo trotskista, tras lo cual el Partido Comunista de España le nombrará redactor jefe de su periódico Mundo Obrero, e incluso luchó en primera línea de fuego en la Batalla de Brunete entre el 6 y el 25 de Julio de 1937.
Además, Jesús Izcaray estuvo haciendo crónicas de toda la ofensiva del general Miaja para intentar conquistar Córdoba capital (que estaba en manos franquistas desde el principio de la guerra) entre el 19 y el 22 de agosto de 1936, tras cuyo fracaso acompañó a una parte de dichas tropas republicanas en su repliegue hacia Cerro Muriano, 15 km al norte de Córdoba capital, y con las que permaneció hasta bien entrada la noche del 5 de Septiembre de 1936.
Dos años y seis meses después, en marzo de 1939, los caminos de Capa y Jesús Izcaray vuelven a cruzarse : Izcaray, que había huido de España pocas semanas antes del final de la guerra, fue recluido por los gendarmes franceses desde Febrero de 1939 en el campo de concentración de la playa de Argelès-sur-Mer, al sur de Francia, y es uno de los 75.000 españoles exiliados internos en dicha zona a los que Capa plasma en uno de sus reportajes más señeros.
Por si todo lo anterior fuera poco, Jesús Izcaray fue uno de los 1.600 exiliados españoles que viajaron desde Francia a bordo del barco de vapor Sinaia en condiciones de hacinamiento y que llegó a Veracruz (México) el 13 de Junio de 1939, travesía que fue documentada por el fotógrafo David Seymour » Chim » , gran amigo de Capa, para la revista norteamericana Life y el periódico inglés London Illustrated News, aunque Izcaray y Chim no se conocieron en ningún momento.
Séis años después, entre 1945 y 1948, Jesús Izcaray entró varias veces en España como enlace del Partido Comunista con las guerrillas del maquis de Levante, y vivió en Francia hasta 1976, año en que regresó a Madrid (España), donde murió en 1979.

Pero esta fotografía es muy especial por varios motivos :
– Capa se acerca muchísimo, hace un encuadre vertical contrapicado del jefe miliciano desde una distancia de aproximadamente 1,5 m y dispara su cámara Leica II (Model D) formato 24 x 36 mm con una velocidad de obturación baja ( la película de blanco y negro Kodak Nitrate Panchromatic que utiliza es de muy baja sensibilidad, Weston 32, equivalente a ISO 40), por lo que el brazo derecho del jefe miliciano es plasmado trémulo, confiriendo a la imagen, ligeramente desenfocada, un gran dinamismo.
Es un tiro muy rápido, instintivo, porque Capa percibe claramente un momento significativo a más no poder, en el que el jefe miliciano alcoyano subido en el tonel está agotado, al borde del colapso, sudando con profusión, algo especialmente visible en su rostro y axila derecha, tiene barba de varios días, los ojos a punto de cerrarse por la fatiga acumulada y la boca abierta a duras penas mientras habla a todos los presentes con voz muy alta.
Este hombre está claramente al borde de la extenuación y Capa, con su gran sensibilidad como fotógrafo y constante atención a los más pequeños detalles que marcan la diferencia, le capta justo en el instante en que fruto de estar exhausto, del sofocante calor de unos 40º C en esos momentos y de que sabe que tendrán que enfrentarse a las tropas marroquís en pocos minutos, le falta ya el resuello, tiene dificultades para poder seguir hablando y apenas puede respirar, pero se entrega al máximo en su alocución y hace un gran esfuerzo para poder seguir hablando, pese a que se halla muy fatigado.
– Un miliciano anarquista que está justo debajo de él y que lleva un brazalete con lo que parece ser el distintivo de Cruz Roja (quizá se trata de un médico) no le está atendiendo o curando herida alguna, sino que le está abrochando algo en la solapa izquierda de su camisa, mientras el jefe miliciano, ya casi sin energía, habla en voz alta y gesticula a los muchos camaradas que (fuera de imagen) le están escuchando.
Todos los milicianos anarquistas de la CNT y la FAI que aparecen tanto en estas dos fotografías como en el resto de imágenes que constituyen el extraordinario reportaje » Arenga en la Finca de Villa Alicia » realizado por Robert Capa el 5 de septiembre de 1936, aproximadamente a las 12:30 h del mediodía, pertenecen a la mitad de la columna alcoyana que el 9 de agosto de 1936 salió de Alcoy (Alicante) y llegó a Cerro Muriano el 11 de agosto de 1936, por lo que llevaban ya casi un mes en la zona cuando Capa les fotografió.
Por otra parte, hay otras dos fotografías que no pertenecen a la serie Arenga en la Finca de Villa Alicia, sino que fueron hechas poco después por Robert Capa, aproximadamente a las 13:00 h del 5 de septiembre de 1936, junto a la antigua casa inglesa (muy próxima a lo que es hoy en día el Restaurante Los Pinares) que formó parte desde finales del siglo XIX del Hospital Inglés de Cerro Muriano, construído por la Córdoba Copper Company al sur del pueblo y que fue popularmente conocido como el Barrio del Botiquín.
A)
Fotografía desvelada por el ICP de Nueva York en Marzo de 2021 y que aunque se sabía que había sido hecha en Córdoba, no se conocía su ubicación exacta.
Imagen en la que aparecen varios milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI con cuatro habitantes de Cerro Muriano (Córdoba) dentro del pueblo, junto a un camión, pocos minutos antes de iniciar la huida.
Una imagen cuyos reencuadres selectivos de la zona inferior y superior verifican sin duda que ésta es con diferencia una de las fotografías más dramáticas captadas por Capa durante toda su trayectoria como fotógrafo y en la que la espeluznante expresión facial de la mujer de Cerro Muriano a la que puede apreciarse en la parte baja de la fotografía, completamente aterrotizada por lo que está viendo que ocurre a unos 2 km de distancia, define en gran medida el momento.
Esta fotografía, de la que no se conocía hasta ahora su ubicación,

fue hecha por Robert Capa el 5 de Septiembre de 1936 junto a la zona derecha de la fachada de la antigua casa inglesa adyacente a la calle San Rafael del pueblo de Cerro Muriano, en su zona sur, justo antes de llegar al Bar Restaurante Los Pinares, y era una de las viviendas que formó parte del Hospital Inglés (conocido por los lugareños como el Barrio del Botiquín) durante la época de esplendor de la Córdoba Copper Company.
Capa capta la fotografía durante los momentos previos a la evacuación del pueblo que están a punto de hacer gran parte de los milicianos que se encuentran en él como defensa ante el ataque de tres columnas franquistas bajo el mando global del general Varela.
Pero la población civil también decide iniciar la huida, y algunos habitantes del pueblo van a subir a los camiones (cuya capacidad es limitada), mientras que la mayoría huirán a pie a través de la salida norte de Cerro Muriano, con dirección a la antigua Estación de Tren de Obejo y El Vacar, en durísima marcha de 12 km a pleno sol y una temperatura de 40º C.
Interior del pueblo de Cerro Muriano, junto a la mencionada casa inglesa del Barrio del Botiquín, que fue remodelada después de la Guerra Civil Española.
Son aproximadamente las 14:15 h de la tarde del 5 de Septiembre de 1936.
Milicianos armados de la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante) así como seis habitantes del pueblo (una mujer visible en la parte inferior de la imagen, un chico adolescente vestido con camisa blanca, pañuelo oscuro y fumando un cigarrillo, un niño pequeño con boina y un hombre joven con sombrero de paja típico andaluz, parcialmente tapado por el miliciano alcoyano con manta subido al camión, y dos habitantes más de Cerro Muriano, uno con sombrero en la esquina inferior izquierda de la imagen y otro con boina en la esquina inferior derecha de la misma) están a punto de huir de Cerro Muriano en el camión visible en la fotografía.
Todos ellos están recibiendo las últimas instrucciones de evacuación por parte de algún jefe republicano (fuera de imagen), pero aunque escuchan sus palabras, están mirando a la zona de combates que se están produciendo en la colina Las Malagueñas, viendo las columnas de humo que se elevan, mientras oyen el ruido de los disparos de fusil, ametralladora, mortero, granadas de mano, artillería, etc, que están intercambiando las tropas republicanas defensoras de dicha cota y dos de las tres columnas franquistas atacantes : la central (al mando del comandante Álvarez Rementería) que está atacando la cota Las Malagueñas a través de su vertiente sur y los tabors de regulares marroquís de Sáenz de Buruaga que han intentado tomar por asalto dicha colina a través de su vertiente norte a partir de aproximadamente las 13: h del mediodía de este 5 de septiembre de 1936, momento en que de modo inesperado los alcoyanos se han lanzado en tromba sobre ellos, frenando su avance y poniendo en peligro toda la operación de ataque del general Varela.
Todo el mundo quiere subir a los camiones cuanto antes, porque se teme un ataque en masa con envolvimiento del pueblo por parte de los feroces tabors de regulares marroquís del Ejército de África bajo el mando del coronel Sáenz de Buruaga, integrados dentro de la columna de la derecha franquista atacante,
que tiene por misión la captura de la colina Las Malagueñas (donde se encuentra el puesto avanzado de mando republicano en la zona, con los comandantes Juan Bernal, Gerardo Armentia, José Balibrea y Aviraneta),
Y ésto provoca el pánico tanto de la población civil como de los milicianos que están dentro del pueblo, iniciando todos la huida con gran rapidez, porque están seguros de que los soldados marroquís van a intentar tomar el pueblo por asalto en cualquier momento.
Esta fotografía es muy significativa y definitoria de lo que ocurrió realmente en el interior de Cerro Muriano el 5 de Septiembre de 1936, día en que no hubo lucha dentro del pueblo, sino que el frente de combates estuvo en Las Malagueñas, la Finca de Villa Alicia y Torreárboles.
Pero a partir de aproximadamente la una de la tarde, cuando las tropas marroquís intentaron tomar por asalto la colina Las Malagueñas y la mansión del mismo nombre donde estaban los altos mandos republicanos en la zona, y se produjo el violentísimo choque entre los tabors y esucadrones de regulares y los milicianos alcoyanos, la balasera (que se había iniciado aproximadamente a las diez de la mañana con el ataque a la vertiente sur de las Malagueñas por la columna franquista del centro apoyada por artillería y aviación y el ataque a la vertiente sur de Torreárboles conb bombas de aviación) alcanzó tales proporciones que tanto los milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI que estaban dentro de Cerro Muriano como la población civil empezaron a iniciar la huida de Cerro Muriano a toda prisa, ante el temor de un ataque de las tropas marroquís sobre el pueblo, en el que habían caido ya algunas bombas de aviación, ataque aéreo que se intensificaría a partir de aproximadamente las 14:30 h de la tarde, sin olvidar el estruendo de los obuses de disparos con piezas de artillería entre ambos bandos en las mencionadas colinas.
Así pues, todas las personas que aparecen en esta fotografía están viendo la batalla desde aproximadamente unos 2 km de distancia, están escuchando perfectamente los tiros con todo tipo de armas que están siendo disparados en la colina Las Malagueñas y en la colina Torreárboles entre ambos contendientes, y todo el mundo cree que las tropas marroquís atacarán el pueblo en cualquier momento.

Vemos a cinco milicianos, una mujer, un chico adolescente, un niño pequeño con boina y a un hombre joven ataviado con típico sombrero de paja andaluz.
Con su habitual maestría y sentido de la anticipación, sabiendo ver la foto, Capa nos muestra claramente su rapidísima concepción de la foto a partir del encuadre, que en esta imagen elige en formato vertical, con una composición que enfatiza especialmente al miliciano con manta sobre su hombro izquierdo y boina negra que domina la imagen, se ha subido ya en el camión para ver mejor los combates desde la distancia y también para segurarse un sitio cuanto antes.
Capa ha apretado el botón liberador de su Leica II (Model D) acoplada a un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 justo en el momento en que este miliciano tiene su pierna izquierda levantada, apoyada sobre el borde metálico superior de la zona trasera del camión y la mano derecha cruzada sobre su muslo izquierdo, lo cual confiere un gran dinamismo a la escena.
El fotógrafo se ha dado cuenta también de que una potente luz solar viene de la izquierda, incidiendo sobre la zona derecha y frontal de la cara de todas las personas que aparecen en imagen, dejando en sombra la zona izquierda de sus rostros, lo cual refuerza todavía más el dramatismo de la escena, destacando en este sentido la zona low key de la zona izquierda de la cara y cuello del miliciano subido en el camíon, así como el área justo debajo de su manta.
Reencuadre selectivo de la mitad inferior de la fotografía en el que se aprecia la espeluznante expresión facial de la mujer de Cerro Muriano que espera a ser evacuada en el camión mientras mira horrorizada en la distancia los combates que están teniendo lugar a unos 2 km de distancia en la zona de la colina de Las Malagueñas. Está viendo columnas de humo que se elevan de los puntos en los que explotan tanto proyectiles de artillería de ambos bandos como bombas de la aviación franquista que están lanzando aviones Breguet XIX y Neuport 52 sobre los defensores republicanos que están en esa zona. El estruendo del fragor de la batalla genera un enorme stress y angustia en todas las personas visibles en esta imagen junto al camión, que perciben con claridad que están muriendo muchos hombres y quieren huir ya lo antes posible de Cerro Muriano porque temen ser atacados en cualquier momento por las feroces tropas marroquís de tabor de regulares del Ejército de África.
Capa ha captado también magistralmente la resignación en el rostro del miliciano cuyos hombros y cabeza sobresalen de la zona inferior central de la fotografía, cuya desoladora mirada sintetiza también en gran medida lo que es la guerra.
Vemos además detrás de la mujer de Cerro Muriano a otro miliciano anarquista alcoyano que mira también la zona de combate en la distancia mientras la potente luz solar de Andalucía incide sobre la zona derecha y delantera de su cara. Y a su lado, otro miliciano alcoyano más mira también la lucha en la distancia y las columnas de humo de las explosiones, al tiempo que escucha igualmente el ruido de los proyectiles de artillería y disparos de fusil, ametralladora, mortero, bombas de aviación, etc.
La zona inferior de la imagen está dominada por dos terribles expresiones faciales : la del miliciano con gorro oscuro y borla, que ya ha visto las columnas de humo a lo lejos, lleva rato oyendo los disparos de la batalla, pero ya no mira hacia Las Malagueñas, sino que está visiblemente preocupado y pensando para sus adentros en sus camaradas milicianos que están luchando contra las tropas franquistas del Ejército de África, plenamente consciente de que tienen muy pocas posibilidades de supervivencia.
El semblante de este hombre es desolador y refleja las circunstancias límite en las que se ve inmerso un civil, abocado a jugarse la vida en un conflicto bélico, y los sentimientos que ello genera.
Pero el clímax dramático de esta fotografía no termina aquí, sino que alcanza cotas máximas con la expresión facial de la mujer habitante de Cerro Muriano cuya cabeza y hombro izquierdo asoman ligeramente detrás del rostro resignado del mencionado miliciano.

Reencuadre selectivo aún más próximo en el que se aprecia con mayor detalle la expresión facial de pánico de la mujer de Cerro Muriano mientras contempla la batalla que está teniendo lugar a unos 2 km de distancia del lugar junto al camión en el que se encuentra con varios milicianos así como un niño pequeño, un adolescente y un hombre joven con sombrero de paja típico andaluz que probablemente son familiares suyos.
A destacar también el semblante desolador del miliciano más próximo a la cámara, la mirada del miliciano que aparece a la izquierda de la imagen que refleja claramente mucho temor a lo que pueda estar sucediendo en esos momentos a sus compañeros que están luchando contra las tropas marroquís, y especialmente el gesto de horror del miliciano a la derecha de la imagen que se pone la mano en la zona derecha de la frente, plenamente consciente de que están muriendo muchos de sus camaradas.
Esta mujer de unos 50 años de edad está completamente aterrorizada, y al igual que todos los milicianos menos uno, está mirando desde la distancia la batalla que está teniendo lugar cerca del pueblo, a unos 2 km de distancia, las columnas de humo que surgen en las zonas de explosión de bombas de aviación y proyectiles de artillería y está escuchando también el ruido de los miles de disparos de fusil y ametralladora.
La expresión facial de esta mujer revela un miedo enorme, no sólo con respecto a su propia seguridad, sino muy especialmente pensando en sus hijos y nietos, que sabe que corren peligro.
Pero Robert Capa, con su gran sensibilidad e intuición, se ha dado cuenta desde hace rato de que hay un factor añadido que no le va a la zaga a la expresión facial absolutamente atemorizada de la mujer de Cerro Muriano que aparece en la zona inferior central de la imagen :
el reencuadre selectivo de la zona superior de la imagen revela que detrás de las personas que protagonizan la acción principal de la escena (tanto las que aparecen en primer plano como las que están ya subidas en el camión porque quieren escapar cuanto antes),
se aprecia una bella ventana con barrotes de hierro repujado ¡ tras la que un joven matrimonio de Cerro Muriano también aterrorizado (visibles en la fotografía justo debajo del fusil Mauser calibre 7 x 57 mm del miliciano subido al camión) apoyado en la parte baja de la ventana, están viendo lo que ocurre, sin atreverse a salir !, mientras un miliciano alcoyano que está de pie junto a ellos y tiene su pie derecho apoyado en la zona inferior de la ventana trata de convencerles de que dejen la casa e inicien la marcha hacia la Estación de Tren de Obejo y El Vacar, porque reina el miedo y desde hace rato hay ya muchas personas que quieren subir al camión para huir cuanto antes del pueblo (tanto milicianos como habitantes de Cerro Muriano).
La gran acutancia de película Kodak Nitrate Panchromatic de baja sensibilidad Weston 32,
equivalente a ISO 40 que alberga en su interior la Leica II (Model D) conectada a un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5
con la que Capa ha hecho la foto, permite discernir con claridad el delantal blanco de la mujer, ya que es la hora de la comida, lo cual concuerda plenamente con el relato de Franz Borkenau de que la evacuación en masa de Cerro Muriano se inició a la hora del almuerzo tras intensificarse el ataque de la aviación franquista a partir de aproximadamente las 14:00 h de la tarde de este 5 de septiembre de 1936, bombardeo que se prolongaría hasta alrededor de las 16:00 h.
Igualmente, pese a su grano muy visible, la gran nitidez en contornos potenciada gracias a las líneas de Mackie entre las zonas de alta y baja densidad creadas durante el revelado con Agfa Rodinal para realzar la acutancia lograda por esta emulsión química de blanco y negro con abundantes haluros de plata ha hecho posible que podamos discernir también la presencia de la cabeza del marido de esta mujer tras la ventana, así como de un miliciano que está junto a ellos y del que es visible una rodilla apoyada en los barrotes y una cartuchera con munición.
Así pues, ésta es una fotografía importantísima, hecha por Capa el 5 de Septiembre de 1936, aproximadamente a las 14:30 horas de la tarde, y que verifica totalmente el relato de Franz Borkenau, que en su libro El Reñidero Español relata como pudo ver en directo el éxodo de los habitantes de Cerro Muriano y de los milicianos alcoyanos que estaban dentro del pueblo, como consecuencia de la intensificación del bombardeo del mismo por parte de la aviación franquista y de los disparos hechos por varios artilleros marroquís en los aledaños de su zona sur.
Franz Borkenau describe también en su libro que se produjeron abundantes momentos de gran stress y nerviosismo, porque todo el mundo, tanto milicianos como población civil de Cerro Muriano quería subier a los camiones y no había sitio para todos, por lo que la mayoría de habitantes del pueblo tuvieron que huir a pie.
Todo ésto es también corroborado por las imágenes hechas por Hans Namuth y Georg Reisner en la salida norte de Cerro Muriano, donde se ve a varios camiones y pequeños autobuses parados subiendo a toda la gente que pueden y reflejando también algunos momentos de gran ansiedad, ya que estos vehículos (en los que van también milicianos alcoyanos de la CNT y la FAI que huyen del pueblo y están visiblemente nerviosos, se dirigen a la Antigua estación de Obejo y El Vacar) y todo el mundo teme que aprezcan en cualquier momento los soldados marroquís del Ejército de África.
B)
Imagen en la que Capa fotografía desde una posición algo elevada a un numeroso grupo de milicianos que están junto a la antigua casa inglesa de la FOTO A, cerca del comienzo de la calle San Rafael y del Restaurante Los Pinares, esperando a ser evacuados, mientras contemplan las columnas de humo generadas en la colina Las Malagueñas (aproximadamente 1 km al suroeste de este punto) por los disparos de artillería y bombas de aviación franquista y escuchan el estruendo de los proyectiles, los tiros de fusil y de ametralladora, etc.
Una vez más, la escena fotografiada por Capa es desoladora.
La mayoría de los milicianos a los que se aprecia en imagen pertenecen a la CNT y la FAI de Alcoy (Alicante), aunque también se ve al fondo de la misma, ligeramente desenfocado, a un miliciano andaluz con sombrero típico y a una mujer probablemente andaluza a la izquierda, que es la misma mujer cuyo rostro aterrorizado aparece en la foto anterior, esperando a ser evacuada en un camión y con varios milicianos a su lado.
La expresión facial de estos milicianos mientras escuchan la arenga refleja una enorme inquietud y preocupación : saben ya que van a tener que luchar por sus vidas ante las tropas marroquís de tabor de regulares, que desde un punto de vista militar son en esos momentos junto con La Legión la mejor infantería de choque del mundo, por lo que no tienen prácticamente ninguna posibilidad de supervivencia.
Pero Capa percibe también que a pesar de las circunstancias totalmente adversas, estos milicianos hacen acopio de todo el coraje que pueden y están dispuestos para el combate, algo que llama muy poderosamente su atención, al igual que ocurre con Gerda Taro (fuera de imagen), que está a pocos metros de él, mirando atónita lo que está ocurriendo mientras escucha también la arenga.
La imagen está semánticamente dominada por el miliciano de Alcoy con mono y gorro oscuro sin borla, cuyo rostro desencajado y profunda introspección repleta de angustia sintetizan fielmente el crisol de emociones y sentimientos que genera la guerra. La potente diagonal hacia la derecha que describe su rostro (según se aprecia en la fotografía) realza aún más el dramatismo de la escena.
Por su parte, el miliciano con mono y gorro claros que aparece detrás de él, con barba de varios días, ligeramente desenfocado, tiene la boca abierta, está convulso, sudoroso, apretando los dientes y también pensando para sus adentros que puede morir en la lucha, mientras el miliciano que está a su derecha mira nerviosamente alrededor por si aparecen de repente las tropas marroquís.
Asimismo, Capa, siempre atento a los más pequeños detalles que marcan la diferencia, dispara su cámara justo en el momento en el que el rostro de una mujer andaluza (situada a la izquierda de la imagen, delante del miliciano que fuma un cigarrillo intentando tranquilizarse) aparece parcialmente cubierto por el miliciano alcoyano de la CNT con gorro oscuro y borla situado delante de ella.
Esta imposibilidad de discernir los rasgos faciales de la mujer de unos 60 años de edad (que aparece también en la foto anterior) confiere una enorme simbología dramática a la imagen, ya que se halla cabizbaja y pensativa, plenamente consciente del enorme riesgo para sus vidas que se avecina para todos estos hombres.
A su vez, el semblante del mencionado miliciano alcoyano con gorro oscuro y borla a la izquierda de la fotografía refleja gran nerviosismo e incertidumbre.
Saben que las tropas de élite del Ejército de África están a tan sólo 1 km de distancia y que pueden atacarles en cualquier momento, algo que es plenamente corroborado por el miliciano a la derecha del todo de la imagen, captado por Capa de perfil, que no dirige su mirada al orador subido en el tonel (fuera de imagen), sino que, muy nervioso, mira fijamente en derredor, buscando con la vista a soldados marroquís que puedan aparecer súbitamente.
Por su parte, el joven miliciano con mono oscuro, gran manta blanca sobre su hombro izquierdo y una especie de boina oscura ancha sobre la cabeza, aparece también con la boca abierta, jadeante y refleja en su cara notable inquietud.
En la mitad inferior izquierda de la imagen, el miliciano de Alcoy que está justo delante del que lleva un gorro oscuro con borla, aparece con el ceño fruncido y un semblante que refleja honda preocupación, realzada por las miradas perdidas tanto del jovencísimo miliciano de aproximadamente 17 años de edad y gorro claro visible en la esquina inferior derecha de la fotografía como del que aparece en la esquina inferior izquierda de la misma, ataviado con un gorro claro con borla.

Desde un punto de vista compositivo, Capa sitúa el epicentro de interés de la imagen en el triángulo formado por cinco milicianos : el situado más a la izquierda de la imagen, el miliciano con gorro oscuro con borla que está justo detrás de él, el miliciano con gorro oscuro sin borla, el miliciano con boina oscura y manta de gran tamaño sobre su hombro izquierdo y el jovencísimo miliciano de unos 17 años de edad cuya cabeza ocupa la esquina inferior derecha de la fotografía.
Por otra parte, si ya de por sí las terribles imágenes captadas por Robert Capa durante la arenga junto al Cortijo de Villa Alicia son dramáticas a más no poder, el mejor reportaje de guerra realizado por él durante toda su carrera profesional entre 1932 y 1954 y con el que nace el moderno fotoperiodismo de guerra ágil y dinámico, hemos podido descubrir algo ciertamente tremendo y que verifica todavía más la inefable angustia e instantes de gran stress que tuvieron que vivir todos los milicianos de la CNT de Alcoy (Alicante), milicianos andaluces y algunos soldados republicanos :

uno de los milicianos andaluces presentes durante la arenga en la Finca de Villa Alicia entre aproximadamente las 12:00 y las 12: 30 h del mediodía del 5 de septiembre de 1936 y fotografiado por Capa, fue fotografiado también por Hans Namuth / Georg Reisner aproximadamente a las 16: 15 h de la tarde de dicho día, en el espacio de terreno entre lo que son hoy día el Bar Cinema y el Bar Bruno, con una locomotora y varios vagones de la vía férrea Córdoba-Almorchón visibles unos 80 metros al fondo, cerca de la Estación de Tren de Cerro Muriano, tras huir de la zona de combates alrededor de Las Malagueñas, como consecuencia de la intensidad de los mismos, y decidir huir hacia el norte mezclándose entre la población civil de Cerro Muriano que abandonaba el pueblo huyendo del bombardeo por la aviación franquista.
De todo ello se infiere que además de ser el creador del moderno fotoperiodismo de guerra ágil y dinámico en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936,
Miliciano zurdo andaluz fotografiado por Robert Capa en total shock y fumando un cigarrillo tras otro mientras escucha las explosiones de artillería y el impacto de las bombas de la aviación franquistas sobre la colina Las Malagueñas durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) entre aproximadamente las 12:00 y las 12:30 h del 5 de septiembre de 1936.
Robert Capa fue el padre de todos los grandes fotógrafos de guerra que vinieron después y que siguieron en gran medida su estela,
Soldado norteamericano del 5º Batallón de Marines de Estados Unidos en total shock durante la Batalla de Hue (Vietnam del Sur) en 1968 en plena Ofensiva del Tet, mientras escucha el estruendo de los obuses de la artillería del Vietcong que estallan cerca de él. Es una foto increíble, hecha con encuadre vertical y un tiro totalmente frontal, desde una distancia de aproximadamente 1,20 m, pese a lo cual el soldado, que está atenazado por el stress y con las dos manos agarrando el cañón de su fusil de asalto M16, no ve al fotógrafo en ningún momento. © Don McCullin intentando captar siempre a las personas fotografiadas estando en el lugar adecuado en el momento idóneo y aproximándose a ellas todo lo posible, conforme a su lema » Si tu foto no es buena, es que no te has acercado lo suficiente » : Don McCullin, Phillip Jones Griffiths, Nick Ut, Susan Meiselas, Abbas, Ian Berry, Larry Towell, Burt Glinn, James Natchwey, Catherine Leroy, Joao Silva, Kevin Carter, Lynsey Addario, Antonin Kratochvil, Dickey Chapelle, Emilio Morenatti, Manu Brabo, Carol Guzy, Carolyn Cole, Raymond Depardon, John Olson, Christine Spengler, Tom Stoddart, Adam Ferguson, Rémi Ochlik y muchos otros.
John G. Morris ( el más influyente editor de fotografía de todos los tiempos, Director de Fotografía de Life magazine en Londres durante la Segunda Guerra Mundial, primer editor de fotografía de la Agencia Magnum, Editor de Fotografía de la revista Ladies´ Home Journal (1946-1952), Director de Fotografíam de la Agencia Magnum (1953-1964), Jefe de Fotografía del Washington Post (1964-1967), Jefe de Fotografía del New York Times (1967-1975), Editor Fotográfico de la revista National Geographic (1983-1990) y que trabajó décadas con los más importantes fotógrafos del mundo durante el siglo XX como Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Alfred Eisenstaedt, Margaret Bourke-White, David Seymour Chim, Werner Bischof, Gjon Mili, George Rodger, Bob Landry, Ralph Morse, Carl Mydans, Elliot Elisofon, Hansel Mieth, Elliot Erwitt, Phillippe Halsman, Eugene Smith, Cornell Capa, Inge Morath, Dmitri Kessel, David Douglas Duncan, Fritz Goro, Myron Davies, George Silk, Peter Stackpole, John Florea, Hans Wild, Frank Scherschel, Dave Scherman, Ernst Haas, Lee Miller, Bill Vandivert, Ruth Orkin, Sol Libsohn, Esther Bubbley, Gordon Coster, Larry Burrows, Eve Arnold, Burt Glinn, Erich Hartmann, Dennis Stock, John Phillips, Erich Lessing, Marc Riboud, Kryn Taconis, Bill Snead, Ernies Sisto, Barton Silverman, Neal Boenzi, Edward Hausner, Jack Manning, Don Hogan Charles, Peter Magubane, Michel Laurent, David Turnley, Peter Turnley y otros) durante una comida con José Manuel Serrano Esparza en un restaurante de París en 2014.
En tres reuniones distintas que tuve con él en la capital francesa entre 2011 y 2015, John G. Morris, auténtica enciclopedia viviente del fotoperiodismo y toda una leyenda en la Historia de la Fotografía, se mostró entusiasmado al ver algunas de las fotos hechas por Capa durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia (Cerro Muriano) el 5 de septiembre de 1936, insistiendo en que lo más importante de estas imágenes no es la ubicación de las fotos, sino lo que se ve en ellas, los detalles a cual más dramáticos que Robert Capa fue capaz de plasmar con su cámara, el modo en que se acercaba al máximo a las personas fotografiadas, captándolas una y otra vez desde distancias increíblemente próximas, sin ser detectado, su impresionante velocidad de movimientos, sus característicos encuadres cerrados, su lucha constante por hacer las fotos desde todos los ángulos posibles, su sentido de anticipación que le permitió convertir en atemporales momentos decisivos en los que captó durante esta arenga las expresiones faciales de angustia superlativa, tensión a raudales y premuerte latente de los milicianos que aparecen en las fotografías, su empatía con los seres humanos que padecen la guerra, tanto combatientes como especialmente la población civil que la padece, etc.
John G. Morris sentado en un asiento de uno de los vagones del metro parisino, entre las estaciones de La Tour Maubourg y École Militaire de la Línea 8 Créteil Pointe du Lac— Balard, después de haber recorrido el tren trece estaciones desde Bastille con José Manuel Serrano Esparza. Casi una hora de reloj hablando sin parar de fotografía durante todo el camino, incluyendo una fase en la que me explicó como había visto en directo hacer fotos a Robert Capa en 1944 en Francia y la tremenda pasión que sentía Capa por la fotografía de guerra, así como su impresionante talento para hacer fotos extraordinarias desde distancias muy cortas, moviéndose a gran velocidad, sin ser detectado, y con una gran precisión en el timing al apretar el botón disparador de su cámara, captando momentos importantes.

Este hombre con una cultura visual tremenda ( Premio Joseph A. Sprague de la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa de Estados Unidos en 1971, Premio Literario ICP en 1999 por su libro Get the Picture : A Personal History of Photojournalism, Premio Erich Salomón de Fotoperiodismo en 2003, Premio Bayeux-Calvados de Corresponsales de Guerra en 2004, Caballero de la Legión de Honor Francesa en 2009 y Lifetime Achievement Award del ICP en 2010) que vió durante su vida muchos millones de fotografías y que como editor de fotografía de las revistas y periódicos más importantes del mundo eligió para su publicación un significativo porcentaje de las imágenes más icónicas que definieron el siglo XX desde principios de los años cuarenta hasta finales de los años noventa (aunque con su proverbial humildad siempre dijo que para él los mejores editores de fotografía de la historia habían sido Jimmy Fox de la Agencia Magnum y Edward K. Thompson de Life magazine) y que conocía muy bien la obra fotográfica de Robert Capa, me expresó su total convicción de que estas fotografías hechas por el fotoperiodista húngaro de origen judío durante la Arenga en la Finca de Villa Alicia ( de las que pudo ver sólo algunas, ya que falleció el 28 de julio de 2017 en París y muchas fotos nuevas de dicha arenga fueron descubiertas entre 2018 y 2022) fueron las imágenes en las que Capa se acercó más a las personas fotografiadas durante toda su carrera profesional como fotógrafo de guerra y sin duda las que significaron su bautismo de fuego.
Y el tiempo le ha dado la razón.

Al igual que a Julia Friedmann, Mother Goose, madre de Robert Capa, con quien el fotógrafo húngaro de origen judío mantuvo siempre un contacto permanente mediante cartas durante toda su vida.

Julia Friedmann, nacida Julianna Henrietta Berkovits en 1888 en Nagy Kapos (Rutenia), motor impulsor de la familia Friedmann en Budapest y quien sacó adelante a sus hijos Laszlo Friedmann, Endre Friedmann y Kornél Friedmann durante los años veinte a base de ímprobo esfuerzo y sacrificio de años (trabajando con frecuencia en agotadoras jornadas desde el amanecer hasta la medianoche en el salón de costura de la familia ubicado en el barrio Belvaros de la capital húngara, mientras su marido Dezsö Friedmann gastaba parte del patrimonio familar jugando a las cartas), siempre tuvo una gran confianza en su hijo, al igual que Gerda Taro, que fue clave en la evolución como fotógrafo de Capa entre 1934 y 1937, haciendo que se centrara más en su producción fotográfica y que vendiera más fotos, plenamente consciente de que era un genio de la fotografía en las distancias cortas.
Tumbas de Robert Capa y su madre Julia Friedmann en el Cementerio de Amawalk (Nueva York). © José Manuel Serrano Esparza
El cordón umbilical de Julia Friedmann con su hijo Robert Capa perduró hasta el 25 de mayo de 1954 cuando murió en Thai Binh (Vietnam) al pisar una mina mientras cubría la Guerra de Indochina.
Desde entonces hasta el 30 de diciembre de 1961, fecha de su fallecimiento en Nueva York, Julia Friedmann fue una mujer rota en vida tras la muerte de su hijo, pero siempre, hasta su último aliento, muy orgullosa de él y de las muchas imágenes que creó que son y seguirán siendo Patrimonio de la Humanidad.
Y a buen seguro estaría también muy orgullosa de estas impresionantes fotografías hechas por su hijo durante esta más que dramática arenga junto al Cortijo de Villa Alicia (Cerro Muriano) el 5 de septiembre de 1936 con la que nació el moderno fotoperiodismo de guerra ágil y dinámico.
Comentarios recientes
Mario Arias
Hola Ruben En el foro tienes este hilo que creo ...
Mario Arias
Esta camara de Fuji X100V van entrando unidades t...
Mario Arias
Hola Ana En el foro tienes este hilo que creo va ...
Mario Arias
Hola Javier Este modelo de Fuji X100V , una vez ...
rubentapi
Buenas tardes. Quiero comprarme una cámara en su...