Entrevista y Fotos Indicadas : José Manuel Serrano Esparza
Juan Manuel Castro Prieto, Premio Nacional de Fotografía 2015, Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid 2003, Premio Bartolomé Ros 2002, Premio César Vallejo 2001, Miembro de la Agencia Vu, fotógrafo hecho a sí mismo, con una mirada única e innovadora y un gran reconocimiento tanto nacional como internacional labrado a pulso, con su obra revalorizándose cada vez más, presente en gran número de colecciones privadas e internacionales por todo el mundo, y una trayectoria de 45 años creando imágenes que inició en 1977, concedió amablemente la siguiente entrevista en su oficina próxima a la Gran Vía de Madrid.
– Cuando eras niño, la puerta de la habitación en la que dormías tenía un pequeño agujero a través del cual se proyectaban las escenas de la calle sobre un panel de madera, especialmente a la hora de la siesta ¿Qué fue exactamente lo que sentías en esos momentos y cómo marcó el inicio de tu deseo por ser fotógrafo ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Bueno, a mí eso me parecía magia. Ver ahí de repente personas moviéndose, cabeza abajo, e incluso veía las letras del almacén de construcción que había enfrente.
En ese momento era un niño, pero no tengo claro porqué soy fotógrafo, porque no tenía ningún antecedente familiar que se hubiera dedicado a ello.
Yo simplemente sabía que cuando fuera mayor iba a ser fotógrafo, aunque no era consciente de porqué. Lo achaco a la cámara oscura que se formaba en la habitación.
Es una forma de ser, un carácter, en el sentido de que siempre quería guardar los momentos que vivía en Cespedosa, el pueblo de mis padres, que eran instantes para mí muy intensos comparado con lo que vivía en Madrid.
Iba allí de vacaciones, era cuando yo hacía cosas, y en la mente de un niño yo quería guardar esos recuerdos.
– Llevas nada menos que 45 años desarrollando tu proyecto fotográfico » Cespedosa «, del cual tuvo lugar entre el 16 de Septiembre de 2016 y el 13 de Noviembre de dicho año una histórica e inolvidable exposición con 200 fotografías de épocas distintas, unas en blanco y negro y otras en color, hechas con cámaras diferentes, en la Sala Tabacalera de Madrid, comisariada por Chema Conesa, y que ante la masiva afluencia de público tuvo que ser prorrogada hasta el 15-01-2017 ¿ Ha sido Cespedosa para Juan Manuel Castro Prieto algo parecido a la Estación de Perpignan para Salvador Dalí ? ¿ Está tu epicentro vital y de pulsión creativa en ese pequeño pueblo de Salamanca?
Juan Manuel Castro Prieto :
Sí, absolutamente, porque » Cespedosa » explica toda mi obra fotográfica y es el lugar donde siempre he explorado mi memoria a través de la construcción de imágenes.
Empecé a hacer fotografía allí, es el pueblo que vió nacer a mis padres, y siempre intenté captar lo que fue mi infancia, mis seres queridos, los lugares por los que caminaba, los paisajes, etc.
Durante toda mi vida como fotógrafo, he vuelto allí constantemente. Es el lugar de referencia de mi entorno vital, mi memoria, mis recuerdos, mis sueños, es para mí lo que César Vallejo denominó » el territorio «, por lo que nunca he dejado de buscar su esencia.
De hecho, dentro de pocos días tengo que ir de nuevo para ver a mis familiares y para continuar mi proyecto fotográfico » Gabinete de Curiosidades » .
Aunque mis padres ya fallecieron, Cespedosa es el nexo que me une con esa tierra, quiero seguir viajando allí y haciendo fotos en ese lugar.
Siento que si en algún momento dejara de hacerlo, perdería una parte sustancial de mi identidad y recuerdos.
Además, Cespedosa es mi campo de experimentación, pero sobre todo sigue siendo el sitio al que tengo que volver y el lugar donde terminaré, y mientras pueda, seguiré haciendo fotografías allí.
Me gusta volver a los sitios donde he estado, porque siempre tengo la sensación algo obsesiva de que hay algo que me ha faltado por contar.
Y sí, la exposición » Cespedosa » en 2016 en la Sala Tabacalera de Madrid fue fantástica, con la ventaja añadida de que es un espacio extraordinario con tremendas posibilidades. Fue una experiencia muy bonita porque significó la materialización de un trabajo de 40 años y darle una visibilidad global.
Además, la Subdirección de Promoción de Bellas Artes hizo un trabajo espléndido, y Chema Conesa como comisario entendió perfectamente donde era el encaje de las fotografías en ese espacio.
– ¿ Qué significó para tí la primera fotografía que hiciste a tu abuelo Pablo en Agosto de 1977 con una cámara Yashica Electro 35 GSN de tu hermana y un carrete de película Kodachrome 64, imagen que aparece en una de las páginas del libro de Cespedosa?
Juan Manuel Castro Prieto :
Era una cámara pequeña y compacta, con una gran mecánica y un objetivo fijo muy bueno.
Es curioso, porque esa fotografía tiene claves que después aparecen en todos mis trabajos, sobre todo en los proyectos fotográficos que hice durante los años ochenta y noventa.
Hay elementos que se repiten. En esa imagen hay un halo negro que hace que la luz se concentre en la persona. La luz es natural, es una ventana y hacía como un nimbo que rodeaba la figura de mi abuelo.
Pero eso yo luego lo repito constantemente en mis retratos, sobre todo en una determinada época, reproduzco de alguna manera esa primera foto.
Es decir, cierro la escena.
En esa foto del primer carrete que expuse en 1977, fue algo natural, y después yo creé un halo similar en cuarto oscuro en fotos posteriores.
Hice esa imagen para salvar la memoria de mi abuelo, para tener un recuerdo de él.
Ese es el motivo por el que yo hago fotografía.
– Siempre has expresado tu convicción de que una de las cualidades fundamentales que tiene la fotografía es su capacidad para preservar la memoria, especialmente la visual. ¿Por qué ha sido diacrónicamente tan importante ese concepto en tu obra fotográfica ?
Yo entré en fotografía para guardar mis recuerdos, porque la fotografía tiene un enorme potencial para preservar la memoria.
Es decir, una fotografía tiene tal capacidad de síntesis que una sola imagen puede contener más información que un vídeo de cinco o diez minutos.
Una fotografía es capaz de sintetizarlo todo de una manera muy rápida y espontánea.
Entonces, las imágenes tienen todas esas características de memoria, de retrato a los familiares y de plasmación de los espacios de la infancia.
No me basta con tener un recuerdo mental, necesito tener una materialización visual y física, porque la memoria es una parte importantísima de mi trabajo.
Siempre he pensado que todas las personas nacen con un talento para algo, mientras que para otras cosas no tienen ese don.
Es decir, el que sabe hacer fotografía sabe hacerla casi desde el principio, igual que ocurre con el que sabe dibujar, etc.
Y con el tiempo vas perfeccionando la técnica, la composición, etc, pero los elementos fundamentales de un autor están desde que empieza.
– ¿ Entronca esa fotografía que le hiciste a tu abuelo en 1977 con el concepto de André Kertész de que ver no es suficiente y que tienes que sentir lo que estás fotografiando y hacer las imágenes con el corazón ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Totalmente, porque en mis imágenes pongo todo el corazón, y el libro » Cespedosa » está hecho con mucho sentimiento, tanto cuando fotografío personas como lugares.
Es una especie de viaje al pasado, un homenaje a mis seres queridos, muchos de los cuales ya fallecieron, y que anhelo tenga un eco en cada observador de las imágenes, desde su propia vivencia, que estas fotografías lleguen a su corazón, que funcionen a modo de resorte oculto, y cada uno tiene que rellenarlo con su propia experiencia, que provoque sentimientos y emociones, más allá de su belleza.
No son seres humanos o sitios cualesquiera. Son mi familia, mis amigos, los recuerdos de mi niñez y juventud, los sitios en los que estuve durante mi infancia, etc.
Ese es mi mundo, en el que se mezcla mi propia vida con las imágenes,
y además de esas personas y lugares que fotografío dentro del ámbito de la memoria,
hay también en el libro otro tipo de imágenes que son de ensoñaciones,
de fantasía,
de mis fantasmas personales, etc, y más vinculadas a la imaginación, no es puramente memoria.
No concibo la fotografía que no esté hecha con el corazón. Puede ser más analítica, puede ser más reflexiva, pero tiene que estar hecha desde el corazón, que brote de tí.
El acto fotográfico va mucho más allá de crear imágenes bellas o impactantes.
La fotografía tiene que partir del sentimiento.
Para ser fotógrafo hay que vivir la vida a través de la cámara.
– Entre 1987 y 1992 desarrollas tu proyecto fotográfico » Los Días Noche «, rebosante de irrealidades, luces quiméricas, paisajes con mucha vegetación, rocas grandes, árboles, tramos de carreteras, pequeñas lagunas con figura humana observándola, etc. Son imágenes con formato cuadrado y en las que resulta difícil saber si es de día o de noche. ¿ Cuál fue tu intención con esta enigmática serie de fotografías ? ¿ Cómo nació en tu mente este proyecto ?
Juan Manuel Castro Prieto :
» Los Días Noches » es otra historia. Mi trabajo siempre oscila entre la memoria y la imaginación, entre la memoria y la fantasía.
Entonces, hay proyectos fotográficos más relacionados con la memoria y otros más vinculados a la imaginación, el irte de este mundo para buscar otras cosas intangibles.
Son dos mundos diferentes. Esta dualidad es una constante. Ocurre en » Cespedosa »
y también aparece en los paisajes de » Los Días Noche » , porque mi obra siempre se desarrolla entre esos dos parámetros.
La fotografía tiene la capacidad de plasmar la memoria, lo que te rodea, la realidad, pero por otra parte,
también tiene el potencial de acometer lo intangible, es decir, lo que no se ve.
¿ Y cómo se capta lo intangible ? A través de la metáfora visual, a través del sentimiento, etc, hay muchas maneras.
También aquí interviene el espectador, que al ver la fotografía, esa imagen tiene que provocar algo en él.
Es decir, yo doy claves, pero luego cada observador interpreta la fotografía a su manera y saca sus propias conclusiones.
Hay un porcentaje significativo de mis imágenes en las que no está claro lo que está ocurriendo en ellas, por lo que cada persona interpreta lo que cada fotografía puede significar.
– Uno de tus proyectos fotográficos con mayor grado de introspección fue » Extraños «, que realizaste durante veinte años, entre 1983 y 2003. ¿ Qué crees que ha supuesto esta obra en tu trayectoria como fotógrafo ?
Juan Manuel Castro Prieto :
» Extraños » es una obra muy intimista, en la que en realidad estoy hablando de mí mismo, de mis miedos, obsesiones e inquietudes.
Y aunque fotografío cosas externas, lo que estoy fotografiando es a mí mismo, por lo que la lectura de todas y cada una de las fotos de » Extraños » sólo se puede entender si se hace desde un punto de vista metafórico, porque no se ve claramente qué es lo que está pasando.
Es decir, no es lo que aparenta a primera vista, sino que hay que buscarle un segundo o tercer significado, conforme a las propias experiencias y vivencias de cada uno.
Además, con frecuencia puede cambiar el sentido de lo que se está viendo, dependiendo del estado anímico y del momento, por lo que pueden experimentarse sensaciones distintas.
Por otra parte, los cuatro grandes temas que hay en » Extraños » son :
– La infancia como generadora de la personalidad del ser humano. Siempre que aparecen niños, en realidad estoy hablando de mí mismo.
– El espacio propio, el espacio personal, lo que te rodea, tu familia, tu vida.
– El Sexo
– La Religión
Y la lectura de las imágenes tiene que variar de una persona a otra. Dependiendo del espectador tendrá un sentido u otro, porque es un proyecto que deja puertas abiertas para que cada persona se descubra en ellas.
– Tu obra fotográfica se ha caracterizado siempre en gran medida por ser profundamente enigmática, con lo que tus imágenes se prestan a que cada persona las entienda de una manera distinta. ¿ Cuál es la razón de ésto ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Es algo intencional, eso es precisamente lo que quería con muchas de mis obras, que puedan tener muchas interpretaciones, que no sean unívocas, que tengan varias capas de lectura.
Por ejemplo, si tú ves esta fotografía del libro » Cespedosa «, hay elementos que no se entienden muy bien. Por un lado está el elemento religioso, simbolizado por este estandarte, por otro lado está la imagen de Jano, la doble cara, es decir, dentro de nosotros puede haber más de una persona, dentro de una fotografía puede haber más de una cara, puede haber distintas facetas, y luego hay un elemento de unas cartas ahí, y todo ello en un contexto de abandono y de decadencia.
– En tus fotografías hay abundantes elementos compositivos pero también una pléyade de elementos semánticos intangibles, cada uno con su propio significado y que puede ser percibido de maneras distintas. ¿ No es muy agotador diseñar este corpus de imágenes con una esencia tan sui generis ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Para mí no, porque constantemente voy buscando el enigma dentro de la realidad. Siempre he intentado con mis fotografías que la gente se haga una serie de interrogantes, que la imagen no lo cuente todo y que no sea el mismo relato para todas las personas, sino que tenga una mayor profundidad, para que admita segundos visionados, terceros visionados, etc, es decir, que no se agote su contenido tras la primera observación.
– Otro rasgo inherente a tus imágenes ha sido de modo frecuente el que generan inquietud. ¿ Es éste también otro de los objetivos que siempre has buscado con tu producción fotográfica ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Sí, especialmente las de mi etapa más reciente como fotógrafo, pero también porque me las provoca a mí, ya que en muchas de esas imágenes por así decirlo me abro en canal y muestro mis propias inquietudes, miedos, etc.
Siempre se ha dicho que la fotografía documental capta la realidad, pero en mi opinión eso no es cierto, porque la realidad es mucho más compleja. El fotógrafo no se puede conformar con plasmar lo que está viendo, tiene que hacer que la gente analice, que piense, que reflexione, que vaya más allá de la simple percepción inmediata de la realidad.
– » Equilibrio Inestable » es un proyecto fotográfico inacabado. ¿ Por qué tuviste que dejarlo ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Las fotografías de » Equilibrio Inestable » parecen imágenes absolutamente normales y cotidianas, pero hay elementos dentro de ellas que hacen que el equilibrio sea inestable y que añaden un matiz de convulsión.
Son imágenes que surgen de modo imprevisto en la vida normal, en unos momentos concretos, que intento captar, y eso hace que sea muy difícil.
De hecho, en los 8 años que llevo haciendo el proyecto fotográfico » Equilibrio Inestable «, he obtenido muy pocas fotos de este tipo, con un elemento inquietante.
Por ejemplo, en esta fotografía se ve a unas niñas que están jugando. Es una escena cotidiana, pero hay un espejo, y en ese espejo una de las niñas me está mirando frontalmente, por lo que se genera una tensión, complementada por la presencia de dos animales salvajes desenfocados, visibles al fondo a la izquierda.
Hay una tensión que indica que en cualquier momento ese equilibrio se puede romper.
Y así hay mucha más sensación motriz que si la foto estuviera hecha por ejemplo a f/22 con una gran profundidad de campo, porque puse el foco en la cara de la niña reflejada en el espejo.
Otra de las fotografías de » Equilibrio Inestable » es la de una niña con su muñeca, escena en principio muy normal, pero hay un stress fruto del contraste entre la delicadeza de la postura de las piernas de la preciosa niña con los muy delicados tonos de los colores, y la muñeca que es espantosa. Pero es su muñeca.
Hay también una fotografía de la serie » Extraños » que podría considerarse como equlibrio inestable y en la que aparece una niña de pie al lado de una cama, con los ojos haciendo chiribitas, la luz natural que entra por la derecha, el pie izquierdo está en desequilibrio, y la niña se está agarrando al barrote de la cama, mientras que con la otra mano está sujetando un palo. Además, el barrote está apoyado sólo en un punto, porque la cama estaba coja y mis padres pusieron un ladrillo para equilibrarla sobre el suelo. Era la habitación de una casa de aperos que tenían mis padres en el campo y en la que mi abuelo se echaba la siesta.
La niña tiene expresión facial de susto. No es una foto preparada. Todo ocurrió tal cual, hasta el punto de que cuando yo hice la foto, no me dí cuenta de los elementos de equilibrio inestable que presiden la imagen. Fue una foto instintiva.
Y pocos minutos después, en el mismo sitio y el mismo día, hice una foto de mi madre que para mí es muy especial, porque la luz ha inundado su cara y no se distingue el rostro. Fue una imagen fruto de la casualidad, pero la metí en el libro de » Cespedosa » porque es muy simbólica.
Hay una parte de » Extraños » que se alimenta del subconsciente, de tal manera que muchas veces no sé por qué hago la foto, pero la hago porque sé que hay una tensión que está ocurriendo. Hay veces en las que me doy cuenta de lo que está pasando, pero otras veces no.
– Tu proyecto fotográfico » Perú : Viaje al Sol «, realizado durante once años, entre 1990 y 2000, fue expuesto en el Centro Cultural de la Villa de Madrid como parte de PHoto España 2001, comisariado por Alejandro Castellote, con un impresionante éxito de público, filas interminables a diario de personas y pronto se convirtió en una exhibición itinerante de referencia que recorrió Francia, Bélgica, Italia, Guatemala, Ecuador y Perú, confiriéndote auténtica dimensión internacional. ¿Qué importancia crees que tuvo esta obra en tu evolución como fotógrafo ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Mucha.
A diferencia de » Cespedosa » , » Extraños » y » Caín » , que son los tres trabajos fundamentales que más definen mi carrera fotográfica y en los que hablo contínuamente de mis experiencias y mis recuerdos, en » Perú : Viaje al Sol » hablo de otras cosas, todo es mucho más gozoso, no hay la tristeza, dureza, melancolía y devastación que caracteriza al resto de mis proyectos fotográficos.
Pero » Perú : Viaje al Sol » ha sido muy importante en mi trayectoria como fotógrafo.
Lo inicié en 1990 cuando fui a Perú con Juan Manuel Díaz Burgos para positivar las placas de cristal del gran fotógrafo Martín Chambi en su estudio en Cuzco, gracias a la amabilidad de su hija Julia.
Pude así cumplir un sueño, porque desde mi infancia, Perú había sido el país que más me fascinaba. Poder ir allí, conocer el país y positivar las imágenes de Martín Chambi, uno de mis fotógrafos favoritos ( al que descubrí en 1982 en una exposición fotográfica sobre fotografía latinoamericana comisariada por Erika Billeter en el Antiguo Museo Nacional de Arte Contemporáneo, que estaba en la Ciudad Universitaria de Madrid), marcó un antes y un después en mi carrera como fotógrafo, porque en esos momentos yo no sabía ni que existía ese tipo de fotografía, y a partir de ahí me doy cuenta de que existe una fotografía que está orientada fundamentalmente hacia el ser humano.
Todo eso hizo que cambiara mi forma de ver la fotografía.
Además, en 1990 conocí también a Publio López Mondéjar, algo que fue un punto de inflexión en mi vida, porque con sus profundos conocimientos y experiencia, me hizo cambiar toda la perspectiva que yo tenía sobre lo que significa ser fotógrafo.
Son imágenes simbólicas en las que intento reflejar todo lo que Perú tiene de mágico, haciendo fotos de escenas de la vida cotidiana que están fuertemente impregnadas de cada momento y especial atmósfera en que fueron realizadas.
Recorrí todo el país, por lo que » Perú : Viaje al Sol » es mi diario de viaje personal en el que voy anotando mis sensaciones mediante imágenes de ese periplo.
– Al ver tus imágenes de » Perú : Viaje al Sol «, da la sensación de que quizá en cuanto a disfrute personal, este proyecto haya sido en el que más a gusto te sentías. ¿ Fue ésto así ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Totalmente. Para mí, aquellos 11 años viajando a Perú fueron algo gozoso, mientras que » Extraños » o » Caín » no son proyectos fotográficos gozosos, y » Cespedosa » es una mezcla entre el gozo de haber captado a mi familia y el dolor de la pérdida, porque ya no existen la mayoría de esas cosas y personas, como mis padres, mis abuelos, de unos espacios que ya no están habitados, es decir, la devastación de la memoria, por lo que hay un alto componente de melancolía, de tristeza y de añoranza.
– Las fotografías de » Perú : Viaje al Sol » son extraordinarias y aúnan un gran dominio de la técnica con una inefable capacidad para transmitir emociones a cualquier observador. ¿ Cómo se consigue ésto ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Sobre todo con el paso del tiempo, cuando vas ganando en experiencia, después de tropezar muchas veces. Es un aprendizaje duro, pero que no se olvida.
La técnica la puedes adquirir, pero lo que cuentes con esa técnica no.
Me considero más un fotógrafo narrador de historias que un técnico perfeccionista, doy más importancia a la capacidad para crear relatos visuales.
El fotógrafo tiene que hacer las fotos bien, ha de tener un control de la técnica, pero una vez que se consigue, para mí no tiene importancia, para mí lo importante es lo que cuentes con ella.
Y hay trabajos en los que cuento lo que estoy viendo, como en » Perú : Viaje al Sol «,
donde relato las sensaciones que me encuentro en esos viajes, los idealizo, porque » Perú : Viaje al Sol » es un periplo muy quimérico, hay fantasía y mezcla de fantasía y realidad, porque como fotógrafo, convierto lo que estoy viendo en mi realidad, y meto ahí mi imaginación, mis sueños, etc.
Hay una parte que es captar lo que estás viendo, pero como fotógrafo tienes que llevarlo a tu lenguaje y de algún modo cambiarlo. Tienes que convertirlo en una cosa tuya.
– ¿ Qué importancia tuvo para tí a la hora de conseguir estos resultados en tu proyecto fotográfico » Perú : Viaje al Sol » la adopción en 1998 de una cámara de gran formato Wista 20 x 25 cm con objetivos standard de 300 mm y angular de 165 mm y con la que utilizas frecuentemente desenfoques creativos ? ¿Notaste realmente que esta cámara te ayudó a mejorar tus fotografías y a extender tus capacidades ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Fue muy importante y es la cámara con la que siempre me he sentido más a gusto. Cada cámara y formato te permite algo. Evidentemente, si quieres hacer una fotografía dinámica de cosas que están ocurriendo contínuamente, no te sirve la cámara de placas. Hay que utilizar una cámara de 35 mm o de formato más pequeño, para poder disparar a pulso a la mayor velocidad posible y sin trepidación.
Pero la cámara de gran formato 20 x 25 cm te obliga a un reposo, a una mayor reflexión antes de hacer cada fotografía, por lo lenta que es, ya que tienes que montarla sobre un pesado trípode, analizar previamente la composición, el encuadre, medir la luz, etc, además de que genera una mayor cercanía, que hace que a menudo se hable más con la gente, lo cual es muy enriquecedor.
En mis diferentes viajes a Perú, nunca he hecho más de 22 fotografías por día con la cámara de placas de 20 x 25 cm.
La cámara de gran formato 20 x 25 cm significa para mí un reencuentro con lo más puro de la fotografía, es una forma diferente de ver la fotografía, y a partir de ahí hay un cambio en mi forma de mirar y de ver la fotografía a partir de 1998.
Es decir, no es un tipo de fotografía rápida, a pesar de que yo hice una especie de reportaje sui generis, pero es por así decirlo a balón parado, porque fotografío la vida cotidiana, escenas que están ocurriendo en la calle, es un documento de lo que estoy viendo, pero a mí eso no me vale, y entonces, de alguna manera,
el fotógrafo tiene que adaptar esa realidad a su propia visión de ella.
Una cosa es fotografiar Perú y otra cosa es lo que yo me llevo con mi cámara.
Y la cámara formato 20 x 25 cm te permite ir más allá de la realidad, se genera un aspecto más irreal, es decir, si tú desenfocas una parte que teóricamente debería estar enfocada, por ejemplo,
en la fotografía de » Cespedosa » en la que aparecen dos ancianos sentados. ¿Pero qué están esperando en esa cocina, en esa habitación con esa luz cenital?
Están esperando la muerte, y los pies desenfocados quieren indicar que ya casi no están en este mundo.
Por otra parte, aunque esta cámara carece totalmente de electrónica, así como de la comodidad de uso de las cámaras digitales formato 35 mm y sus automatismos, tiene ventajas muy importantes como son
una calidad de imagen muchísimo mayor, una escala de reproducción tonal de los colores muy superior y una acutancia también mucho mejor, porque la enorme gama de grises o de colores que consigue el formato 20 x 25 cm con todos los matices es impresionante, con lo que aumenta muchísimo la percepción visual de nitidez y la sensación de realismo es mucho mayor.
Hoy en día, las cámaras digitales profesionales son extraordinarias, tecnológicamente muy avanzadas y ofrecen una resolución increíble, además de unas prestaciones impensables hace pocos años, pero la acutancia es un ámbito en el que tienen todavía camino por recorrer.
No obstante, aunque la formación de la imagen como mejor se entiende es con la fotografía química, en mis fotografías mezclo los dos sistemas, tanto el analógico como el digital, porque la fotografía digital tiene más posibilidades de interpretación del color, una vez que escaneo mis placas de película química formato 20 x 25 cm, además de que también imprimo en digital.
Pero sobre todo, uso esta cámara analógica de gran formato porque es extraordinaria para hacer desenfoques creativos con los que realzo elementos que quiero destacar o bien introduzco aspectos simbólicos y metafóricos.
Ésto aparece en muchas de mis imágenes en Perú, gracias a la enorme capacidad de ajuste que permite este tipo de cámara en lo que respecta a los montantes del objetivo y del plano de la película, porque cualquier variación en alguno de estos planos produce un desplazamiento del eje óptico, lo que me permite controlar la perspectiva de muy diversas formas.
Por ejemplo, en una de las fotos que hice en Perú, yo quería enfocar el rostro del niño y unos pequeños toros de piedra que había sobre el arco de una puerta, entonces lo que hice fue elegir un plano de la cámara que sacó nítidos esos dos puntos, de modo que ambos están enfocados.
Consigo así fotos etéreas, que estén entre la realidad y la imaginación.
– ¿ Quienes han sido tus fotógrafos favoritos ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Mis referentes fotográficos inmediatos son Javier Cualladó y Paco Gómez, con los que comencé a vislumbrar una senda expresiva, y Robert Frank en su obra » Las Líneas de Mi Mano «.
Pero estos referentes van cambiando, y encuentro que mi otro gran referente es Walker Evans.
Y también destacaría a Martín Chambi, que para mí fue un ejemplo a seguir, y cuya trayectoria fotográfica tiene un gran mérito, porque nació a finales del siglo XIX en el seno de una familia de campesinos muy pobres, y a base de talento, esfuerzo y pasión se convirtió en uno de los mejores fotógrafos de la historia.
Otro de mis referentes más adelante ha sido Ramón Masats.
– ¿ Cuántos formatos fotográficos has manejado en tu carrera ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Muchos. He tenido una cámara Konica Hexar RF de 35 mm, una Nikon de 35 mm, una Leica de 35 mm, una Mamiya de formato medio 6 x 6 cm, 6 x 7 cm, Polaroid, gran formato 9 x 12 cm, la Wista de gran formato 20 x 25 cm y algunas más.
Y lo más curioso es que con cierta frecuencia las he manejado a la vez.
Por ejemplo, en » Perú : Viaje al Sol «, yo viajaba con una Nikon de 35 mm o una Konica Hexar RF con objetivos Leica, con una Hasselblad de 6 x 6 cm, con Polaroid y con la 20 x 25 cm de gran formato, y utilizaba un formato u otro según lo que tenía que fotografiar.
Un fotógrafo tiene que saber usar sus herramientas en función del trabajo a realizar.
– Con frecuencia has comentando que te sientes más próximo a un escritor que a un cineasta. ¿ Crees que la literatura está más cerca de la fotografía que el cine o el vídeo?
Juan Manuel Castro Prieto :
En mi opinión, sí. No pretendo tener razón. Para mí, simplemente la literatura está más próxima. Me siento más como una especie de escritor en su soledad, contando una historia.
Y tengo este convencimiento desde 1990, año en que conocí a Julio López Mondéjar, que fue la persona que me enseñó lo mucho que la literatura está engarzada con la fotografía.
Ésto me ha ayudado con frecuencia en algunos momentos de mi carrera, como por ejemplo cuando antes de ir a Perú leí libros de varios autores peruanos como César Vallejo, Vargas Llosa, Ciro Alegría, José María Arguedas, Manuel Scorza y otros, que Julio me prestó amablemente.
– Se ha dicho a menudo que tu obra es difícil de adscribir a género fotográfico alguno, porque no eres fotógrafo documentalista, tus imágenes tampoco pertenecen al ámbito del fotoperiodismo ni eres fotógrafo paisajista. ¿Cuál es tu opinión a este respecto ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Creo que es cierto. Con los años, uno va evolucionando, pero casi desde el principio quise tener un estilo y una mirada fotográfica propias, porque a menudo se repiten los esquemas dominantes en el panorama internacional.
Nunca he tenido pretensión alguna de aportar nada a la fotografía. Hago fotografía porque tengo que hacerla, porque es algo que amo profundamente desde que empecé a hacer fotos hace casi medio siglo.
El tipo de fotografía que hago se basa sobre todo en la percepción e intuición.
Normalmente, la realidad tal cual es no me interesa. Intento crear una realidad paralela, algo diferente, extraer de la cotidianeidad algo que no sea cotidiano, que sea inquietante, enigmático, que no quede claro al 100% qué es lo que está ocurriendo en la imagen.
Me dejo llevar por las sensaciones de cada trabajo. Es mi forma de ver la fotografía, porque para mí la cámara fotográfica es un filtro. Siempre que se hace una foto, se mira a través del visor de la cámara, por lo que se está encuadrando la realidad, es decir, el fotógrafo acota la realidad a su medida.
Normalmente me gusta planificar las fotografías y controlar cada una de las fases, especialmente cuando voy con la cámara de gran formato, pero también hay veces en que disparo incluso sin mirar, porque en ese momento está ocurriendo algo interesante o tengo una intuición. Ambas opciones son válidas. Normalmente previsualizo la imagen y sé lo que voy a obtener, porque siempre he reflexionado mis fotografías, pero la intuición puede ser importante en ciertos contextos fotográficos.
Por otra parte, hago mis mejores fotos cuando no está sucediendo nada extraordinario, y siempre que llego a un lugar, lo primero que hago es hablar con las personas.
Creo que ante todo y para todo, la fotografía ha de tener como objetivo fundamental transmitir emociones y sentimientos, algo que yo siempre he tratado de conseguir, sobre todo mientras buscaba el lado más humano y digno de las personas, porque para mí, desde el punto de vista de la creación de imágenes, lo más importante es el ser humano, al que siempre hay que fotografiar con el máximo respeto, algo que se refleja en las imágenes.
Y ésto entronca con la filosofía de Publio López Mondéjar, que siempre ha preconizado que las imágenes no son sólo historia y fotografía, sino que lo más importante es la epopeya del ser humano a través de ellas, la vida cotidiana de las personas, que son las principales protagonistas, porque viendo esas fotografías, ves como se vivía en aquel entonces.
Los conceptos de partida que se tengan en fotografía, lo que tú entiendes por fotografía y qué es lo que sientes cuando haces fotografías, son aspectos trascendentales.
La fotografía no es sólo disparar, es una forma de vida y una filosofía, tienes que reflexionar sobre lo que estás fotografiando, por qué lo estás fotografiando y cómo lo estás fotografiando.
Y en esencia, toda la cultura visual que adquieres con el paso de los años es lo que te va formando.
Además, no basta con que la fotografía sea bella, tiene que haber humanidad, tiene que contar historias del ser humano.
Y en mis imágenes hay dos pilares básicos :
a) La función de la fotografía como preservadora de la memoria y los recuerdos, ya sea a nivel personal, de la sociedad o de otras personas. No se trata sólo de mostrar la realidad, sino de salvaguardarla para que las futuras generaciones sepan como fue el pasado.
b) La plasmación de obsesiones, miedos e incertidumbres propias del ser humano. Siempre he buscado el misterio tras la aparente lógica de lo cotidiano, ese sentimiento mágico de la realidad, la irrealidad dentro de la realidad. Introduzco mucha fantasía, inquietudes y sueños en mis imágenes.
– A diferencia de muchos fotógrafos que empiezan un proyecto y no paran hasta que lo terminan, siempre has sido capaz de realizar varios proyectos a la vez. ¿ No es quizá extenuante el asumir cada vez más proyectos paralelos ? ¿ Nunca te saturas ?
Juan Manuel Castro Prieto :
No me es extenuante, porque cada trabajo tiene su momento. Por ejemplo, este invierno y esta primavera he estado trabajando en La Mancha y los días que no iba allí, he estado haciendo cosas de mi proyecto fotográfico » Segunda Vida «.
Y este verano, aprovechando las vacaciones, quiero hacer » Paraíso «, que es otro proyecto, y cuando vaya a Perú en Enero, haré otro trabajo diferente.
No mezclo todos a la vez, sino que cada trabajo tiene su momento dentro de mi vida.
Nunca me saturo, porque el problema no es de saturación, el problema es de pensar que hay proyectos que no los voy a poder terminar, porque no me va a dar tiempo.
Y hay proyectos que a lo mejor los termino, pero no los voy a poder publicar, porque en este momento tengo 64 años y diez proyectos abiertos.
Mis proyectos siempre han sido a largo plazo, porque nunca me he centrado sólo en uno, siempre he desarrollado varios a la vez.
» Cespedosa » han sido cuarenta años, » Extraños » han sido viente, » Perú : Viaje al Sol » fueron once años, » Caín » han sido dieciocho años, con » Paraíso » llevo ya diez años, con el proyecto » Segunda Vida » llevo diez o doce años «.
También he de decir que lo importante no es terminar cada proyecto, sino el camino que invierto en cada uno de ellos, por lo que en mis exposiciones y libros, además de mostrar mis fotografías, intento explicar como he realizado mis trabajos y por qué.
Por otra parte, no concibo cada proyecto fotográfico como algo totalmente definido desde el principio, dejo vía libre para que se vaya desarrollando, para que se vayan creando nuevas vertientes, de tal forma que en un momento determinado el proyecto puede no tener nada que ver con lo que yo en un principio planteé. Dejo fluir todo lo posible la intuición y la evolución propia de cada proyecto.
– ¿Qué importancia das al ser humano en la narrativa de tus imágenes en comparación con los paisajes y lugares que aparecen en ellas?
Juan Manuel Castro Prieto :
Para mí lo más importante es el ser humano, y los paisajes son los lugares donde vive. Y así lo he mostrado siempre en mis imágenes, con excepción de mis proyectos fotográficos » Los Días Noches » y » El Álbum Perdido » que son paisajes donde el ser humano ha provocado una decadencia : ruinas incas, lugares devastados de la selva, interiores de casas que ya no habita nadie, etc. Lugares devastados por la memoria.
El protagonista principal de mi obra, sobre todo durante los últimos 30 años, es el ser humano.
– El libro » Etiopía » publicado por editorial Lunwerg en 2009 fue y sigue siendo un hito editorial de primer nivel, además de incorporar un gran texto de Christian Caujolle, una de las personas que más sabe de fotografía en el mundo. ¿ Qué objetivos buscaste durante tus viajes a Etiopía entre 2001 y 2006 ?
Juan Manuel Castro Prieto :
» Etiopía » es un proyecto fotográfico mucho más cerebral y analítico que » Viaje al Sol «. No hay tanta emoción, no hay tanto sentimiento, por lo que el lenguaje fotográfico es más directo y frontal.
Es más un estudio sociológico y fotográfico de una sociedad.
» En Etiopía no son mis experiencias. En Etiopía siempre estoy fotografiando lo que está ocurriendo ahí, el carácter de sus gentes y las atmósferas mágicas de sus paisajes.
Mi intención era ver como era Etiopía, porque para mí es el país del mundo en el que más formas de vida se han conservado.
Hay infinidad de tribus, y cada una tiene sus propias costumbres, hábitats, tradiciones, etc.
Es una amalgama de razas, pueblos y modos de vida que sólo se encuentra en Etiopía. Yo nunca había visto tanta variedad de razas en un país.
Pero lo que está sucediendo en Etiopía es que eso está cambiando. La cultura occidental está penetrando, hay un choque entre lo tradicional y lo moderno, que también he querido plasmar en mis fotografías.
Por un lado he querido captar lo que queda del ser humano ancestral y por otro la parte de choque, de enfrentamiento, de colisión entre dos culturas completamente diferentes.
Además, fue en 2001 con » Etiopía » cuando empecé a hacer fotografías en color, que después han tenido todas mis obras, con excepción de » Extraños «.
A partir de » Etiopía «, proyecto en el hice tanto fotos en blanco y negro como en color para expresar esa dualidad de lo ancestral con lo moderno que percibía en el país, sin saber por qué, empecé a ver más en color, porque para mí añade algo más en las imágenes, una atmósfera y un sentimiento inherentes.
Lo que ocurre es que hasta ese momento, los laboratorios fotográficos analógicos que visité no fueron capaces de obtener los colores que yo buscaba, pero la llegada de la fotografía digital me permitió escanear mis negativos originales y con la ayuda de Photoshop pude conseguir los colores que buscaba, porque aunque la película química de gran formato da más calidad, la fotografía digital tiene más posibilidades de interpretación del color, por lo que para mí lo ideal es mezclar los dos sistemas.
– Entre 2008 y 2010 desarrollaste tu proyecto fotográfico » Albarracín » , realizado con la cámara de gran formato 20 x 25 cm y en el que creas muchas fotos de personas, lugares, paisajes y objetos antiguos, en una especie de homenaje a los ancianos que son el último eslabón de toda esa tradición. ¿ Cuál fue tu motivación con esta serie de imágenes ?
Juan Manuel Castro Prieto :
» Albarracín » es una prolongación de » Cespedosa «, por lo que ante todo y para todo es memoria.
No tiene la enorme intensidad de sentimiento y emoción que tiene » Cespedosa «, en la que están mi memoria y mis recuerdos, pero la forma, el esquema, el tema y el contenido es el mismo, además de que lo hice también con mucho cariño, como homenaje a los seres humanos que siguen haciendo posible que en los pueblos perdure la identidad que somos.
Son las personas y los lugares donde han habitado, donde habitan, donde ya no habitan, etc.
Es decir, » Albarracín » se nutre de toda la experiencia de » Cespedosa «.
– ¿ Cómo consigues esos admirables colores más bien suaves pastel, nunca muy fuertes, ni agresivos, con un amplísimo rango tonal, que han marcado la diferencia en muchas de tus fotografías hechas con la cámara de gran formato 20 x 25 cm ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Los colores que se consiguen con una placa de película química 20 x 25 cm son extraordinarios, con una gama tonal muy superior a la que se consigue con una cámara digital.
Es decir, la riqueza de matices que tiene una placa 20 x 25 cm de película química en color es impresionante, con una paleta de colores mucho más amplia.
Pero es que además, cada trabajo tiene un color.
Por tanto, no es lo mismo el color que tiene » Cespedosa » que el color que tiene » Segunda Vida » , ni tampoco el que tiene » La Seda Rota «.
Además, hay matices de color en » Valle Sagrado » que es la parte de color que estoy haciendo de Perú, que aunque son tonos pastel, son tonos más limpios y atmosféricos, se mezclan más los colores en mis fotos de » Cespedosa » que en las de Perú.
Y Etiopía es todo lo contrario : son colores primarios, rojo, verde, azul, amarillo, elementales y muy separados los unos de los otros, a diferencia de Cespedosa que hay muchos matices del mismo color y se mezclan.
El fotógrafo tiene que darle a cada trabajo su color, porque el color también ha de tener la función de transmitir ambientes y atmósferas.
Si metes unos colores verdes o cianóticos, se transmite inquietud, son colores que hablan de la muerte, de la oscuridad, mientras que si metes colores pastel introduces delicadeza, suavidad y tranquilidad.
Es decir, cada trabajo precisa una gama de color.
– ¿ Qué significó para tí la concesión del Premio Nacional de Fotografía que te fue otorgado en 2015 ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Es una satisfacción, porque de algún modo se reconoce tu labor como fotógrafo. Después de 40 años de trayectoria, tras haber sido propuesto varias veces durante los años anteriores, significó también que de alguna manera mi trabajo había sido entendido y aceptado, además de que se otorgó con unanimidad, por lo que estoy muy agradecido.
– Desde 2009 estás desarrollando » Valle Sagrado «, otro proyecto fotográfico en el que vuelves a Perú. ¿ Qué metas persigues con esta nueva serie de imágenes en dicho país andino ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Lo hago para rendir homenaje a Martín Chambi, uno de los más importantes fotógrafos de la historia y que para mí siempre fue un ejemplo a seguir, me cambió la noción que yo tenía de la fotografía, porque su técnica era prodigiosa y parecía que sus imágenes emitían luz, además de que sus retratos y fotos de grupos eran extraordinarios.
Son imágenes que hice con placas de película química en color con la cámara 20 x 25 cm y en las que hay un mayor énfasis social que en » Perú : Viaje al Sol «.
Intento ponerme en la piel de Martín Chambi y fotografío los lugares que él fotografió, con una cámara de gran formato parecida a la que el usó, y plasmando los mismos temas, pero en color,
porque quería hacer también un estudio sociológico de como había cambiado no solamente el país, sino también la fotografía, puesto que las imágenes de Chambi y las mías pertenecen a épocas distintas, aunque también busco continuidades, correspondencias y rupturas.
Otro objetivo importante de » Valle Sagrado » era ver como se enfrenta un fotógrafo de hoy en día a un trabajo fotográfico utilizando las mismas herramientas y los mismos supuestos de partida de los que se sirvió Martín Chambi, un fotógrafo de primera mitad del siglo XX.
– En 2015, la organización de Visa pour L´Image en Perpiñán (Francia) decidió albergar tu exhibición fotográfica » Perú, El Valle Sagrado » , que se celebró entre el 19 de Agosto y el 13 de Septiembre de dicho año, con un gran éxito de público y elogios por parte de la crítica especializada. ¿ Qué balance harías de ésto ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Muy positivo, porque para mí fue un honor el que me seleccionaran. Francia siempre ha sido un país muy importante en fotografía, y desde hace años he consolidado una muy buena relación profesional con la Agencia Vu, de la que soy miembro y que me representa con su galería en París.
También me alegré mucho por Martín Chambi, que fue una persona extraordinaria y muy especial, con una tremenda humanidad, muy amigo de sus amigos y muy familiar, porque al fin y al cabo con » Perú, El Valle Sagrado » quise hacer un homenaje al gran fotógrafo peruano que siempre fue para mí un modelo a seguir.
– A partir de 2001 en que se presentó la exposición » Perú : Viaje al Sol » en el Festival de Photoespaña, has colaborado con artículos ilustrados para muchas revistas y publicaciones internacionales de gran prestigio como National Geographic, Le Figaro, Le Monde, L´ Espresso, GEO, El País Semanal, The Times, etc, y algunos proyectos por encargo como el que realizaste con Rafael Trapiello en Solovki, la isla principal del archipiélago ruso de Solovetsky. ¿ Cambió ésto la vida que habías llevado hasta ese momento como fotógrafo ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Sí, mucho, porque hasta ese año era una persona feliz, vivía dentro de mi laboratorio fotográfico y tenía más libertad para desarrollar mis proyectos fotográficos.
Lógicamente, hacer esas colaboraciones te quita tiempo y tienes más stress, pero globalmente creo que ha sido muy bueno para dar a conocer más mi obra fotográfica y les estoy muy agradecido a esos medios que han confiado en mí.
– En 2004 empezaste a desarrollar tu proyecto fotográfico » Caín «, que has terminado hace poco y que no ha sido publicado hasta el momento. ¿ Qué objetivos buscas con esta serie de imágenes ?
Juan Manuel Castro Prieto :
» Caín » es un trabajo muy enigmático, más todavía que » Extraños «, y todas las fotografías tienen tensión.
En » Extraños «, de alguna manera intento alejar los miedos, inseguridades y pérdidas a través de la fotografía.
Pero » Caín » no es eso. Va más allá.
En » Extraños » hay esperanza todavía,
pero en » Caín » no.
No es un proyecto fotográfico para agradar a la gente, porque plasmo lo que a mí me produce dolor, sentimiento, pérdida, etc, mediante elementos metafóricos, y aspiro a que también le provoque algo a las personas que vean las imágenes.
La unión entre cada dos fotos de esta serie no está en el exterior, en elementos comunes de la foto de la izquierda con los de la derecha, sino en lo que hay detrás, y cada imagen contiene una clave personal mía, existiendo una tensión entre ambas imágenes, de tal manera que se genera un sentimiento.
Por otra parte, en » Caín » hay imágenes hechas tanto con película química como con cámara digital, e incluso algunas realizadas con un smartphone.
– Tu exposición fotográfica » Vanitas «, exhibida en 2021 en las galerías Blanca Berlín y Aurora Vigil-Escalera, con la condición mortal humana como eje, fue otro hito en tu evolución como fotógrafo y catalogada como poema visual. ¿ Qué importancia das a esta exposición y cuales fueron tus objetivos con ella ?
Juan Manuel Castro Prieto :
Fue una exposición trascendental en mi carrera, además de celebrarse en dos galerías fotográficas de referencia.
» Vanitas » , cuya esencia es lo efímero de las cosas, se compone de tres trabajos : » Gabinete de Curiosidades » (que está hecho entre 2012 y hoy en día), » El Álbum Perdido » ( con paisajes inventados o imaginarios, que hice entre 1993 y 1995) y » Extraños » (que está hecho durante veinte años, entre 1983 y 2003).
Para la realización de esta exposición hice copias viradas al oro y centradas en la certeza de la muerte y la fragilidad de la vida,
en sinergia con sutiles matices de ironía y humor.
En » Gabinete de Curiosidades » , sitúo objetos que compro o me encuentro en lugares abandonados donde ya no vive nadie y sólo quedan las huellas de los seres humanos que vivieron en ellos.
Son una especie de naturalezas muertas en color que se nutren de los recuerdos de mi infancia y de corrientes pictóricas históricas.
Y a través de esos objetos recreo mi universo personal, todo lo que me preocupa e inquieta.
En » El Álbum Perdido » intento recuperar las ruinas de la memoria y muestro los lugares mediante polípticos de dos, tres, cuatro y hasta seis partes, que describen el paisaje del entorno de Cespedosa, el interior de varias habitaciones del pueblo hoy en día deshabitadas, y también algunas imágenes de las ruinas de Macchu Picchu.
Es una topografía simbólica.
Son una serie de paisajes un tanto imaginarios, en los que busco lugares y ruinas de antiguo esplendor, convertidas hoy en día en total decadencia, como consecuencia de la destrucción de la memoria, de tal manera que todo lo que era importante, deja de serlo con el paso del tiempo.
Son imágenes en blanco y negro de formato cuadrado que con frecuencia van unidas de dos en dos, de tres en tres e incluso de seis en seis, dialogan entre sí convirtiéndose en una sola foto y evocan también con frecuencia
espacios que conocí que estuvieron habitados hace muchos años y donde hoy en día no vive nadie.
En » Extraños » exploro mi memoria en espacios personales y familiares, además de abordar el tema del sexo y la muerte.
Es una obra muy intimista, en la que en realidad estoy hablando de mí mismo.
Y aunque fotografío cosas externas, lo que estoy fotografiando es a mí mismo, por lo que
la lectura de todas y cada una de las fotos de » Extraños » sólo se puede entender si se hace desde un punto de vista metafórico.
Es decir, no es lo que aparenta a primera vista, sino que hay que buscarle un segundo o tercer significado.
En la exposición » Vanitas » de 2021, además de aplicar capas y capas de gelatina de plata sobre vidrio y tras ellas oro como símbolo de lo efímero, de la riqueza y de lo material,
también hice fotos en color emulsionando vidrios del modo en que se hacía en los albores de la fotografía, y usé tintas minerales sobre acetato, porque el vidrio simboliza la fragilidad y está también unido simbólicamente al concepto de que el paso del tiempo transforma todo en efímero.
Es decir, hay una sintonía entre el material del que está hecha la obra y el concepto de la misma.