Texto y Fotos Indicadas : José Manuel Serrano Esparza
Fecha: 02-01-2025
El jueves 19 de diciembre de 2024 tuvo lugar en la sede de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid (c/ Tres Peces, 2), con gran afluencia de público, la presentación del fotolibro » Trans-Siberian to the Closed City «, realizado por la fotógrafa Esther Garrison, y que constituye el broche de oro a un fascinante proyecto fotográfico que inició en 2018 y que le hizo ganar la Beca PhotoEspaña en 2023.
Una obra muy especial, repleta de excelentes imágenes con las que su autora ha plasmado en gran medida la esencia de las » ciudades cerradas » rusas, núcleos secretos de población científica y minera dedicados a la investigación nuclear, la extracción de uranio, metales estratégicos como el zinc, etc, así como instalaciones militares de la más variada índole, que iniciaron su andadura durante los años cincuenta bajo el régimen de Stalin y han proseguido su actividad hasta hoy en día.
Estas ciudades cerradas, de las que todavía quedan 44, no aparecían en los mapas y la población rusa desconocía su existencia.
Esther Garrison, equipada con su cámara profesional Fuji X-T2 formato APS-C de 24,3 megapíxels y objetivos
Fujinon 23 mm f/2,
Fujinon 56 mm f/1.2
y Fujinon 90 mm f/2, ha conseguido convertir un sueño en realidad : fotografiar varias de estas ciudades cerradas rusas con su atávica pasión, talento y estilo fotográfico muy instintivo basado en captar momentos definitorios, paisajes con colores únicos y atmósferas especiales que impregnan en ciertos instantes el devenir diario de las personas a las que fotografía con gran discreción y respeto, las más veces sin ser detectada, y con un gran nivel de inmersión e intensidad emocional durante el acto fotográfico.
INTRODUCCIÓN POR ANGÉLICA SUELA DE LA LLAVE, VICEPRESIDENTA DE LA REAL SOCIEDAD FOTOGRÁFICA DE MADRID
El evento da comienzo con la presentación de Esther Garrison por Angélica Suela de la Llave, Vicepresidenta de la RFS, que esboza los grandes éxitos que ha cosechado la autora del fotolibro durante los dos últimos años y que se iniciaron en 2023 con » ¿ Dónde ? En Karagandá «, su primera exposición individual, que abarca varias ciudades de Kazajistán (país de Asia Central, que perteneció a la antigua URSS) : Karagandá (capital de la provincia del mismo nombre y arquetipo de antigua ciudad industrial), las minas de carbón de ShubarkolKomir, y Temirtau, una de las urbes más contaminadas del mundo, y que son parte de un proyecto a largo plazo sobre comunidades, ecosistemas y paisajes afectados por la industria del carbón.
Fotografías que tienen por denominador común un mensaje de desasosiego que invita a la reflexión, ante la más que notable degradación medioambiental que la polución ha creado en estas ciudades y que afecta a sus habitantes en su vida cotidiana, si bien la fotógrafa plantea también la duda de si se trata únicamente de paisajes industriales repletos de deterioro del medio ambiente o están también impregnados de turbadora belleza, algo visible en las imágenes, que destilan suntuosidad y unos espectaculares colores y texturas, idóneos para este tipo de reportajes, en simbiosis con la plasmación de la dureza y tristeza de la condición humana.
Comenta también que hasta la fecha, Esther Garrison ha realizado reportajes en Namibia, Colombia, Kazajistán, Holanda, Rusia, República Democrática del Congo, Nigeria, Ghana y Ruanda.
Con respecto al libro » Trans-Siberian to the Closed City «, Angélica Suela de la Llave explica a los numerosos asistentes como el hecho de ser Esther Garrison una profesional de la sostenibilidad y trabajar para una empresa sueca que compraba uranio a Rusia,
marcó la génesis de este proyecto fotográfico,
que se ha materializado en libro, ya que dicha empresa escandinava la envió a Rusia en 2018, con lo cual pudo conseguir entrar en las mencionadas ciudades cerradas, algo muy difícil para personas extranjeras.
La Vicepresidenta de la RSF, visiblemente entusiasmada y fascinada por el libro, incide también en el inolvidable viaje de muchos miles de kilómetros que Esther Garrison hizo desde Moscú
dentro del tren transiberiano y como este singular periplo generó en ella más preguntas que respuestas, en el marco de una labor documental que le hizo crear con su cámara muchísimas imágenes en las distintas ciudades cerradas que visitó.
Y para terminar, pocas horas después de que el Ayuntamiento de Madrid haya homenajeado a la RSF
con una placa conmemorativa de su 125 Aniversario (descubierta durante la mañana de este mismo día, en ceremonia presidida por el Concejal de Centro Carlos Segura y el presidente de la Real Sociedad Fotográfica Enrique Sanz Ramírez),
Angélica Suela de la Llave elogia el gran talento de Esther Garrison como fotógrafa.
Las palabras pronunciadas por la Vicepresidenta de la RSF no son en absoluto protocolarias, sino dichas con criterio, experiencia (ella también es fotógrafa, y ha realizado hasta la fecha 25 exposiciones fotográficas con obra propia, tanto por todas la geografía española como en otros países como Japón, China, Omán y Costa Rica) y con el corazón, porque desde 45 minutos antes del comienzo de esta presentación,
ha estado examinando con todo detalle,
página por página, uno de los ocho fotolibros de muestra que ha traído Esther Garrison para que los asistentes puedan tenerlos en sus manos y ver las imágenes, sumergiéndose en esta colosal obra formato 21, 8 x 29 cm, con 200 páginas, 106 fotografías en color y tres mapas.
y ha quedado prendada, porque este fotolibro sigue en buena medida su concepción háptica y táctil de la fotografía, el dar mucha importancia a los pequeños detalles,
a las texturas y a las características del papel en el que van a ir impresas las imágenes, para potenciar dicho carácter,
así como la muy significativa trascendencia de los colores como elemento fundamental en las composiciones, todo ello enmarcado por una mentalidad artesanal,
con epicentro en la lucha que parte del archivo original RAW de cada foto, y trabajar después las imágenes hasta conseguir reproducir en papel cada una de ellas con las características que desea su autor/autora, por lo que tanto el diseño como el tipo de papel, su calidad y gramaje, la encuadernación y la secuencia de fotos son trascendentales en el resultado final.
Y en esta faceta, el fotolibro Trans-Siberian to the Closed City de Esther Garrison es una obra artesanal en la que se han supervisado con gran esmero una pléyade de pequeños detalles que marcan la diferencia, habiéndose seleccionado para su realización pastas gruesas de la máxima calidad, así como un nivel cualitativo de papel y gramaje del mismo ciertamente de referencia.
Además, este fotolibro de auténtico lujo, con prólogo de Gloria Oyarzábal, diseño gráfico de Nélia dos Santos Azevedo (diseñadora gráfica, gran fotógrafa profesional, ganadora del Premio Descubrimientos PhotoEspaña 2024 en Santander, integrante de la exposición » Tránsitos. Fotografías en un Mundo Global » PhotoEspaña, celebrada en el Centro de Arte Alcobendas entre el 17 de septiembre y el 27 de octubre de 2024, que ayudó muchísimo en las últimas etapas de creación del libro y fue además compañera del máster PhotoEspaña de su promoción) y gran labor de impresión y encuadernación realizada por Gráficas Palermo de Madrid (todo un referente en este ámbito), va cosido a mano en nada menos que quince puntos distintos, con una excepcional calidad de reproducción de las imágenes, especialmente constatable en las 42 fotografías a doble página que incluye.
Son las 8:00 h de la tarde. Angélica Suela de la Llave ha terminado ya su introducción y faltan pocos segundos para que tome la palabra la fotógrafa autora del fotolibro que se presenta hoy
y que está en estos momentos visiblemente emocionada, recordando los muchos viajes que hizo a Siberia entre 2016 y 2019 y el duro pero a la vez fascinante camino que ha tenido que realizar hasta llegar a poder editar este fotolibro.
ESTHER GARRISON EXPLICA LA GÉNESIS Y OBJETIVOS PRINCIPALES DE SU FOTOLIBRO TRANS-SIBERIAN TO THE CLOSED CITY
Esther Garrison empieza la disertación sobre su obra, para cuya explicación ha traído un video preparado por ella que incluye una selección de imágenes del libro, así como los mapas de la zona.
La sala principal de la RSF está ya repleta de público, que escucha atentamente las palabras de la fotógrafa.
Pocos segundos después, aparece en pantalla una fotografía hecha por Esther Garrison dentro del tren Transiberiano mientras comienza a atravesar la ciudad de Moscú en su largo viaje hacia Siberia.
La fotógrafa ha captado a una niña que juega agarrada a las barras de dos literas para dormir, en cuyas bases apoya los pies. Es una imagen hecha a diagragma abierto f/2 y con gran rapidez, un tiro instintivo en el que lo importante no es la perfección técnica de la foto, sini plasmar un momento relevante.
El cuerpo de la niña ha salido algo desenfocado y trepidado y el fondo fuera de foco, con lo que se genera sensación de movimiento. La niña parece estar hablando con una mujer echada boca arriba sobre su litera y que está con su rostro orientado hacia ella, mientras acaricia su frente con su mano izquierda.
Esther Garrison explica que es un libro y unas fotos hechos con su perspectiva, con la mirada fotográfica y visión de una persona extranjera, de tal manera que muchas cosas siguen siendo un misterio para ella.
Dmitry Sokolov, Ministro Consejero de la Embajada de la Federación Rusa en Madrid, que ha tenido la gentileza de venir en persona a la presentación de este libro, se emociona al ver las imágenes captadas por Esther Garrison en el interior de este mítico tren, el más famoso y fascinante del mundo, en el que él también ha viajado muchas veces en distintas etapas de su vida, por lo que sabe muy bien lo increíble que es este viaje en ferrocarrril de miles de kilómetros hasta llegar a Siberia.
Son muchos los recuerdos inolvidables que afloran en su mente en estos instantes.
Al haberse superado el aforo normal de la sala, ha habido que utilizar algunas sillas más, mientras que otros asistentes optan por ver de pie la presentación.
Esther Garrison incide en el hecho de que al llegar a una ciudad cerrada, se mezclan sentimientos de fascinación y confusión, porque no sabía lo que iba a encontrar.
Se muestra ahora en pantalla una fotografía hecha en la zona de Irkutsk (Siberia) en una exótica calle sin asfaltar, dominada en la imagen por otro coche Lada, pintado de color verde, y unas casas de madera al fondo con singular y amplio cromatismo, configurando una imagen con gran profundidad de campo, que destaca por la extensa gama de verdes, marrones y azules, la sensación motriz que aportan las ruedas borrosas por trepidación del vehículo como consecuencia de la baja velocidad de obturación utilizada, el ligero polvo que levanta el coche a su paso, y la potente diagonal descendente izquierda derecha trazada por los postes de luz de color blanco situados a la izquierda del coche, que dominan compositivamente buena parte de la imagen, sin olvidar la potenciación del dinamismo de la fotografía que generan las dos mujeres que caminan a la derecha del todo de la imagen y cuyo sentido de marcha confluirá con el del coche.
Así pues, además de su talento, instinto fotográfico y sentido de la anticipación para saber ver la foto, la fotógrafa acredita en esta imagen una notable rapidez para componer con eficacia.
Esther Garrison prosigue su relato sobre el viaje que realizó en tercera clase Platzkart dentro del tren Transiberiano para estar en contacto permanente con la gente y vivir experiencias y anécdotas ciertamente únicas.
La sala principal de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid está llena hasta la bandera y el público asistente escucha con gran atención las palabras de la fotógrafa, mientras aparecen en pantalla dos fotografías más hechas en el interior de un vagón de este mítico ferrocarril preñado de aura e historia.
Ambas imágenes, realizadas con encuadre vertical mientras el tren atravesaba la zona de Irkutsk (Siberia), muestran una vez más el enorme grado de proximidad desde el que Esther Garrison hace sus fotos de personas, con gran discreción, respeto y sin ser detectada, captando momentos significativos de interacción entre seres humanos, realzados por la luz natural que entra a través de las ventanas del tren.
Segundos después, surge en pantalla una nueva imagen del libro. Es una fotografía muy instintiva, con dos planos distintos de interés, en la que la fotógrafa consigue captar desde muy cerca (aproximadamente 3,5 metros), de modo perpendicular, pasando desapercibida, a dos hombres maduros que contemplan el escaparate de un kiosko de prensa (en uno de cuyos cristales se refleja el cuerpo del más próximo a cámara) situado a pocos metros de la vía férrea del tren Transiberiano en Irkutsk (Siberia), plasmando a la vez a una mujer siberiana ensimismada que está con las manos en los bolsillos y que tampoco detecta su presencia.
Es una imagen con gran profundidad de campo, que entronca con el fotoperiodismo social más clásico, en el que conseguir la foto plasmando instantes de interés es más importante que la perfección técnica de la fotografía.
Y ello no hace sino confirmar la versatilidad de Esther Garrison, que se defiende muy bien en géneros fotográficos tan diversos como el paisaje, la fotografía de calle, el retrato, etc, siempre muy atenta a los pequeños detalles que marcan la diferencia y a momentos irrepetibles que lucha por capturar con su cámara.
La fotógrafa relata que trabajaba en una empresa sueca, en el departamento de sostenibilidad, que ella estaba encargada de las importaciones de uranio y carbón, y que dicha empresa escandinava que compraba uranio a Rusia la envió en 2018 a Siberia con una pregunta : ¿ Es socialmente responsable comprar uranio que procede de una ciudad cerrada, donde los habitantes no tienen libertad de movimiento y están bajo estricto control y vigilancia ?
Una pregunta que sería también aplicable a algunas empresas multinacionales de Estados Unidos y Europa Occidental que compran coltán producido en las minas del este del Congo, dominadas por diferentes grupos armados que controlan la región y tienen a la población atemorizada y enormemente empobrecida, y otras zonas del mundo donde hay contextos similares relacionados con la producción de minerales de gran valor estratégico.
No obstante, Esther Garrison aclara a los asistentes que su fotolibro » Trans-Siberian to the Closed City » no es una protesta ni por así decirlo un retrato de un modo de vida, sino la perspectiva particular plasmada en imágenes de un lugar inaccesible para la mayoría de la gente, por lo que con sus fotografías intenta transmitir la esencia de este viaje, que fue una especie de tapiz tejido con hilos de curiosidad, preguntas y un toque de fascinación ante lo desconocido, la yuxtaposición del enigma siberiano, que permanece incólume en esta zona de la tierra donde el tiempo parece detenerse cuando se penetra en estos lugares tan sumamente extensos, que constituyen un mundo envuelto en misterios que nacen entre los límites del sueño y la consciencia.
Poco después, aparece en pantalla otra fotografía hecha dentro de uno de los vagones del tren Transiberiano en marcha a su paso por Novosibirsk (Siberia), captada con el objetivo a diafragma abierto, con el punto de enfoque en el brazo de uno de los pasajeros del tren, que cuelga por fuera de su litera mientras duerme profundamente.
Es una imagen muy representativa del largo itinerario de muchos miles de kilómetros que han de seguir las personas que viajan desde Moscú a diferentes ciudades de Siberia, por lo que descansan todo lo que pueden en sus camas literas.
Ni que decir tiene que el brazo y mano abierta nítidos colgando a media altura en mitad del pasillo del vagón del tren es una imagen impactante, realzada por el bello bokeh generado por el objetivo a plena abertura, que enfatiza la extremidad del viajero dormido, enfocada con precisión, y de modo simultáneo deja desenfocado todo el fondo de la imagen, en el que predomina el color blanco de las sábanas de las abundantes literas.
Esther Garrison se sincera y reconoce que inició el viaje en el tren Transiberiano con nociones preconcebidas y ciertos prejuicios, que las más veces no respondían a la realidad, que con frecuencia superó las expectativas.
Es ahora el turno de otra imagen, en la que un joven ruso está escribiendo en una hoja de papel sobre una pequeña mesa situada junto a su asiento.
Una vez más, la fotógrafa aprovecha la gran calidad de luz natural que entra por la ventana, así como la dirección de sus haces lumínicos, que inciden sobre el rostro, brazo izquierdo y zona superior del brazo derecho, dejando la parte trasera del cuello, torso, zona interior del brazo izquierdo y casi la totalidad del brazo derecho en sombra, generando volumen y efecto tridimensional en la imagen, que posee tanto fuerza expresiva en el rostro del protagonista de la fotografía como cierta sensación motriz que emana del bolígrafo en movimiento, que aparece borroso por trepidación, fruto de la baja velocidad de obturación utilizada, al lado de un vaso con té, bebida típica durante todo el recorrido del ferrocarril Transiberiano.
De nuevo, la fotógrafa acredita un gran talento y capacidad para estar en el momento adecuado en el lugar idóneo y acercarse al máximo a las personas a las que capta con su cámara, con loable discreción y sin ser detectada.
Esther Garrison sigue hablando sobre los aspectos básicos y metas buscadas con su fotolibro » Trans-Siberian to the Closed City «, cuando de repente aparece en pantalla otra excelente fotografía hecha en la ciudad de Krasnoyarsk (Siberia).
Es una imagen creada al amanecer, en condiciones de poca luz.
La fotógrafa muestra su gran talento y pericia manejando velocidades bajas de obturación para generar sensación de movimiento, tal y como puede apreciarse en la mujer ataviada con abrigo y gorro de piel, que aparece borrosa por trepidación, como consecuencia de la baja velocidad de obturación seleccionada.
Este meritorio efecto motriz logrado alcanza su clímax en la pierna y pie izquierdo de la mujer, captada justo en la fracción de segundo en la que la zona delantera del zapato está apoyada en el suelo, mientras que el tacón permanece en alto, lo cual indica una gran precisión en el timing al apretar el botón disparador de la cámara, en plena sinergia con una gran habilidad en el barrido, de modo que el autobús y el camión que avanzan hacia la derecha de la imagen, más allá de la protagonista de la misma, muestran también el grado adecuado de borrosidad por trepidación, lo cual potencia todavía más el gran dinamismo de la fotografía.
Por otra parte, existe también cierta convulsión en la imagen, catalizada desde un punto de vista compositivo por la posición que ocupa la mujer que camina rápidamente, que ha sido captada por la fotógrafa desde un ángulo ligeramente diagonal derecho con el objetivo Fujinon 23 mm f/2 (equivalente a un 35 mm f/2), de tal manera que la zona superior de su cuerpo, cuello y cabeza parece como si estuvieran atrapados entre la parte delantera del camión y la trasera del autobús.
Es ahora cuando Esther Garrison explica que sus estereotipos sobre las ciudades cerradas rusas a menudo se hicieron añicos y en algunos momentos se reforzaron, porque nada era lo que parecía, pero al mismo tiempo lo era.
Poco después, aparece en pantalla la página del libro en la que se lee Krasnoyarsk 45, capítulo dedicado a esta ciudad cerrada rusa (rebautizada Zelenogorsk en 1994) en Siberia, un enclave científico en el que se enriqueció uranio para el programa nuclear soviético desde mediados de los años cincuenta, y que durante décadas nadie supo de su existencia, ni siquiera la población rusa.
Hoy en día, Krasnoyarsk 45 es una de las ciudades cerradas con mayor volumen de producción de uranio enriquecido para plantas nucleares, y tras los accidentes en las centrales nucleares de Harrisburg (Estados Unidos) en 1979, Chernobyl (Ucrania) en 1986 y Fukushima (Japón) en 2011, la población de aproximadamente 68.000 personas de Krasnoyarsk 45 votó por motivos de seguridad que la ciudad siguiera cerrada, además de para preservar la tranquilidad y evitar un incremento en los niveles de delincuencia, prácticamente inexistente hasta la fecha en estas ciudades secretas rusas.
A continuación, se muestra la página del libro que lleva adosado el formulario de ingreso de ciudadanos extranjeros que hay que rellenar para poder entrar en la ciudad cerrada rusa de Krasnoyarsk 45.
Esther Garrison explica que cada ciudad cerrada tiene sus propias normas y es extremadamente difícil para personas de otros países entrar en ellas ( denominadas ZATO), porque albergan instalaciones científicas, militares o minas de minerales estratégicos, y sólo se conceden pases para una estancia máxima de cuatro días a familiares cercanos de sus habitantes rusos, pero Esther Garrison lo consiguió en 2018, gracias a la empresa sueca para la que trabajaba y que compraba uranio enriquecido a Rusia.
Aparece ahora en imagen la fotografía a doble página de un parque con flores en la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45.
Se aprecia aquí, una vez más, la gran labor de Gráficas Palermo, que ha conseguido reproducir con gran precisión y sutileza en el papel del libro en este tamaño tan grande, la amplia gama de verdes y azules que domina la imagen, así como la textura casi táctil de las densas nubes con blancos níveos que presiden la zona superior de la fotografía, en la que se observan muy pocas personas y se palpa un contexto de gran calma.
Debajo de la página de la derecha hay un texto, algo que también ocurre con muchas otras imágenes del libro.
La fotógrafa explica que cada foto va acompañada de un testimonio de personas que habitan desde hace décadas o habitaron en el pasado en estas ciudades cerradas.
Segundos después, los asistentes contemplan en pantalla la fotografía de varios bloques de viviendas construidos durante la segunda mitad de los años cincuenta en un barrio de la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45.
La calidad de la imagen, reproducida en el libro en tamaño 33,5 x 20,5 cm, es espléndida, y confirma la gran adecuación del sensor X-Trans formato APS-C de Fuji para conseguir imágenes profesionales, con un extraordinario nivel de detalle, plasmación muy fidedigna de texturas (especialmente visible en las rocas que ocupan la zona inferior de la fotografía y las paredes algo desgastadas de los edificios situados al fondo) y extensos matices de colores (algo especialmente palpable en la gran variedad de verdes y azules presentes en la imagen), todo ello con una muy atractiva estética de imagen fílmica que evoca por momentos la diapositiva color Fuji Provia 100F.
La calidad de luz natural de esta fotografía es sencillamente espectacular, así como la precisión en la reproducción de texturas de las nubes sobre los bloques de viviendas.
La contemplación de este video está siendo una experiencia inolvidable para el numeroso público asistente, a quienes la autora del libro explica en estos momentos que entre mediados de los años cincuenta y noventa era en cierto modo un privilegio vivir en los bloques de viviendas de ciudades cerradas como Krasnoyarsk 45, porque estaban pobladas por científicos de muy alto nivel, procedentes de las mejores universidades rusas, que echaron raíces y crearon familias dentro de ellas, ya que que estaban bien cuidados y abastecidos de todo lo necesario.
Esta presentación tuvo además momentos de notable interés, catalizados por la conversación entre la autora del libro y las personas asistentes.
Aquí vemos a Paloma Castellanos (Historiadora del Arte y Periodista, especialista en Fotografía, Artes Visuales y Documentación, todo un referente en este ámbito, habiendo trabajado en Patrimonio Nacional, Palacio Real de Madrid, Ministerio de Cultura, Subdirección de Promoción del Arte, Archivo General de la Administración y Museo Reina Sofía, Museo Picasso de Málaga, Agencia EFE, Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana, Centro Nacional de la Energía, Fundación Carlos de Amberes, Fundación Diario Madrid, Asociación de Periodistas Europeos, autora del primer Diccionario Histórico de la Fotografía editado en España, asesora cultural, guionista y realizadora para televisión en programas como » Luces y Sombras » , dedicado a la fotografía, » Pinceladas «, arte contemporáneo en todos sus contextos, y ha sido comisaria de exposiciones para el, Ministerio de Cultura, Círculo de Bellas Artes de Madrid, Fundación Diario Madrid, etc) dialogando con Esther Garrison.
A la pregunta de que sintió después de regresar de su viaje a las ciudades cerradas rusas en Siberia, Esther Garrison responde que una mezcla de incredulidad, desconcierto y confusión, que persisten cuando mira hacia atrás.
De repente, comienzan a aparecer en pantalla más fotografías de edificios de la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45.
Pese a que no es en absoluto una fotógrafa de arquitectura y las tres ópticas fijas de distintas focales que usa están a años luz de la optimización para este género fotográfico de las cámaras de gran formato (que consiguen que el eje óptico de la cámara no pase necesariamente por el centro de la imagen o también que ese eje óptico no incida de forma perpendicular en el plano donde la imagen se forma.), de referentes mundiales en formato medio optimizados para arquitectura como la Hasselblad SWC con objetivo Carl Zeiss Biogon 38 mm f/4.5 (equivalente a un 21 mm f/4.5), de los objetivos con control de perspectiva que cambian el plano de enfoque de una escena como el Canon TS-E 24 mm f/3.5L II, el PC Nikkor 19 mm f/4E ED, o bien de los objetivos fijos estratosféricos para arquitectura con cámaras formato 24 x 36 mm como el Leica Elmarit-R 19 mm f/2.8 Versión 2 de enfoque manual ( diseñado por Walter Mandler en 1990), el Olympus OM Zuiko 21 mm f/2 de enfoque manual de 1979, o zooms con gran control de la distorsión como el Canon EF 16-35 mm f/2.8L III USM, el AF-S Nikkor 14-24 mm f/2.8G ED y otros,
Esther Garrison hace muy buenas fotos de arquitectura, que destacan sobre todo por el modo en que consigue realzar su esencia, con una lucha infatigable para captar las estructuras y edificios en los momentos del día en que pueda encontrar las calidades y direcciones de luz que más favorezcan su personalidad y diseño, tal y como ocurre con este edificio de la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45, fotografiado con encuadre vertical,
al igual que esta otra imagen, hecha también en Krasnoyarsk 45, pocos minutos antes del anochecer,
y en la que la fotógrafa ha plasmado con maestría la singular belleza de este antiguo bloque de viviendas construido a mediados de los años cincuenta, potenciada por la fusión entre los postreros atisbos de luz natural del día y las distintas fuentes de luz artificial que iluminan el interior de cada vivienda.
Sea como fuere, Esther Garrison insiste al auditorio en que sus fotografías se centran esencialmente en documentar la relación entre las personas y su entorno natural y urbano, pasado y futuro.
A continuación, aparece en pantalla la fotografía de una pareja de gatos, hecha en la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45.
Esther Garrison siempre ha tenido una gran pasión por los gatos, que son sus animales favoritos, y en este sentido, sus cuatro gatos Indy, Loki, Yoda y Popeye fueron decisivos para liberarla de stress en las fases más duras de edición de fotografías y posterior preparación del libro.
La selección de fotografías hecha por Esther Garrison en este video continúa visionándose en pantalla, y llega ahora el turno de una imagen captada también en la ciudad cerrada de Krasnoyarsk 45, casi al anochecer, con muy bajas condiciones de luz, y personas que caminan bajo una lluvia intensa junto a un edificio muy antiguo, construido a mediados de los años cincuenta, y que está visiblemente deteriorado, especialmente sus muros desconchados a la izquierda de la imagen.
Una vez más, la fotógrafa muestra su talento, haciendo una fotografía muy significativa, que refleja fielmente el contexto diario austero de esta ciudad habitada mayormente por científicos y sus familias.
Pero a la vez, la imagen rezuma palpable dinamismo, generado por una composición que enfatiza al hombre visible a la derecha de la imagen, captado justo en el momento en que situado delante de la zona inferior de la gran puerta del edificio, avanza con idéntico sentido de marcha que las otras tres personas que aparecen a la izquierda, que a su vez caminan en dirección opuesta a la del coche que se aproxima hacia ellas.
Esta sensación de movimiento de la imagen es reforzada por el cuerpo completo borroso por trepidación, fruto de la baja velocidad de obturación utilizada, del hombre que camina a la derecha de la imagen, así como la pierna, pie derecho y bolsas de la mujer con paraguas próxima a cámara y los cuerpos completos y bolsas del matrimonio más cercano al coche, que aparecen también trémulos por trepidación.
Espectacular de nuevo el trabajo de Gráficas Palermo consiguiendo reproducir en el papel de muy alta calidad del fotolibro tanto la bellísima tonalidad azul de las jambas y dintel de la gran puerta más allá del hombre visible a la derecha de la fotografía como la amplia gama de verdes presente en el árbol a la izquierda, la zona inferior izquierda deteriorada del edificio, la zona central que separa ambas jambas de la mencionada puerta de grandes dimensiones, y los ladrillos que jalonan su umbral.
Segundos después, Esther Garrison cede la palabra a Dmitry Sokolov, Ministro Consejero de la Embajada de la Federación Rusa, que se conmueve al ver en imagen dos páginas del libro con sendas fotos hechas junto al tren Transiberiano a punto de partir desde Moscú.
Dmitry Sokolov, hombre de gran cultura y experiencia, enamorado de España, con profundo conocimiento del idioma español (fue alumno de María Rodríguez y Pilar Pallarés Álvarez, extraordinarias profesoras de español en el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú desde 1957, que fueron decisivas en la elaboración de métodos de enseñanza de español para rusos) y con un gran conocimiento de economía internacional, que ha impartido conferencias en la Universidad Complutense de Madrid, en la Fundación FRESEI de Estudios Estratégicos e Internacionales en Pozuelo de Alarcón (Madrid), así como en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, que ha participado en el programa de radio Intereconomía y ha escrito artículos en el diario El Independiente, explica que el tren Transiberiano sigue siendo la Joya de la Corona de Rusia, un país enorme, con 11 husos horarios distintos, y cuya geografía es recorrida en gran medida por este mítico ferrocarril.
Y recomienda visitar Siberia, porque es una zona con paisajes bellísimos y ciudades que se construyeron en el cruce de la línea principal del tren Transiberiano con los ríos más importantes : Omsk, Novosibirsk, Krasnoiarsk, Irkutsk, Jabárovsk, Vladivostok, etc.
Habla también del Lago Baikal, con sus aguas de excepcional transparencia, a través de las que se puede ver hasta 40 metros de profundidad en primavera, y que constituye la mayor reserva de agua dulce del mundo.
Elogia también el fotolibro » Trans-Siberian to the Closed City » de Esther Garrison y su gran talento como fotógrafa.
Y cuando aparece en pantalla la fotografía de una mujer rusa profundamente dormida en el interior de un tren Transiberiano que avanza hacia el este de Rusia desde Moscú, Dmitry Sokolov abunda en que viajar en este famoso ferrocarril es una experiencia única e inolvidable.
Llega ahora el turno de una nueva fotografía, hecha muy pocos minutos antes de la puesta de sol, junto a la orilla del río Kan en la ciudad cerrada de Krasnoyarsk, y en la que aparecen en primer plano dos bancos de piedra pintados parcialmente de verde, una papelera pintada de verde y rosa y un columpio con cubierta metálica.
La fotógrafa aprovecha la luz difusa muy cálida del momento para convertir lo cotidiano en especial, creando un bello paisaje cuyo epicentro es la cubierta metálica sobre el columpio, que refulge con una atractiva tonalidad dorada, en plena simbiosis cromática con la madera del columpio, las distintas gamas de verdes presentes en ambos bancos, hierba, bosque al fondo de la imagen y las dos plantas visibles a la derecha, el tono ocre del montículo adyacente al río, los azules claros del río y el cielo azul casi despejado con algunas nubes alargadas en la zona superior derecha de la fotografía.
Es además una imagen con muy extensa profundidad de campo, por lo que una gran nitidez abarca la totalidad de la superficie de la fotografía, desde el borde inferior hasta las áreas más lejanas del bosque visible al fondo, con el beneficio añadido de los muy bellos contrastes y colores brillantes y resplandecientes que genera la luz suave.
En las imágenes de Esther Garrison se percibe claramente una estética muy bella y cuidada.
Angélica Suela de la Llave está entusiasmada.
La RSF siempre ha apostado por el fotolibro como objeto tangible difusor de las imágenes de buenos fotógrafos y fotógrafas, algo que se tiene en las manos, que se observa y cataliza experiencias multisensoriales, que se puede oler, ver qué peso tiene, tocarlo, sentirlo, disfrutar las fotografías que contiene, palpar la textura de sus páginas y ver las imágenes reproducidas en papel de alta calidad, ya que junto con una exposición fotográfica, es el mejor medio para mostrarlas, tal y como ocurre con las imágenes de este fotolibro, que lucen de modo fantástico y tienen muchísima más calidad impresas en sus páginas de papel que en la pantalla de un ordenador.
Porque el fotolibro es una obra única en la que las fotografías fraguan el relato y responden a un concepto de autor, pero que a la vez es creada mediante la eficaz comunicación del autor con los integrantes de un equipo dotado de especialistas en distintos ámbitos ( diseño, grafismo, tipografía, secuencia de imágenes, maquetación, texto, encuadernación, preimpresión, impresión, etc).
No es pues de extrañar que los fotolibros hayan evolucionado enormemente y ocupen en estos momentos una posición fundamental en la fotografía contemporánea, hasta el punto de que se están produciendo más fotolibros que nunca, hay cada vez más un renacimiento del objeto impreso, y especialmente los fotógrafos han encontrado en este formato una herramienta óptima para mostrar sus imágenes, además de un espacio perfecto para desarrollar su creatividad.
Surge ahora en pantalla la página del libro en la que hay un antiguo mapa de la Unión Soviética en el que no aparece Krasnoyarsk 45. A la derecha de dicho mapa, puede verse el pequeño libreto adosado de color rojo que incluye varias fotografías muy interesantes en blanco y negro hechas durante los años sesenta de familias y personas que vivían por entonces en esta ciudad cerrada, imágenes que fueron captadas con cámaras Zenit-3M formato 24 x 36 mm con objetivo Industar-50 50 mm f/3.5 (también se hicieron en aquella época fotografías dentro de Krasnoyarsk 45 con algunas cámaras telemétricas Iskra de formato medio 6 x 6 cm).
La presentación del libro está a punto de terminar.
Esther Garrison rememora de nuevo con entusiasmo, para todos los presentes, el viaje inolvidable que hizo para llegar a Siberia, atravesando muchas ciudades rusas.
Aparece ahora en imagen un mapa de la ruta que realizó la fotógrafa en 2018 dentro del tren Transiberiano, comenzando en Moscú y siguiendo por las ciudades de Vladimir, Nizhny Novgorod, Kirov, Perm, Yekaterinburg, Tyumen, Novosibirsk, Krasnoyarsk, Taishet, Irkutsk y Ulan-Ude.
Un largo periplo en el que relata como conoció a gente muy interesante, incluyendo sus famosas azafatas, llamadas provodnitzas, además de visitar muchos lugares únicos y vivir en primera persona anécdotas inolvidables.
Esther Garrison indica también en el mapa la zona entre el óblast (provincia) de Irkutsk en el noroeste y Buratia en el sureste, donde está el maravilloso Lago Baikal, el más profundo del mundo, con 1680 m, que visitó y pudo admirar, especialmente su isla Olkhon, con fabulosas puestas de sol.
La presentación del libro acaba de terminar y el abundante público asistente aplaude con ganas durante muchos segundos.
Esther Garrison entra brevemente en profunda introspección. El camino hasta llegar a poder hacer este fotolibro ha sido largo y lleno de sacrificios, pero ha merecido la pena.
A continuación, y durante aproximadamente media hora, entre las 21:00 h y las 21:30 h, los asistentes charlaron en animada conversación dentro del salón principal de la RSF.
El fotógrafo José Santos y Paloma Castellanos dentro del salón principal de la RSF pocos minutos después de la finalización de la presentación del libro » Trans-Siberian to the Closed City » de Esther Garrison.
Hace nueve años, entre el 11 de mayo y el 7 de junio de 2016, José Santos Mingot presentó en la RSF su exposición » Ausencias «, que reveló su gran talla para transmitir sensaciones de nostalgia y tristeza, creando imágenes que aúnan emoción y gran potencia visual, en simbiosis con composiciones limpias y ordenadas, aderezadas por abundancia de elementos geométricos.
Francesco Pintón conversando con una de las personas asistentes a esta presentación.
Francesco Pintón es hoy por hoy un referente internacional en fotografía de arquitectura y social, especializado en crear imágenes que transmiten fielmente los valores y esencia de las entidades, estudios de arquitectura, corporaciones, empresas y profesionales de todo tipo para los que trabaja, siéndoles de gran ayuda para optimizar su posicionamiento en el mercado y conseguir más y mejores clientes, ámbito en el que es un experto de talla mundial.
Ha fotografiado una amplia gama de espacios, entre los que destacan las Oficinas MU MA del arquitecto Luis Vidal en Madrid, Aribau Arquitectos, el Edificio CentroCentro Palacio de Comunicaciones (shooting fotográfico para el Ayuntamiento de Madrid), el Hotel Barceló Torre de Madrid, el Hotel Gran Meliá Palacio Los Duques, el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, el Restaurante KMO Sede Inditex, el MediaLab Prado (Shooting Fotográfico para el Ayuntamiento de Madrid), el Teatro Español, el Hotel Only You Atocha, el Hotel Pestana CR7 Gran Vía 29, el Hotel Aloft Madrid, el Hotel Bastardo 1 de Madrid, el Edificio Aulario de la Universidad Alioune Diop en Bambey (Senegal) para la Oficina de Arquitectura IDOM, etc.
Durante la segunda mitad de los años ochenta y década de los noventa, Francesco Pintón fue un gran fotógrafo de moda, que trabajó para L´Oreal Professional y Wella, así como para las revistas Elle, Cosmopolitan, Down Town y otras, una época en la que hacía fotos con cámaras Hasselblad de formato medio 6 x 6 cm y Pentax 6 x 7 cm, usando películas químicas y haciendo reportajes tanto en estudio como en exteriores.
En aquellos tiempos había que ser muy preciso en todo, porque cualquier error en las fases de creación de imagen significaba tener que empezar de nuevo, por lo que Francesco Pintón desarrolló un enorme perfeccionismo, que compartió con otros grandes fotógrafos de moda que también usaron durante esos años cámaras analógicas de formato medio Hasselblad ( Gilles Bensimon, Herb Ritts, Victor Skrebneski, Patrick Demarchelier, Clive Arrowsmith, etc) y Pentax 6 x 7 ( Terence Donovan, Steven Meisel, Peter Lindbergh, Bruce Weber, Mario Testino, Tim Walker, Albert Watson, Tony Durán, Sante d´Horacio, etc).
Paloma Castellanos conversando con Dmitry Sokolov junto a la entrada de la RSF.
Esther Garrison charlando con Francesco Pintón.,
Son las 21:32 h y casi todo el mundo ha abandonado ya la sala de la RSF, en la que Esther Garrison posa de nuevo con su fotolibro » Trans-Siberian to the Closed City», que acaba de presentar. Sigue visiblemente emocionada y está feliz, porque ha recibido el calor humano y apoyo de muchas personas entusiastas de la fotografía (bastantes de ellas fotógrafos y fotógrafas profesionales con mucha carretera corrida) que han venido en persona para apoyarla y expresarle su admiración.
Hay muchísimo nivel de ímprobo esfuerzo y pasión por la fotografía vertidos en este fotolibro, que su autora sujeta entre sus manos y acaricia con cariño.
Esta presentación del fotolibro » Trans-Siberian to the Old City » de Esther Garrison ha sido el broche de oro al 125 Aniversario de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid (la más antigua de España), junto con las recientes exposiciones » Conversaciones en Silencio » de Julio López Saguar (7 de noviembre-7 de diciembre de 2024), la conferencia » Un Viaje Alrededor de la Fotografía. De las Letras a Lavapiés » impartida por Paloma Castellanos el 14 de noviembre de 2024 y la exposición » Reino Animal » de Luis Castelo ( 10 de diciembre-11 de enero de 2024).