ROBERT CAPA EN BILBAO : LA IMPRONTA FOTOGRÁFICA DE UN GENIO

Texto y Fotos Indicadas : José Manuel Serrano Esparza 

Fecha: 12/12/2024


Durante la segunda semana de mayo de 1937, Robert Capa hizo en la zona de El Arenal de Bilbao varias fotos ciertamente estratosféricas en las que mostró su inmenso talento como fotógrafo de guerra, una gran velocidad de movimientos e intuición para saber ver la foto, así como una increíble capacidad para acercarse al máximo posible a las personas fotografiadas sin ser detectado y una fabulosa precisión al apretar el botón liberador de su cámara telemétrica 


© jmse 

Leica II (Model D), creada en 1932 por Oskar Barnack (Director de Mecánica Miniaturizada de la empresa Ernst Leitz en Wetzlar, Alemania) con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 de 4 elementos en 3 grupos diseñado por Max Berek (Director del Departamento de Óptica Fotográfica de Ernst Leitz Wetzlar) en 1924, para captar instantes definitorios repletos de dinamismo y dramáticos a más no poder. 

Estas son las imágenes : 

Foto 1 : 

Photo : Robert Capa / © ICP New York

Fotografía hecha por Robert Capa en Bilbao en mayo de 1937 durante un bombardeo aéreo.

En imagen aparecen nueve personas, de las cuales seis están mirando al cielo, viendo los aviones alemanes Junker Ju 52, Heinkel He52 e italianos Savoia Marchetti SM 79 que vuelan sobre ellos en medio de las sirenas de la alarma aérea que no dejan de sonar. 

Los dos personajes más importantes de la fotografía son la madre y su pequeña hija, visibles a la derecha de la imagen, y que caminan hacia el fotógrafo.

La madre lleva a su hija agarrada con su mano derecha y tiene un semblante ansioso mientras mira fijamente a los aviones en el cielo.

Su expresión facial revela miedo con respecto a la seguridad de su hija, por lo que intenta ponerla a salvo lo antes posible. 

Pero Robert Capa, siempre atento a los más pequeños detalles que marcan la diferencia, se ha dado cuenta de que a consecuencia del stress y las prisas al empezar la huida, la madre ha abrochado mal los botones del abrigo de su hija, cuya parte izquierda sobresale en exceso por debajo de su rodilla izquierda y simultáneamente toca la zona inferior derecha del largo abrigo de su madre, reforzando el sentido de vínculo indisoluble entre ambas. 

El fotógrafo capta un instante definitorio con gran contraste entre la plena conciencia del peligro por parte de la madre que está con la boca abierta y apretando los dientes y la niña pequeña que avanza absorta en sus pensamientos con la boca cerrada, ajena al riesgo de ser impactada por alguna de las bombas de aviación.

Por otra parte, hay dos detalles más que aumentan significativamente la intensidad de esta escena repleta de tensión : 

a) La madre está agarrando con mucha fuerza los dedos de la mano izquierda de su hija, que aparecen muy apretados y rodeados por el pulgar y dedo índice de su madre, que casi se tocan.

b) Los dedos de la mano izquierda de la madre están en tensión, con el pulgar totalmente extendido. 

Esta mujer está claramente en modo supervivencia, sometida a stress y con sólo una cosa en la cabeza : proteger a su hija del bombardeo de aviación y llevarla a un lugar seguro lo antes posible.

La fotografía tiene una gran profundidad de campo, con nitidez desde la zona inferior de la imagen hasta el edificio al fondo del todo, por lo que Robert Capa hizo la foto probablemente a f/8 o f/11, lo cual hace posible que se puedan leer perfectamente las letras del anuncio detrás del hombro izquierdo de la madre y discernir el coche aparcado junto a él, así como el hombre que está de pie detrás del vehículo, mirando también los aviones que sobrevuelan el cielo de Bilbao. 

Por otra parte, la mitad izquierda de la foto está ocupada por seis personas que están de pie. 

Cuatro de ellas están mirando al cielo, observando los aviones. 

El hombre que lleva un bastón para caminar en su mano derecha está mirando fijamente a los aviones atacantes, mientras intenta relajarse fumando un cigarrillo que sujeta con su mano izquierda.

Podría ser un soldado republicano herido y convaleciente (habían tenido lugar muchos combates terrestres en Vizcaya desde marzo de 1937), por el tipo de gorra y que parece tratarse de un hombre de aproximadamente 30 años. 

Hay dos mujeres detrás de él. Ambas están mirando los aviones atacantes, mientras otra mujer vestida de blanco camina absorta en sus pensamientos hacia la izquierda de la imagen, tal y como indica la punta de su zapato izquierdo que sobresale junto a la zona inferior de la parte izquierda del abrigo de la niña. 

Esta mujer parece estar transportando una prenda de vestir oscura en su mano derecha. 

Mientras tanto, un anciano muy alto con impermeable largo y boina está de pie a la izquierda del todo de la imagen viendo los ataques de los bombarderos alemanes e italianos durante su ataque sobre Bilbao.

Robert Capa se ha dado cuenta de que, a diferencia del resto de personas adultas que aparecen en imagen, este hombre se muestra relativamente tranquilo, con su brazo y mano izquierdos apoyados sobre su cuerpo y su mano derecha dentro del bolsillo derecho de su chaqueta oscura. 

Desde un punto de vista compositivo, Capa crea una línea diagonal muy potente formada por las cabezas de los dos hombres y la madre de la niña que miran a los aviones en el cielo y definen en gran medida la imagen, transmitiendo una sensación de miedo y peligro, potenciada por las dos mujeres visibles al fondo a la izquierda, que miran fijamente a los aviones atacantes. 

Por otra parte, la notable profundidad de campo de la fotografía permite discernir los hombros y cabeza de un hombre que está de pie, detrás del coche que se aprecia a la derecha del todo de la imagen, mirando también los aviones alemanes e italianos en el cielo, lo cual aumenta todavía más el dramatismo de la imagen. 

Foto 2 : 

Photo : Robert Capa / © ICP New York

Fotografía hecha por Robert Capa en medio de un bombardeo de aviones alemanes e italianos sobre la ciudad de Bilbao durante la segunda semana de mayo de 1937, con la que enfatiza a las tres personas más próximas a él : dos mujeres y un hombre que están corriendo intentando llegar a un refugio para ponerse a salvo. 

Es un tiro muy rápido e instintivo, con encuadre vertical, en el que el timing al apretar el botón liberador de su cámara por parte de Robert Capa es increíblemente preciso, captando a la mujer que está a la derecha del todo de la imagen en pleno sprint, con ambas piernas en el aire : la derecha a muy pocos centímetros del suelo y la izquierda totalmentte extendida, con la punta del pie en posición vertical sobre el suelo.

De modo simultáneo, Robert Capa, siempre atento a los pequeños detalles que marcan la diferencia, ha captado también a una segunda mujer, vestida con falda blanca, que corre igualmente hacia la izquierda de la imagen, pero en circunstancias más difíciles, porque está avanzando con su pie derecho a muy pocos centímetros del borde de la acera y el izquierdo sobre los últimos centímetros de suelo de dicha acera, lo cual da sensación de equilibrio inestable, porque esta mujer está claramente luchando para no caer al suelo, tal y como indica la posición y gesto de su mano izquierda. 

La velocidad al correr de esta segunda mujer es visiblemente más lenta que la de la mujer que avanza junto a ella, porque además, está sujetando un abrigo con su mano derecha. 

Por otra parte, la zona inmediatamente adyacente al borde de la acera está llena de agua y grasa, por lo que esta mujer puede resbalar en cualquier momento, algo que podría ocurrir también con la mujer que corre junto a ella, cuyos pies están a punto de apoyarse sobre manchas de aceite, mientras una de las vías del tranvía que cruza esta zona de Bilbao es visible en la zona inferior derecha de la fotografía. 

Además, Robert Capa ha conseguido con gran habilidad captar al hombre que corre en la zona superior izquierda de la imagen justo en el momento en que está totalmente en el aire con las piernas abiertas, sin que sus pies toquen el suelo, mientras fuma un cigarrillo que sujeta con su mano izquierda, potenciando enormemente, todavía más, la sensación de movimiento de esta fotografía. 

El epicentro de la acción está constituido por estas tres personas que corren hacia la izquierda de la imagen, con las que Robert Capa transmite una intensa sensación de movimiento a cualquier observador de la foto, además de plasmar con gran maestría el miedo y angustia experimentado por ellos. 

Pero hay más, mucho más. 

De modo muy rápido, Capa ha creado una composición que introduce ocho personas más en el encuadre y que establecen un marcado contraste con los tres principales personajes de la foto : 

– Las dos mujeres que están cerca de la esquina superior izquierda de la imagen. Ambas están caminando relativamente deprisa, es decir, no están corriendo en absoluto, tal y como indica la posición de la mano izquierda de la mujer, cuya cabeza está cerca de la cara del hombre que corre en la foto.  

– El hombre con gafas y abrigo largo que aparece borroso por trepidación y está saliendo tranquilamente del portal de su casa, sujetando un periódico con su mano derecha. 

– Las tres personas que miran a través del escaparate de una tienda : todas ellas se encuentran mirando distintos artículos a la venta, totalmente estáticas , ajenas a lo que está ocurriendo y al peligro generado por los aviones que sueltan sus bombas sobre el centro de Bilbao.

– Las dos ancianas visibles en la zona superior derecha de la imagen. Caminan todo lo rápido que pueden, pero evidentemente, su velocidad es mucho más lenta que la de los tres personajes principales de la foto, tal y como demuestra la posición de las manos de la mujer visible cerca del borde derecho de la foto, que están relajadas sobre la zona de su abdomen, mientras que la otra mujer junto a ella, la de mayor edad, está caminando con dificultad y necesita mucho más esfuerzo para proseguir su marcha, tal y como revela la posición de su brazo izquierdo extendido a media altura intentando mantener el equilibrio mientras avanza.

Robert Capa se ha dado cuenta también de que esta mujer ha sido sorprendida por el ataque aéreo mientras hacía la comida, tal y como indica el delantal claro que lleva atado a su cintura. 

Desde un punto de vista global, esta fotografía capta un instante definitorio, la verdadera atmósfera del lugar durante un bombardeo de aviación, y como cada ser humano reacciona de modo diferente bajo un contexto de gran peligro como éste, en el que la posibilidad de ser alcanzado por una bomba no es pequeña, puesto que los aviones alemanes e italianos están volando por encima de ellos. 

Esta foto demuestra que cámaras telemétricas muy pequeñas como la Leica II (Model D) significaron una revolución en el desarrollo del fotoperiodismo, disparando a pulso con gran comodidad y libertad de movimientos, conforme a los principios básicos establecidos por Oskar Barnack, a diferencia de las cámaras previas de medio formato y gran formato, que eran de gran tamaño, muy pesadas, incómodas de manejar y que con frecuencia necesitaban usar trípode y tiempos de exposición mucho más largos para hacer las fotos, lo cual hacía virtualmente imposible disparar a pulso sin obtener imágenes trepidadas. 

Por tanto, la cámara fotográfica, era ante todo y para todo una herramienta fotográfica para Robert Capa, independientemente de la marca. 

Pero no es menos cierto que el tamaño y peso muy pequeño de la Leica II (Model D) y las dimensiones muy reducidas y notable ligereza del objetivo Leitz Elmar 5 cm f/3.5 acoplado a ella eran muy útiles para conseguir la foto, porque esta era la combinación más cómoda para disparar a pulso en contextos repletos de tensión como éste, desde distancias muy próximas a los sujetos.

Ni que decir tiene que Robert Capa, que utilizó película de blanco y negro Eastman Kodak Nitrate Panchromatic con sensibilidad Weston 32 (equivalente a ISO 40) para hacer esta foto, confirma la eficacia de los principios fundamentales de Oskar Barnack,consiguiendo captar de modo absolutamente discreto, sin ser visto, esta impresionante foto en una fracción de segundo, disparando a pulso con gran velocidad y creando una imagen atemporal, con la inestimable ayuda del casi imperceptible ruido generado por el obturador plano-focal totalmente mecánico, de recorrido horizontal y cortinillas de seda de la Leica II (Model D) al ser liberado. 

Por otra parte, la foto exhibe una gran profundidad de campo que se extiende desde la vía del tranvía hasta el cristal del escaparate de la tienda, ya que la foto fue probablemente hecha a f/11 y con una velocidad de obturación lenta de 1/30 s o 1/45 s, posible gracias a la ausencia de espejo basculante inherente a las cámaras telemétricas, mientras que las cámaras réflex tienen dificultades para conseguir fotos nítidas con objetivos de 50 mm y focales más largas disparando a pulso con velocidades de obturación por debajo de 1/60 s. 

Y ésto revela un aspecto muy importante relacionado con el modo en que Robert Capa hacía fotos con su cámara telemétrica Leica II Model D (algo que después realizaría también con su Contax II) : aunque la Leica II disponía de telémetro integrado en el cuerpo de cámara y un ocular en forma de ventanilla redonde para hacer el enfoque con muy buena precisión, Capa sólo lo utilizaba cuando era necesario para hacer fotos a los diafragmas más abiertos. 

Pero la mayoría de las veces, utilizaba el autofocus más rápido existente entonces y también hoy en día : el enfoque por zonas, que consigue muy buena nitidez, basado en la distancia hiperfocal (es decir, el punto de enfoque calculado dependiendo de la longitud focal del objetivo, la apertura usada y la profundidad de campo necesaria). 

Robert Capa generalmente seleccionaba f/8 o f/11 para conseguir gran profundidad de campo y nitidez, haciendo las fotos de modo muy rápido, sin tener que girar el barrilete del objetivo Leitz Elmar 5 cm f/2 para obtener enfoque preciso. 

Así pues, Robert Capa hacía las fotos levantando la cámara a la altura de sus ojos y disparando a enorme velocidad, porque para él, lo más importante era conseguir la foto y captar los momentos más decisivos. 

Ese es el motivo por el que algunas de sus mejores fotos, hechas en los cinco continentes donde captó imágenes entre 1932 y 1954, están ligeramente desenfocadas. 

Foto 3 : 

Photo : Robert Capa / © ICP New York

Fotografía hecha el mismo día de la segunda semana de mayo de 1937 por Robert Capa en una calle de Bilbao y en la que muestra una vez más su asombrosa precisión en el timing al apretar el botón obturador de su cámara para captar instantes decisivos, pero ahora opta por hacer un encuadre vertical con una composición que enfatiza a las cuatro personas que corren (probablemente la familia completa) avanzando hacia la izquierda de la imagen : 

Todos ellos han sido captados de modo magistral, transmitiendo la imagen una gran sensación de movimiento, peligro y stress a cualquier observador de la fotografía : 

– El hombre que corre es plasmado volando durante su sprint, con ambos pies en el aire, sin tocar el suelo.

Sus brazos y manos aparecen borrosos por trepidación, fruto de la baja velocidad de obturación, al igual que sus pies, indicando claramente que corre rápidamente hacia un lugar seguro, del mismo modo que su mujer y sus dos hijos, que corren junto a él. 

Sus piernas están muy separadas, la derecha paralela al suelo, y la zona inferior delantera de sus pantalones cerca de su zapato izquierdo aparece extendida hacia adelante como consecuencia de la velocidad de su carrera, aportando a la imagen notable dinamismo.

Pero Robert Capa percibe que a diferencia del resrto de personas que aparecen en escena, hay algo único en el comportamiento de este hombre : está observando el cielo mientras corre a través de la calle, con sus ojos mirando fijamentte a los bombarderos alemanes e italianos que atacan la ciudad y avanzan en dirección opuesta. 

– La mujer del hombre que corre, vestida con falda y chaqueta claras así como camisa oscura, está también corriendo y ha sido captada por Capa con su pierna y pie izquierdo en el aire y la punta de su zapato derecho apoyada sobre el suelo, transmitiendo igualmente una vívida sensación motriz, potenciada por su pierna izquierda, zapato izquierdo y mano derecha, que aparecen algo borrosas por trepidación.

Pero pese a estar corriendo, como consecuencia de su instinto protector como madre, esta mujer ralentiza un poco su ritmo al avanzar (tal y como indica la posición de su mano izquierda cerca de su pecho, la mano derecha pegada a la zona derecha de su cintura y sus piernas mucho menos separadas que las de su marido) para poder adaptarse al ritmo de avance de sus dos hijos que corren tras ella, aunque no tan rápido, porque son todavía niños y no comprenden en toda su dimensión el riesgo para sus vidas.

– El niño de aproximadamente 8 años que corre a la derecha de su madre ha sido captado por Capa también completamene en el aire. Ni su pierna derecha ni su zapato izquierdo (que sobresale por debajo del área inferior de la falda de su madre) están tocando el suelo. 

La posición de su brazo izquierdo y especialmente su mano izquierda borrosa por trepidación transmiten una potente sensación de movimiento. 

– El segundo chico (un poco mayor que el que corre junto a su madre) puede ser parcialmente vislumbrado más allá de su padre que corre, con su zapato izquierdo trémulo, la pierna izquierda, el brazo izquierdo y la oreja izquierda visibles. 

Este chico está inclinado hacia adelante mientras corre, lo cual refuerza la sensación de movimiento. 

Conseguir esta foto con un encuadre vertical era algo de extrema dificultad, que precisaba disparar muy rápido y con increíble precisión, porque Capa eligió hacer una composición cuyos personajes principales son las cuatro personas que corren, pero introduciendo de modo simultáneo dentro del encuadre los posters de guerra pegados al fondo a la izquierda y la fachada principal metálica de un hotel (para situar la imagen en contexto), junto con cuatro personas más que aparecen al fondo a la derecha de la imagen : un hombre que mira uno de los posters, un hombre joven y un anciano que miran algo más allá de la carretera, un chico pequeño, situado a la derecha del todo de la imagen, de quien sólo se distingue su cabeza borrosa por trepicación y que corre hacia la derecha, y un hombre joven de quien sólo se distinguen su zapato derecho, pantalones, mano derecha y brazo derecho. 

Tal y como ocurrió en la fotografía previa, Robert Capa capta el marcado contraste entre la gente que corre buscando su seguridad en medio del ataque aéreo, con riesgo de ser impactados por bombas que caen o heridos por metralla, y otras personas que están quietas y reaccionan de modos distintos, además de introducir la vía del tranvía en la zona inferior del encuadre, indicando que se trata de la zona comercial de la ciudad, densamente poblada. 

Foto 4

Photo : Robert Capa / © ICP New York

Robert Capa fotografía a una madre que corre con su hija buscando un refugio en medio del fuerte sonido de las sirenas por alarma aérea, mientras los aviones alemanes e italianos bombardean Bilbao. 

Con impresionante pericia y talento, el fotógrafo realiza un encuadre vertical y gira la cámara aproximadamente 20º a la izquierda antes de apretar el botón liberador del obturador de su cámara Leica II (Model D) con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, obteniendo desde un punto de vista compositivo una potentísima diagonal ascendente izquierda derecha formada por la madre y su hija que corren hacia la derecha de la imagen, con sus cuerpos inclinados hacia adelante, lo cual confiere a la fotografía una gran sensación de movimiento, aumentada enormemente por los pies de ambas, que aparecen borrosos por trepidación, como consecuencia de la baja velocidad de obturación utilizada por el fotógrafo (probablemente 1/60 s o 1/30 s).

Por otra parte, el dramatismo de la escena es mucho mayor del que pudiera parecer en un principio, porque Robert Capa, siempre atento a los pequeños detalles que marcan la diferencia, se ha dado cuenta de que madre e hija acaban de iniciar la huída, saliendo de su casa apresuradamente, por miedo a ser sepultadas entre escombros por alguna bomba, y corren desesperadamente buscando un refugio subterráneo donde poder estar seguras, por lo que fruto del stress y el miedo, las dos se han puesto mal su abrigo : 

a) Puede apreciarse en imagen como la zona delantera del abrigo de la madre (cuya expresión facial muy convulsa revela gran preocupación y miedo por la integridad física de su hija) está a la altura del área derecha de su cintura.  

Es decir, no ha podido abrocharse el abrigo, porque la prioridad es huir lo más rápido posible hasta encontrar un lugar seguro. 

Además, con gran maestría y capacidad de observación, el fotógrafo ha captado el preciso instante en que a la vez que corre desesperadamente para poner a salvo a su hija, esta madre que lleva el abrigo desabrochado 

intenta meter la manga derecha del mismo en su brazo derecho, doblado casi en ángulo de 90º, haciendo un fuerte movimiento interno con él, de tal manera que casi lo consigue, y fuera de la manga únicamente sobresalen los dedos de su mano derecha, que aparecen borrosos por trepidación, al igual que la zona de dicha manga más adyacente a la mano, como consecuencia de la baja velocidad de obturación, y aumentan todavía más la extraordinaria sensación motriz que transmite esta imagen.      

b) La niña aparece en plena carrera ( tal y como indican especialmente su pierna y zapato izquierdo, borrosos por trepidación), mientras de modo simultáneo se esfuerza por abrocharse el abrigo con su mano derecha durante su sprint en el momento en que es captada, tal y como indica la zona inferior delantera derecha de su abrigo, que vuela hacia arriba como consecuencia de la velocidad a la que corre, mientras que Robert Capa, con gran pericia, corta el encuadre a la izquierda de la imagen justo donde comienza el zapato derecho de la niña, que está apoyado con su punta en el suelo en el instante en que todo su cuerpo descansa sobre su pie derecho, ya que el izquierdo, que aparece borroso por trepidación, está totalmente en el aire. 

Por otra parte, Robert Capa se ha dado cuenta además de que con la gran presión y tensión al comienzo de la huída de su casa en busca de cobijo seguro en un refugio subterráneo, esta niña no ha tenido tiempo de subirse el calcetín izquierdo. 

Existe además otro factor que realza aun más el dramatismo de la escena : el precario equilibrio con el que corre la madre de la niña, que avanza velozmente mientras sujeta con su mano izquierda unas gafas para visión de cerca y lo que parece ser una caja de cartón con huevos. 

Destaca también en la imagen el marcado contraste entre las dos principales protagonistas, que corren lo más rápido que pueden, y los dos hombres que aparecen caminando con relativa tranquilidad al fondo de la imagen : uno totalmente visible y con sus rasgos faciales discernibles, justo más allá de la niña, y otro al que tapa casi totalmente la madre que corre. 

El hombre del que se aprecia su rostro está mirando fijamente a Robert Capa, porque le llama poderosamente la atención lo concentrado que está, totalmente inmerso en pleno acto fotográfico, y con los cinco sentidos puestos en intentar hacer una buena foto, lo cual consigue plenamente. 

Y desde un punto de vista compositivo, el fotógrafo ha conseguido también con gran habilidad, talento y precisión en el timing al apretar el botón disparador de la cámara situar tanto a las dos protagonistas más importantes de la imagen como a los dos hombres parcialmente visibles al fondo entre las dos franjas verticales más oscuras de la fachada del edificio que se aprecia al fondo, enmarcándolos sabiamente, con las gafas para visión de cerca y la cesta de huevos que lleva la madre en su mano derecha casi tocando la  franja vertical más oscura de la derecha y la parte trasera del zapato derecho de la niña superando muy ligeramente el límite de la franja vertical izquierda más oscura. 

Finalmente, muy cerca de la esquina inferior derecha de la imagen vemos la zona más baja de la pierna, pantalón y el zapato de un hombre que, al igual que la madre y su hija, está corriendo a toda velocidad, tal y como indica la punta de su zapato, totalmente en el aire y perpendicular al suelo, lo cual añade todavía más dramatismo si cabe a esta extraordinaria fotografía. 

En 1932, siete años después de la introducción por Ernst Leitz Wetzlar (Alemania) de la Leica 1 (Model A), primera cámara formato 35 mm fabricada en serie, durante la Feria de Primavera de Leipzig en 1925, 


Leica II Model D formato 24 x 36 mm boca arriba. Puede apreciarse la gran belleza de líneas de esta cámara telemétrica, que se beneficia de la gran simbiosis entre el muy pequeño tamaño y peso del cuerpo de cámara y el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, de  dimensiones y peso también muy reducidos, con tan sólo 32 mm de longitud extendido y un peso de 111 gramos. © jmse


la empresa fotográfica alemana lanzó al mercado la Leica II (Model D), primer modelo con montura de rosca LTM39 que incluía un telémetro integrado en el cuerpo de cámara que conseguía una gran precisión de enfoque al girar el anillo del barrilete del objetivo hasta que las dos imágenes coincidían en una. 


Otra vista boca arriba de una cámara Leica II (Model D) en la que puede apreciarse su extraordinaria compacidad con el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/2 retráctil (cuya longitud se quedaba en 10 mm plegado, tal y como se aprecia en imagen), que permitía su muy fácil transporte, incluso dentro de un bolsillo del pantalón. © jmse 


Esta cámara significó un avance fundamental en la historia de Leica, porque aunque su telémetro integrado no era combinado con el visor (había dos oculares redondos situados a 37 mm de distancia entre sí, uno para enfocar y el otro para encuadrar), permitía un enfoque mucho más rápido y preciso que con los modelos de cámaras Leitz previos formato 24 x 36 mm con montura de rosca, además de poder acoplar una amplia gama de objetivos intercambiables. 

Tumba de Oskar Barnack, diseñador de la Leica II (Model D), en el cementerio de Wetzlar (Alemania). © jmse

La Leica II (Model D) fue un sueño hecho realidad por Oskar Barnack, Director de Diseño de Cámaras de Ernst Leitz Wetzlar, un genio de la mecánica miniturizada y la ingeniería industrial, que ya había sentado las bases para su nacimiento desde que creó el prototipo Ur-Leica dieciocho años antes, en 1914. 

Barnack percibió por vez primera las posibilidades reales de crear cámaras Leica formato 24 x 36 mm que aceptaran ópticas intercambiables con el modelo Leica 1 (Model C Non Standard Mount) fabricado en 1930 y 1931, aunque cada objetivo era acoplado a una cámara en concreto, porque la distancia de brida desde la montura hasta la película variaba con cada cámara. 

Un año más tarde, en 1931, Barnack consiguió finalmente su objetivo, creando la Leica 1 (Model C Standard Mount), producida entre 1931 y 1933, y primera Leica de la historia con objetivos intercambiables, en la que ya no era necesario acoplar cada objetivo a cada cuerpo de cámara, puesto que se fijó en 28.8 mm la distancia de brida desde la montura de rosca LTM39 al plano de película y todos los objetivos fueron fabricados conforme a dicha especificación a partir de ese momento. 

Leica II (Model D) de 1932 con objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, propiedad de Lars Netopil (Vicepresidente de la Leica Histórica Deutschland) dentro del Hotel Wetzlarer Hof durante una exhibición de cámaras Leica clásicas, objetivos y accesorios que realizó en 2010. © jmse 

Pero la Leica II (Model D) fabricada entre 1932 y 1948 se convirtió en un punto de inflexión en la historia de la empresa fotográfica alemana, porque aparte de ser capaz de acoplar una amplia variedad de objetivos Leitz de gran nivel óptico y mecánico, fue pionera en incorporar un telémetro dentro del cuerpo de cámara, evitando así el enfoque por estimación y la obtención de imágenes desenfocadas, algo que ocurría a veces con los modelos anteriores que carecían de telémetro integrado y utilizaban un visor externo tubular situado cerca del botón de rebobinado o bien telémetros externos que se insertaban dentro de la zapata de accesorios. 

Barnack demostró su tremenda pericia y experiencia mecánica, siendo capaz de introducir el telémetro de la Leica II (Model D) en el muy pequeño espacio disponible dentro de la cámara, un logro tecnológico muy relevante para la época. 

Además, tenía un visor incorporado para objetivos de 50 mm y velocidades de obturación entre 1/20 s y 1/500 s. 

Así pues, todos estos rasgos revolucionarios en su tiempo, conviertieron a la Leica II (Model D) en el primer auténtico sistema de cámara y objetivos de Ernst Leitz Wetzlar. 

Anuncio vintage original en páginas interiores de la revista norteamericana American Photography de 1932, anunciando el lanzamiento al mercado por Ernst Leitz Wetzlar de la cámara Leica II (Model D) acoplada a un objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, que fue especialmente promocionada en Estados Unidos por Central Camera Company 230 S. Wabash Avenue, Chicago, Illinois y E. Leitz Inc, Dpt. 101 60 East 10th Street, New York. 
Tumba de Max Berek en el cementerio de Wetzlar (Alemania). © jmse

Por otra parte, en 1932 había ya siete objetivos disponibles para la Leica II (Model D) : el Elmar 35 mm f/3.5, el Elmar 50 mm f/3.5, el Hektor 50 mm f/2.5, el Hektor 73 mm f/1.9, el fat Elmar 90 mm f/4, el Elmar 105 mm f/6.3 y el Elmar 135 mm f/4.5, que formaban un sistema fotográfico muy completo para la época y consolidaron la impecable simbiosis entre las hazañas mecánicas logradas por Oskar Barnack y el gran talento, conocimiento y experiencia del Profesor Max Berek, Jefe del Departamento Óptico de Ernst Leitz Wetzlar y diseñador de todos los objetivos Leitz desde la creación de los primeros Anastigmats 50 mm f/3.5 y Elmax 50 mm f/3.5 (con idéntica fórmula óptica y construcción mecánica, pero con distinto nombre) en 1923.

No obstante, la joya de la corona entre los objetivos Leitz para cámaras fotográficas formato 24 x 36 mm era el Leitz Elmar 50 mm f/3.5 de 4 elementos en 3 grupos, que generaba un gran poder de resolución para la época y que era en esos momentos la tercera mejor óptica standard de 50 mm del mundo, superado únicamente por el Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/1.5 de 7 elementos en 3 grupos y el Carl Zeiss Jena Sonnar 5 cm f/2 de 6 elementos en 3 grupos, diseñados por Ludwig Bertele en 1932, cuya calidad de imagen era ligeramente mejor, pero mucho más luminosos, aunque más grandes y pesados que el muy pequeño y ligero (111 gramos) Leitz Elmar 50 mm f/3.5, lo cual le convertía en una combinación imbatible desde el punto de vista de la compacidad y disparar a pulso con total comodidad desde distancias muy cortas en el epicentro de la acción.  


Objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5. Diseñado por Professor Max Berek en Wetzlar (Alemania) en 1924, fue durante muchas décadas el referente cualitativo óptico y mecánico de Leica, hasta el punto de que se fabricaron 497050 unidades entre 1924 y 1961, es decir, estuvo en producción durante 37 años y sólo fue superado en poder de resolución a partir de 1953 con los primeros objetivos Leitz Summicron 50 mm f/2 de 7 elementos en 6 grupos, con vidrio óptico especial LaK9 de alto poder de refracción y diafragma de 10 palas. © jmse


Los años treinta del siglo XX fueron una época en la que los objetivos standard de 50 mm eran las ópticas fotoperiodísticas por excelencia, por lo que tanto Oskar Barnack como el profesor Max Berek percibieron claramente que la Leica II (Model D) con el objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5 era una herramienta fotográfica muy eficaz, que representaba fielmente el principio fundamental establecido por Oskar Barnack en 1914 con la Ur-Leica y que ganó definitiva celebridad en 1932

© Leica Camera AG

con la famosa fotografía de dos leones en el zoo de Frankfurt am Main, hecha por Wilhelm Schack, que fue ampliada hasta tamaño 60 x 80 cm sobre papel fotográfico, preservando una asombrosa calidad de imagen gracias al gran poder de resolución del objetivo y la acutancia potenciada por el revelador Agfa Rodinal, optimizado para enfatizar la sensación visual de nitidez en contornos, mostrando las verdaderas capacidades de la Leica II (Model D) acoplada al objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5. 

De todos modos, hubo otro factor decisivo en el que Barnack había estado trabajando intensamente durante años : 

© Leica Camera AG

el obturador plano-focal totalmente mecánico de recorrido horizontal con cortinillas de seda de las cámaras Leitz con montura de rosca, mecanismo que había estado mejorando constantemente desde 1923. 

Barnack sabía que Zeiss ikon era la principal empresa rival de Ernst Leitz Wetzlar y había estudiado en profundidad el obturador plano-focal de recorrido vertical y cortinillas de metal de la cámara telemétrica Zeiss Ikon Contax I, dándose cuenta de que era un diseño tecnológicamente muy avanzado, pero sin mucha fiabilidad, porque consistía en una extructura muy compleja de engranajes como núcleo de un mecanismo global muy intrincado. 

Además, este obturador metálico de la Contax I, aunque superaba a la Leica II (Model D) en las velocidades más altas de obturación, llegando hasta 1/1000 s, había sido introducido en el mercado a toda prisa, sin hacer pruebas de fiabilidad tan sumamente exhaustivas como las realizadas durante años por Oskar Barnack y el Dr. Ludwig Leitz, porque la prioridad para Zeiss era competir con Leica. 

Y Oskar Barnack era plenamente consciente de que una característica vital para el éxito de la Leica II (Model D) con objetivos intercambiables era la fiabilidad de su obturador en las condiciones más duras, porque los fotógrafos profesionales utilizarían la cámara en contextos extremos donde la pondrían constantemente a prueba. 

Por lo que mantenerse fiel a ese principio le fue muy útil.

Sabía que con la tecnología existente en 1932, diseñar y fabricar un obturador con velocidad máxima más allá de 1/500 s aumentaría de modo significativo su complejidad, por lo que optó por preservar la velocidad más rápida de 1/500 s, mejorando varios importantes aspectos mecánicos que hicieron el obturador de la Leica II (Model D) cada vez más robusto y fiable, y en este aspecto, 

© Leica Camera AG      

el obturador Leitz plano-focal de recorrido horizontal y cortinillas de seda de la Leica II (Model D) era mejor que el de la Contax I.

Siempre luchando para superarse a sí mismo, entre 1932 y 1936 Oskar Barnack hizo muchas pruebas con una Leica II (Model D) a diferentes velocidades de obturación, captando imágenes de trenes que llegaban a la estación de Tren de Wetzlar, mientras Julius Huisgen (su hombre de confianza de laboratorio) hacía lo mismo con una Contax I, comparando después los resultados producidos por ambas cámaras.  

Barnack era plenamente consciente de que las guerras serían uno de los ámbitos en los que se utilizarían de modo intensivo las cámaras Leitz formato 24 x 36 mm con montura de rosca LTM39, por lo que consiguió desarrollar el excelente para su época obturador Leitz totalmente mecánico que prorizaba la admirable fiabilidad y una gran robustez, aventajando así a Zeiss Ikon en el mercado fotográfico, porque la Contax I era una cámara más grande, más pesada, casi un 50% más cara, más ruidosa y con un obturador menos fiable. 

Y aparte de este obturador mecánico de gran fiabilidad, la Leica II (Model D) sacaba provecho de otra cualidad que había sido introducida en esta cámara por Oskar Barnack en 1932, convirtiéndola en un auténtico caballo de batalla y aumentando su fiabilidad todavía más : el más robusto y estrecho botón de rebobinado con manivela desplegable que mejoraba la eficacia al rebobinar los carretes de película de 35 mm. 

Cinco años después, en 1937, la ciudad de Bilbao, sometida a bombardeos por aviones alemanes e italianos durante la Guerra Civil Española, revelaría el carácter visionario del genio Oskar Barnack, que previó el uso de cámaras telemétricas Leica con montura de rosca en fotografía de guerra, y que aprovecharían al máximo su revolucionario diseño para la época, tamaño muy pequeño, peso muy ligero, ruido casi imperceptible de su obturador y construcción mecánica artesanal manual de gran precisión. 

Es decir, la Leica II (Model D) fue un diseño simple pero de gran inspiración, que tuvo como resultado una encomiable fiabilidad, hasta tal punto que incluso hoy en día (al igual que ocurre con los demás modelos de cámaras Leitz con montura de rosca LTM39) no es fácil encontrar una Leica anterior a la Segunda Guerra Mundial que haya sufrido un fallo mecánico importante.

Las cuatro extraordinarias fotos hechas por Robert Capa en Bilbao a personas que corren a través de la zona de El Arenal, en medio de un ataque aéreo, buscando un refugio subterráneo donde ponerse a salvo, son muy importantes y responden a una pregunta significativa : 

© Leica Camera AG

¿Por qué Leica?

En primer lugar, Robert Capa no fue un fotógrafo especialmente fanático de ninguna cámara ni marca en concreto, y sus cámaras favoritas que usó durante su vida no fueron Leicas, sino modelos de otras marcas : 

a) La cámara telemétrica Zeiss Ikon Contax II de 1936, diseñada por Hubert Nerwin, una cámara mucho mejor que cualquier Leica de la época, gracias a su imbatible telémetro combinado con el visor, que tenía una enorme longitud de base de 90 mm, con una magnificación de 0.75 x y una longitud de base efectiva de telémetro de 67,5 mm, lo cual permitía al fotógrafo enfocar con mayor rapidez y precisión, especialmente a diafragma abierto.

b) Las cámaras réflex binoculares Rolleiflex Old Standard y Rolleiflex Automat de formato medio 6 x 6 cm con objetivo Carl Zeiss Jena 75 mm f/3.5, cuyo tamaño de negativo cuatro veces mayor que el 24 x 36 mm producía una calidad de imagen mucho mejor que cualquier Leica con montura de rosca LTM39 y hacía posible realizar reencuadres selectivos sin pérdida de calidad, algo muy útil para los editores gráficos de las revistas ilustradas y periódicos de la época. 

Robert Capa intentaba simplemente llevar el equipo fotográfico que mejor se adaptara al tipo de fotografía fotoperiodística que hacía, disparando siempre a pulso, y en la que la calidad de imagen y la perfección técnica no eran los factores clave, sino aproximarse todo lo posible a las personas fotografiadas, estar en el lugar adecuado en el momento idóneo, el sentido de anticipación, moverse lo más rápido posible, presionar el botón liberador del obturador de la cámara en el instante adecuado para captar momentos decisivos y no ser detectado durante el acto fotográfico. 

Robert Capa destacó en todos estos aspectos, conforme a su famoso lema » Si la fotografía no es buena es que no te has acercado lo suficiente «. 

Pero indudablemente, la combinación más pequeña, más ligera y más cómoda disparando a pulso que utilizó para captar sus imágenes fue la Leica II (Model D) con el también muy pequeño y ligero objetivo Leitz Elmar 50 mm f/3.5, siempre entendiendo que el factor más importante de todos es el fotógrafo que está detrás de la cámara, su talento y su experiencia.

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