Una de «selfies»
Una de «selfies»
El fenómeno “selfie” podría considerarse como la “anti-foto”, como ese grano en el culo que le ha salido a la fotografía en estos tiempos que corren , y lo digo con total convencimiento.
No sólo porque, si nos referimos al resultado fotográfico donde penoso es lo que se obtiene con una o varias cabezas –incluso cuerpos– eclipsando el monumento , invadiendo sin piedad la escena y arrebatando la esencia del paisaje. Con lo que, las pirámides de Egipto o el Taj Mahal dejan de ser automáticamente maravillas del mundo, para ser un decorado de cartón piedra cuando se les incrusta el careto de ese espontáneo autor profanando hasta el 80 % del escenario. Contamos, con que para hacer un buen selfie, se requiere poner en práctica los peores y contradictorios parámetros de la técnica fotográfica, todo lo que jamás haríamos en una foto normal para obtener un resultado mínimamente aceptable, resulta que dentro de la categoría del “selfie” es primordial. Ese deseado objetivo, extra luminoso con excelente efecto “bokeh” tan apreciado por muchos resulta ser “lo peor» para el “selfie”, y a través de sus servicios nuestro Taj Mahal se evaporará de la imagen, y donde nuestro fín fotográfico sea el: –¡Yo he estado ahí!–, carecerá el resultado de toda veracidad posible, mejoraría bastante utilizando el póster de turno como fondo, a pocos centímetros de nuestra espalda, antes que el auténtico monumento, el cual ,encontrándose a decenas de metros de nosotros terminará diluyéndose “cual lágrimas en la lluvia”. El objetivo fotográfico idóneo en este caso es uno de esos que nadie quiere , los baratos los que otorgan toda la profundidad de campo posible, los que tan poca magia y misterio fotográfico ofrecen al autor-retratado. Ni que decir tiene que, el super-gran-angular sea la estrella de las “SelfieFocales”, aunque hay que adiestrarse a aceptar ese aspecto monstruoso que nos otorga, con el correspondiente menguamiento de las extremidades inferiores, con el ensanchamiento exagerado de nuestra zona pélvica, y con un saludable aumento de nuestra papada , amén de ese sol frontal o los incorporados Flashes de cámara tan efectivos, a pesar de lo repugnantes que puedan ser sus aportaciónes estéticas en la mayoría de los casos. Si nuestro Taj Mahal perdió valor con nuestra invasión, mucho más pierde ahora con esa especie de monstruosidad humana que profana mas de la mitad del escenario. Todo sea por sentirnos estrellas por un instante, por ser la reina del carnaval entre las gárgolas de Notre Damme.
Hay otro aspecto singular que no deja de resultarme llamativo: el despilfarro económico y de medios a los que nos veremos obligados a ser esclavos cuando nos aficionamos al Selfie; el dichoso «palito» de turno por ejemplo , otro bolsillo más para nuestro chaleco , si ya con el kit obligado de: cartera- llaves -teléfono al que cualquier humano occidental se siente arraigado, con el plus de esos dos bolsillos «extra» para los fumadores ( tabaco y mechero), sin olvidar las necesarias gafas de lectura imprescindibles pasados los 50. Resulta que hay que hacer hueco al citado complemento para nuestros selfies.
Una de «selfies»
Parece que lo que la post-modernidad nos ha venido vendiendo como «era de libertades» y «despojos de lo material» , hoy nos llena de artilugios «extra» sin los cuales hoy no resulta aconsejable salir de casa. No se extraña uno que muy pronto de vuelvan a hacer populares los viejos chalecos de pescador , o de fotógrafo en nuestro caso. El – por ahora– medio kilo de munición extra del que dependemos, aunque únicamente sea para salir a comprar el pan, por no complicarlo más poniendo ejemplos como el de sacar a pasear al perro, donde el «kit obligado» y recomendado en este caso también se las trae; entre las bolsitas recolectoras de excrementos, el «palito-lanzadera con su correspondiente pelota que siempre se pierde, las chuches de soborno-recompensa, y la documentación y seguro de nuestra mascota , el tema también daría para un segundo «chaleco»
Volviendo al fenómeno “selfie” , me pregunto si: ¿no sería mas rentable echar mano de nuestros instintos sociales?, lo que los teóricos califican interacción personal , el diálogo y la cordialidad, el hacer amigos, el parar a un tipo por la calle y pedirle que nos haga una foto junto al Taj Mahal, confiando en sus encuadres y criterios compositivos, situándonos a una distancia bien prudente de la cámara como para salir saludables junto a nuestro monumento sin entorpecer su apellido: «maravilla del Mundo», con ese fin de fiesta tan humano que es el agradecimiento y la sonrisa mutua. Aún en el peor de los casos, cuando no habiendo acertado con un virtuoso fotógrafo, nunca nos van faltarán candidatos, y más en lugares como India.
Sinceramente , si hay un aspecto en la fotografía que encarna el egoísmo es precisamente eso que llamamos hoy “selfie”= yo me lo hago , yo me lo guiso , yo me lo como,…
Una cuestión social
¡Venga , que os hago una foto!, ¡este momento es digno del recuerdo!, y ¿que mejor autorretrato con nuestros seres queridos, que el no salir en la foto?… Esa foto que formará parte de mi álbum no requiere mi presencia, entre otras cosas porque se trata de un recuerdo de mi consciencia, y en las fotos de mi consciencia nunca salgo, quedo más bien al otro lado de la escena. Lo importante es la gente que quiero mantener en la memoria, el momento que pretendo recordar durante toda mi vida; cuando experimentamos esos momentos lo hacemos desde nuestra propia consciencia y no veo a mi cuerpo entre los presentes cuando soy yo el ojo; lo suyo sería realizar dos fotografías: una conmigo y otra sin mi, y que ambas constituyan un binomio fotográfico; de tal modo, que tendremos la más auténtica que coincide con mi consciencia (sin mi) y esa foto adjunta realizada por otra persona, aceptando sus criterios ( conmigo). ¡Pues no!, parece que las redes sociales nos marcan cada vez mas como tenemos que actuar en nuestros quehaceres diarios, el protocolo de FB, de instagram ,WhatsApp, etc , nos dice que, obligadamente, debe de ser un selfie con nuestros brazos y careto en primerísimoprimer plano
Y lo más dantesco de todo, es cuando entre las virtudes técnicas de ciertos modelos de cámara de gama media alta, te venden esa “cualidad” de poder girar su pantalla 360 grados con la finalidad exclusiva de realizar el dichoso Selfie ,…….. “manda güevossss”!!!!!!
He rescatado este texto de mis viejos archivos, no pretendo ser gracioso ni tampoco ridiculizar a nadie , en todo caso , sería yo la principal víctima de tal reflexión puesto que las memorias de todos los teléfonos que tal pasado por mis manos en estos años están repletas de selfies, aunque sin «palito». Unicamente pretendo invitaros al reflexión, a que hagáis esta reflexión vuestra también, con un poco de introspección en vuestra mirada y mente de fotógrafos, puesto que soy de los que piensan que la buena fotografía comienza con el respeto y la mínima manipulación o intervención , el término que más me gusta es “profanación” del modelo que la naturaleza nos ofrece. Nuestra manipulación particular, eso que llamaremos estilo personal” tiene que darse en nuestro interior y en el dominio de la herramienta que tenemos entre las manos.
Como costumbre, suelo ilustraros estas reflexiones con imágenes de creación propias , esta vez se trata de una serie de bocetos para un cuadro que estoy preparando en gran formato que precisamente se titulará “Selfie Cartesiano”. Si hace unos años, dejé de lado profesionalmente la fotografía , fue porque comprendí mi medio expresivo más afín era el de la pintura. No por ello he dejado de atender a esa musa en calidad de amante que es la FOTOGRAFÌA.
Hasta el 2018 !!!
Felices Fiestas
Nani Boronat, ( Munich 8 de diciembre del 2017)
Una de «selfies»