Hola de nuevo!!!
Es mucho el material que quisiera compartir con vosotros, ahora, mi labor consiste antes que nada en dosificarlo y separarlo por bloques de contenido. Tal vez sea este el punto en el que pueda yo aportar mi granito de arena, una más de las ofertas de Fotografiarte. Se trata a fin de cuentas de colaborar, de navegar juntos en un propósito que no es otro que sacar el mayor rendimiento a la pasión por la fotografía de quienes leéis este foro. Notaréis que mi estilo de confeccionar artículos no es de lo mas ortodoxo o académico; soy mas bien partidario de un tipo de escritura dinámica, ágil y deliberada, saltando de una tema a otro y enlazando situaciones que a priori parecen no tener conexión; en cualquier caso, los textos contendrán material que pretendo que sirva para provocar reflexiones espontáneas en el lector. Imaginaros una jornada de fotografía urbana (callejera), en la que uno se va tropezando con motivos, con obstáculos que le van conduciendo de manera aventurada por diversos meandros posibles: algo así es mi manera de narrar, tanto con las palabras como con las imágenes.
En esta nueva singladura quisiera de vez en cuando recomendar lecturas. Compartir con vosotros mis criticas y reflexiones acerca de autores, tanto fotógrafos como ensayistas. Así, hoy podríamos arrancar con el que para mi es uno de los tres mejores ensayos que sobre materia fotográfica podemos encontrar —los otros dos los dejaremos para futuras entradas—. Se trata de una recopilación de artículos, que su autora, Susan Sontag, escribió para la revista The New York Review of Books, entre 1970 y 1972; y que finalmente decidió a juntar en un libro de apenas 200 páginas, bajo el título de “On photography”.
Quiero advertir, que, al tiempo que se trata de uno de los más brillantes libros nunca escritos sobre fotografía, «On Photography» también ha perjudicado a todas aquellas culturas fotográficas que son ajenas a la joven cultura norteamericana. Con notables méritos para ello, la autora, ha logrado hacer se su ensayo un canon religioso universal en materia fotográfica, eclipsando muy injustamente a todos aquellos grandes autores que se escapan del ámbito anglosajón. ¿Intuís por donde van mis tiros titulando este artículo: «una historia demasiado dogmatizada de la fotografía» ? Así, con esta advertencia siempre podremos hacer una re-lectura del libro tratando de aplicar a nuestra cultura todas las reflexiones que nos transmite Sontag en tal brillante ensayo. Propongo, entonces, un didáctico ejercicio de intercambio de cromos: ¡los nuestros por los suyos!
Sentiréis que comienzo a dar señales acerca de mi particular batalla en pro de nuestra fotografía, de nuestros autores, así como de los movimientos y escuelas surgidos en nuestro país. Una campaña a favor de desarrollar una asignatura que nuestra sociedad tiene pendiente con un inventario de fotógrafos de altísima calidad, quienes a lo largo del siglo y tres cuartos de vida de la fotografía han contribuido a una seria labor documental española. Autores, muchos de ellos injustamente enclaustrados en un anonimato mediático. Como digo, es una asignatura que todavía no está resuelta. Conviene resaltar que la fotografía ha navegado sobre tres siglos XIX, XX y XXI, aunque entre 1835 y 1922 contamos 182 años de recorrido.
Este es el preciso lugar y momento para recomendar una interesantísima conferencia que trata sobre éste tema. Una conferencia que fue impartida por Pep Belloch en la fundación Mapfre. Se trata del fundador de la galería valenciana VISOR , además de profesor de Fotografía en la U. Politécnica de Valencia (Facultad de Bellas Artes)
Aquí, podreis acceder a video de dicha conferencia sobre Fotografía documental española.
Resulta insultante la excesiva devoción hacia fotógrafos internacionales que en los medios de difusión hispanos se aprecia— bien en revistas, bien en exposiciones, también por parte muchos docentes en las academias “Wikiphaediana” y “youtuberiense”. En general, se nos presenta un inventario e fotógrafos cortados todos ellos bajo un mismo patrón, que no es otro que el confeccionado principalmente con los ejemplos propuestos por estos dos autores (Sontag y Benjamin). Se trata de dos autores muy interesantes en el terreno de lo que podríamos denominar la poética fotográfica, que resultan nocivos cuando no se interpretan correctamente. Todo esto han contribuido al afianzamiento de una historia de la fotografía con cierto “tufillo” imperialista. Al menos, promocionada hasta finales de la década de 1980 por los herederos de “Eastman Kodak”. Tales autores que comento y que han sido mal digeridos son : Walter Benjamin , con su “Breve historia de la fotografía” ( Aunque el ensayo realmente potente de Benjamin en materia fotográfica es aquel titulado como : Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit), y Susan Sontag , con su recopilación de artículos “On Photography” (éste último, sin necesitar traducción ha sido traducido al español como “Sobre la fotografía”. Sinceramente, ¿si álguien cree que es necesario traducir “on photography”? entonces deberíamos hacer lo mismo con el “Yesterday”, “Let it be”, o “Help” de los Beatles).
Susan Sontag, utiliza un término que es bien claro cuando se refiere al “inventario de autores” que nos propone. Sontag nos habla de una materia que conoce bastante bien, en este caso, es su cultura: la norteamericana de mediados del siglo XX. Aquello que en los años cuarenta se denominó el New Deal, y que constituyó una iniciativa para remontar la caída en picado producida por el Crash de 1929. Este nuevo perfil esperanzado lo ilustra el consabido uso de las fotografías en Estados Unidos para despertar conciencias. Los grandes retratos fotográficos de Estados Unidos — como American Photographs (1938) de Walker Evans y The americans (1959) de Robert Frank; y, el que sin duda fuera el proyecto fotográfico más ambicioso emprendido en el país: el de la Dirección del Seguro Agrario (Farm Security Administration FSA) en 1935 , bajo la dirección de Roy Emerson Stryker, el cual, atendía exclusivamente a grupos de bajos recursos. El proyecto de la FSA, concebido como una documentación pictórica de nuestras zonas rurales y problemas rurales ( en palabras de Stryker), es desvergonzadamente propagandista — afirma Sontag— y Stryker indicaba a su equipo la actitud con que debía encarar el problema temático.
Más singular resulta que fuera el escritor Jack Kerouac el que escribiera tales palabras para el prólogo del catálogo de The Americans de Robert Frank.
«Esa descabellada sensación que se tiene en Estados Unidos cuando el sol caldea las calles y se oye música de una gramola o de un funeral cercano, eso es lo que Robert Frank ha capturado en estas tremendas fotografías realizadas mientras viajaba recorriendo prácticamente cuarenta y ocho estados con un viejo automóvil usado (gracias a una beca Guggenheim) y con la agilidad, el misterio, el genio, la tristeza y el extraño sigilo de una sombra fotografió escenas que jamás se han visto en una película […] Después de ver estas imágenes ya no se sabe en verdad, qué es más triste, si una gramola o un ataúd.«
Un ejercicio de propaganda, el cual, hoy seguimos alimentando. El proyecto de la FSA fue encargado a autores de la talla de Walker Evans, Dorothea Lange o Gordon Parks; pero también a otros que no nombra Sontag, como: Margaret Bourke-White, Edwin y Louise Rosskam, Ben Shahn, John Collier, Sheldon Dick, Ann Rosener, Jack Delano, Carl Mydans, Arthur Rothstein, John Vachon, Marion Wolcott o Willard Van Dyke.
Si en 1938 Walker Evans publica su catálogo titulado American Photographs; y algo mas tarde Robert Frank, en 1959, publica The Americans; resulta entonces contradictorio que Sontag haga alusiones a tal proyecto de 1938, siendo consciente la misma autora de la propaganda mediática que otorgaba al incorporar a todo ese grupo de fotógrafos en su inventario de ilustres. Sin embargo, acto seguido lo califica de ¡desvergonzante propagandístico!
La consecuencia es que todos y cada uno de los autores nombrados por Sontag y por Walter Benjamin en sus respectivos ensayos sobre la materia fotográfica, han terminado confeccionando una historia dogmática de la Fotografía. Posteriormente se han venido realizando infinitud de reportajes, exposiciones, documentales, catálogos y ensayos sobre tales fotógrafos. Estamos pues en presencia de dos auténticos evangelios, según S.Sontag y según W.Benjamin sobre vida y obras de la fotografía y de sus fotógrafos. Un material presentado en una bandeja de reluciente plata que hoy constituye el canon geneológico universal del a fotografía.
¿Por qué Sontag no incorpora al peruano Martín Chambi, o al mexicano Manuel Álvarez Bravo entre sus escogidos?, o ¿por qué no habla de la influencia en aquellos fotógrafos del FSA que supuso la mirada Luis Buñuel en su film “Las Hurdes, Tierra sin pan” de 1933? o, ¿por que se mitifica a Weegge como retratista de las escenas neoyorquinas de los años 30, y no se nombra a su homólogo madrileño “Alfonso” (Alfonso Sánchez García) con un trabajo igual de digno?. ¿Porqué es el ucraniano-americano el que figura en los manuales de historia, y no nuestro paisano?
Al menos, en la traducción del libro a lengua española, sospechamos que para Sontag sólo parece tener importancia un tipo de fotografía, esto es, la genuina Norteamericana. Insisto, que tal percepción en la que es fácil caer tras una primera lectura, se irá difuminando conforme hagamos reiteradas lecturas de un texto que por su brillantez invita a ello, esto es, releerlo para tratar a Sontag en profundidad. Si añadimos a esto la lectura de otros libros de la autora; como por ejemplo: «Viaje a Hanoi» (1968), «Contra la interpretación» (1966), «Ante el dolor de los demás» (2003) que junto a «Bajo el signo de Saturno» (1977) no somos pocos quienes consideramos que, junto a «On Photography» (1977), configuran una trilogía en torno a la imagen.
Para quien tenga accesibilidas es recomendable leer a esta autora en su lengua original; no obstante, la traducción realizada por Carlos Gardini es francamente buena. En general, los libros de Susan Sontag gozan de excelentes traducciones, al menos en lengua española. El responsable de dirigir y revisar las traducciones de la obra de Susan Sontag a lengua española, no es otro que el mexicano-canadiense Aurelio Major. Todas las reflexiones que nos ofrece Sontag a nivel universal, de lo que es la fotografía, de lo que es el valor de las imágenes y de lo que implica el acto de fotografiar, están encriptadas y están muy por encima del inventario de ejemplos que nos propone.
Mi conclusión es que se trata de un libro para no dejar nunca de acudir a él. Uno de esos libro en los que no importa por qué página se inicie una lectura, porque cada uno de sus párrafos guardan una reflexión interesante. La justificación con la que arranca el segundo ensayo ( Estados Unidos visto por fotografías, oscuramente) propone al poeta Walt Withman como patriarca de la cultura norteamericana. Esto, que no debería ir mas allá de la anécdota, se termina interpretando como que es Walt Withman el antecedente al lenguaje poético de la fotografía esencial norteamericana.
Leyendo a Susan Sontag uno tiene la sensación de que: en Italia, en Argentina, en México, Brasil, Irán , en Checoslovaquia, Yugoslavia, en Grecia , Egipto, Chile, en Japón, la India, en China, Vietnam, en Portugal o en España; o bien, no existen fotógrafos de interés, o que todo lo que se dé fuera de Francia, Alemania , Gran Bretaña o los Estados Unidos constituyen el tercer mundo en materia fotográfica. Sin embargo, es sabido que en todos estos países hay y han habido extraordinarios fotógrafos equiparables a los del inventario de Susan Sontag o de Walter Benjamin en su “breve historia de la fotografía”. Insisto: el ejercicio es tan sencillo, como que el lector trate de sustituir a cada uno de los ejemplos del inventario de Sontag por fotógrafos de su propia cultura. Y esto me sirve para hacer hincapié en uno de los principios que quisiera imponerme a lo largo de mis intervenciones en sucesivos artículos: fomentar el material nuestro, complementándolo, expandiéndolo a todo el espectro de nuestra cultura iberoamericana .
¡Hablaré por tanto de “los nuestros”.! Quitando los pioneros de mitad del siglo diecinueve, puesto que no se le puede negar a Francia y a Reino Unido la paternidad y desarrollo inicial de tal invento. Aunque según nos sugiere el escritor Victor del Rio en su última publicación » La memoria de la Fotografía: historia, documento y ficción» (Cátedra 2021) se dió un surgimiento paralelo en otros lugares como Brasil con Hercules Florence, en los Estados Unidos con Samuel Morse , incluso también en España con José Ramos Zapetti (este es un tema interesante para un próximo artículo)
Es cierto que los comienzos de la fotografía estuvieron ligados a ambas sociedades (Francesa y Británoca); sin embargo, a partir del inicio del siglo XX, por cada autor propuesto por Susan Sontag en su inventario podríamos encontrar al menos a uno de los nuestros con una calidad de obras al niel de la de aquellos mitos de la fotografía anglosajona promocionada por Kodak.
Por citar ejemplos, no hay más que situarse frente al trabajo de dos “pictorialistas “ como José Ortiz Echagüe (1886-1980) o Joaquín Pla Janini (1879-1970) para descubrir que sus trabajos estaban a la altura de los míticos Alfred Stieglitz o Edward Steichen. O que Junto a aquellos “monstruos” que fueron Gerda Taro, Robert Capa o Cartier-Bresson; en nuestra guerra de 1936 operaron fotógrafos locales como : Agustí Centelles , Alfonso Sánchez Portela (alias “Alfonso”), o Francesc Boix Campo, —en Boix está basada la película «El fotógrafo de Mathausen».2018—
Cuando la reina Isabel II, a finales del siglo diecinueve encarga a fotógrafos de prestigio, generalmente británicos y franceses, un extenso reportaje por toda la geografía española. Invita a nuestras tierras a fotógrafos de la talla de Napel o Fritz. El dato mas relevante es que aquellos invitados extranjeros , contratarán a jóvenes aprendices españoles, formando así lo que sería la primera generación de fotógrafos documentalista de nuestro país. Tal fue el caso de José Martínez, que se formó como ayudante de Laurent. Pero lo que no suelen narrar los manuales de historia fotográfica es, que a José Martínez le debemos el invento del papel lectográfico, un nuevo soporte para el copiado que competía con el papel de albúmina
Que no se interprete que esto es una crítica al que —insisto— considero el mejor ensayo jamás publicado en materia fotográfica; sino todo lo contrario, es mi principal recomendación para todo aquel se inicie con intención de “contar cosas” con la ayuda de una cámara. Lo que pretendo hacer notar es que este ensayo de S.Sontag es, que desde sus primeros párrafos nos invita a hacernos cuestionamientos Cuestionamientos como el que me hice hace quince años cuando lo leí por primera vez.
Los mitos los ponemos nosotros, no tienen que venir impuestos por un manual . Por tanto, un “inventario” de autores proporcionado por el talento de Susan Sontag siempre será bienvenido y siempre sumará a nuestro aprendizaje, pero tenemos la obligación de gestionarlo; esto es, de no comprarlo porque sí.
A quien desde luego que si ha beneficiado es —una vez más— a la cultura norteamericana en su particular batalla por hacerse con la hegemonía cultural del siglo XX, para afianzar así un mercado, el fotográfico, muy ligado a lo que en los años cuarenta se promovió en pro del llamado “expresionismo abstracto” promovido por la figura del crítico Clement Greenberg y por el director entonces del MoMA Alfred Barr defensores y promotores de una joven pintura genuinamente norteamericana que impondría Nueva York frente a una vieja Paris, ya en ruinas, como foco mundial al decir artístico. Greenberg, sabía sobradamente que incluía a todas y cada una de las manifestaciones artísticas, entre ellas estaba también la fotografía y el cine.
Cuando en 1992 es profetizado “el final de la historia” por Francis Fukuyama, y que materializaba el final de los relatos históricos, a favor de un mundo globalizado, a raíz sobre todo, del final de la guerra fría y de la caída del muro de Berlin (1989) dando apertura a una nueva era gobalizada, una especie de utopía sin fronteras y sin diferencias sociales. Todo esto, coincidía además con un acontecimiento tecnológico en el terreno de las comunicaciones y en el del mundo de la imagen: comenzaba la conquista digital, la era de los smartphones”, etc. Así, en aquel gran Titanic tecnológico que muchos pensaron que se hundiría con toda la carga era contemporánea, y con lo que se ha llamado posmodernidad. En el campo de la fotografía será la empresa Eastman Kodak y sus herederos los beneficiados de una industria asociada al celuloide fílmico como fuente energética, esto es, como la gasolina que transformaba el material fotográfico y cinematográfico hasta la llagada del sensor electrónico. Por tanto , es comprensible que Kodak, estuviera detrás de la promoción de sus autores compatriotas.
Insistamos entonces que que nuestra asignatura pendiente comienza por querer un poquito más a nuestros fotógrafos. Confiemos en una revisión; en un cisma de la fotografía inspirado en todo el conglomerado narrativo de nuestra cultura iberoamericana. Tampoco se trata de un trueque de los suyos por los nuestros. Es, sencillamente, corregir un poquito una historia demasiado dogmatizada.
Este tema, referente a los nuestros , lo iremos ampliando en sucesivas intervenciones.!!!!
Os deseo un feliz otoño ,estimados Fotografinautas!!
N.Boronat ( Múnich 8 de octubre de 2022)