Texto y Fotos Indicadas : José Manuel Serrano Esparza
20/10/2022
William Klein, fallecido recientemente, el 10 de Septiembre de 2022 en París (Francia), es considerado uno de los fotógrafos más influyentes de la historia, hasta el punto de que desde mediados de los años cincuenta, sus imágenes significaron una revolución con respecto a los esquemas tradicionales previos de la fotografía, con un nuevo enfoque radical en su modo de crear imágenes, introduciendo altas dosis de contraste, ausencia de encuadre, movimiento, grano muy visible, negativos con frecuencia sobreexpuestos, deformidad, caos, azar y blurring en sus fotografías, que rezuman tremenda energía, además de constituir la esencia de sus cuatro trascendentales libros sobre
Nueva York
Roma,
Tokyo,
y Moscú.
Desde el principio, William Klein cambió los criterios estéticos habituales hasta entonces en fotografía, con un estilo propio, convirtiéndose en uno de los pioneros de la fotografía callejera
y desarrollando una inmersión total con la gente a la que fotografiaba, interactuando a menudo con ellos y haciendo fotos prácticamente a quemarropa, además de impregnar constantemente sus imágenes de ironía y humor a raudales.
El estilo fotográfico de Klein es transgresor y supone una total ruptura tanto con la fotografía de sublime belleza y perfección técnica (aderezada por composiciones exquisitas y positivados de alta calidad) con cámaras de gran formato y formato medio encarnada por maestros de la fotografía como Ansel Adams, Edward Weston, Imogen Cunningham, Cecil Beaton, Richard Avedon, Irving Penn, Horst P. Horst, etc, como con la búsqueda de objetividad, elegancia y discreción de la escuela fotográfica clásica de fotoperiodismo de Henri Cartier-Bresson con cámaras telemétricas formato 24 x 36 mm y objetivos standard de 50 mm como focal fundamental.
Es además un profundo conocedor de la naturaleza humana, de sus miedos, miserias, ambiciones, codicias, vanidades, frustraciones, sueños, etc, que refleja en sus imágenes, muy auténticas y palpitantes, que además de captar, Klein vive con máxima intensidad.
William Klein es un visionario con una mirada fotográfica única, que refleja una sociedad en fase de profundo cambio, cosmopolita, consumista, con ruido por doquier, fotografiando casi siempre a bocajarro, para captar la tensión, el movimiento y el pulso cada vez más latente de una nueva humanidad que comienza a fraguarse a partir de los años cincuenta y que tiene en las calles de las grandes urbes que plasma con su cámara su máxima expresión, que aúna tanto crudeza como belleza.
Es un pionero de la fotografía humana, urbana y callejera, con imágenes en las que rompe las normas sociales imperantes hasta entonces y utiliza sobre todo objetivos angulares y muy angulares, acercándose tanto a las personas fotografiadas, que sus rostros aparecen distorsionados y con frecuencia se producen imágenes inesperadas, fortuitas, que se traducen en un lenguaje fotográfico original y expresionista que desafía los paradigmas establecidos con respecto a nitidez, encuadre e iluminación.
Y para dar rienda suelta a su propio camino fotográfico, con imágenes de gran inmediatez, viscerales y muy intensas, durante su muy extensa trayectoria como fotógrafo profesional eligió principalmente las siguientes cámaras :
– Una Leica IIIf (que le fue prestada por Henri-Cartier Bresson) con objetivo Hektor 28 mm f/6.3 y Elmar 35 mm f/3.5 en montura de rosca LTM39 con los que hizo sus fotos de Nueva York durante 1954 y 1955, y la misma cámara con objetivo Summaron 28 mm f/5.6 con el que hizo sus imágenes de Roma en 1959.
– Una Leica M2 con objetivos Summaron-M 28 mm f/5.6 y Super-Angulon-M 21 mm f/4 entre 1960 y principios de los ochenta, con los que hizo sus fotos de Tokyo y Moscú.
– Una Leica M6 con objetivos Elmarit-M 28 mm f/2.8 Versión 3 y Elmarit-M 21 mm f/2.8 desde mediados de los ochenta hasta finales de los noventa.
– Una Leica R6 y R6.2 a partir de aproximadamente el año 2000, con objetivos Elmarit-R 28 mm f/2.8, Elmarit-R 19 mm f/2.8
y Vario-Elmar-R 21-35 mm f/3.5-4 ASPH presentado en 2003, siendo también este extraordinario y versátil zoom muy útil para William Klein, gracias a sus dimensiones compactas (66.3 mm de longitud x 75 mm de diámetro en su zona más ancha) y un peso relativamente bajo de 500 g que permite un cómodo manejo a pulso, con el beneficio añadido de un rendimiento soberbio a las focales más usadas por él : 100 líneas/mm a f/5.6 en el centro a 28 mm y 82 líneas/mm a f/5.6 a 21 mm, valores de ópticas fijas de referencia, con excepcional nitidez, contraste, falta de distorsión, control del viñeteado, precisión de color y ausencia de flare, gracias a su muy meritorio diseño de tan sólo 9 elementos en 8 grupos y a una encomiable precisión en el centrado de cada elemento óptico.
Klein, a quien nunca le importaron las reglas fotográficas y tampoco interesado especialmente en la perfección técnica de las imágenes ni en las especificaciones de los objetivos, conforme a su axioma » El verdadero fotógrafo tiene ojo, cerebro e intención «, elige este zoom simplemente porque tras probarlo, comprobó que a 21 mm, 24 mm y 28 mm (las focales angulares y muy angulares más utilizadas por él) obtenía una estética de imagen comparable a las mejores ópticas fijas Leica de referencia a partir de f/4 y le permitía una gran versatilidad, pudiendo seleccionar rápidamente una de las tres, según la distancia a la que se aproximara a cada sujeto en el cuerpo a cuerpo, que siempre fue su biotopo fotográfico natural.
– Dos cámaras Nikon F acopladas a objetivos angulares Non-Ai Nikkor H-Auto 28 mm f/3.5 (fabricado desde 1968, muy cómodo de manejar, cuya construcción mecánica es muy robusta y su diseño fue especialmente optimizado para corregir desplazamientos de foco al diafragmar, cualidad apreciada por Klein, a quien para el tipo de fotografía que hacía, no le importaba la fuerte curvatura de campo de este objetivo, que tenía como resultado una notable diferencia de calidad de imagen entre centro, bordes y esquinas) y Non-Ai Nikkor-NC Auto 24 mm f/2.8 ( fabricado a partir de 1967, primer objetivo Nikon con sistema CRC y una distancia mínima de enfoque increíblemente próxima para la época de 30 cm, lo cual permitía a Klein acercarse muchísimo a sus sujetos) durante los años setenta y ochenta.
La mayoría de las veces, William Klein fotografiaba con objetivos muy angulares (especialmente de 28 mm, 24 mm y 21 mm), generando escenarios de imágenes muy amplios y multiplicando las relaciones entre los seres humanos, cosas y objetos que aparecen en sus fotografías,
de tal manera que todo ello es incluído y coexiste dentro de la imagen : personas, objetos, luz natural y artificial, dramas individuales y colectivos, arquitectura, movimiento, anuncios de todo tipo, semáforos,
iluminación nocturna de neón, imprevisibilidad, instantes fugaces captados por casualidad, etc.
Ni que decir tiene que la gran cobertura y profundidad de campo con muy extensa zona de nitidez obtenida desde mediados de los años cincuenta con objetivos ángulares y muy angulares, mayormente Leica entre 21 mm y 28 mm que utilizó, como el
le permitieron sumergirse totalmente en la acción e introducir simultáneamente dentro de la imagen todos los elementos compositivos posibles, tanto personas como cosas, rechazando cualquier tipo de jerarquía y dando protagonismo individual a cada persona o cosa dentro del fotograma.
Asimismo, la estética de sus imágenes es inconfundible, con una inefable amalgama de sombras y volúmenes, grano visible excesivo de intensidad muy estudiada en cuarto oscuro mediante constante experimentación y claroscuros que se fusionan entre sí, perfilando imágenes duras e imbuidas de sarcasmo y pinceladas de humor, además de introducir a menudo el caos, los planos fuera de foco, las imágenes borrosas muy contrastadas, los encuadres torcidos, las sombras profundas empastadas, etc, como parte integral de sus imágenes, vinculadas conceptualmente en mayor o menor medida a la obra de otros fotógrafos revolucionarios coetáneos de Klein como Robert Frank y William Eggleston.
Klein fue además un fotógrafo que experimentaba constantemente con el enorme potencial expresivo que percibió en la fotografía tras su etapa inicial como pintor.
Es importante también tener presente que William Klein siempre tuvo una mente prodigiosa, permanentemente en ebullición, y una enorme creatividad, que comenzó a apuntar maneras ya en su más temprana adolescencia, cuando con tan sólo 11 años de edad iba muy a menudo al Museo de Arte Moderno de Nueva York y se pasaba horas en su interior mirando y analizando distintas obras desde bien temprano por la mañana hasta la hora de cierre.
No sorprende pues que su fotolibro » New York «, que marcó un antes y un después en la historia de la fotografía, se convirtiera en una especie de seísmo en 1956, presentando una traducción visual desconocida de su auténtica esencia,
con imágenes centradas en sus calles,
el consumismo,
el poder del dólar,
las enormes diferencias en calidad de vida entre personas que viven a pocos cientos de metros de distancia unas de otras, etc, midiendo el pulso vital de la ciudad,
desencadenado por seres humanos de distintos orígenes y que forman un inefable crisol.
Klein demostró una y otra vez ser un consumado maestro mezclándose entre la gente y creando imágenes muy potentes que plasmaron fielmente la ciudad de Nueva York real de los años cincuenta,
a menudo dura, agotadora, por momentos agresiva y repleta de stress,
llena de calles con actividad frenética y a veces violencia, etc.
Todo ello con una percepción gráfica de un tipo de fotografía en el que se fusionan la sátira, la crítica social,
el humor negro, la poesía visual y en ocasiones la brusquedad, con una cierta furia expresiva, con la que alude a las profundas desigualdades sociales y a la agresividad y stress que ello genera en las grandes megalópolis como nueva York, plasmadas en sus imágenes henchidas de fricción cognitiva.
No son fotos que busquen agradar, sino mostrar su visión de las cosas, tal y como él las ve y las capta en primera persona, sin endulzar la realidad, aunque no le agraden, tal y como ocurre en la imagen en que un enano del Barrio Little Italy de Nueva York es exhibido como mascota.
Y el uso de objetivos muy angulares por parte de Klein tiene como resultado múltiples sujetos y puntos de interés, junto con frecuentes distorsiones, especialmente en las caras, lo cual añade impacto a sus imágenes.
Hay además otro factor clave : Klein fotografía con intensidad, pasión y energía inquebrantables, porque ello le transmite una pléyade de emociones y sentimientos, lo cual le encanta, especialmente si se trata de las zonas más duras de las ciudades,
con cuyos habitantes siempre supo empatizar. Es un tipo de fotografía muy subjetiva e instintiva, hace las fotos tal y como las siente, por lo que no está interesado en la perfección técnica de las imágenes, sino en la plasmación de
atmósferas muy especiales,
instantes muy significativos,
gente realmente interesante,
el bullicio de las calles,
el frenesí de las horas punta,
las cosas y paisajes cotidianos convertidos en extraordinarios,
la espontaneidad de los niños jugando, etc.
Y para fortalecer tanto la explosión de vida como los múltiples estados de ánimo y atmósferas peculiares de cada momento visibles en sus fotografías, junto con el movimiento de las personas que aparecen en ellas, Klein saca partido sabiamente de su habilidad para disparar con velocidades de obturación lentas deliberadamente seleccionadas y toques especiales durante la fase de impresión, produciendo imágenes emocionantes y convincentes que rebosan de vitalidad y su interpretación personal de lo que está ocurriendo durante el acto fotográfico, plenamente consciente de que cada ser humano es único y excepcional.
La conclusión de todo ello es que durante una carrera de sesenta y cinco años como fotógrafo, Klein siempre destacó por su capacidad para crear
una profunda empatía y química con seres humanos muy distintos, independientemente de su origen, profesión, nivel de vida o raza, con un inquebrantable compromiso social y un sentido del humor a menudo presente en sus imágenes.
Fue además un fotógrafo con una gran memoria sensorial y visual, por lo que al contemplar sus contactos, era capaz de recordar olores, luces, ambientes, temperaturas, etc, muchos años después de los instantes concretos en los que hizo las fotos, así como de descubrir cosas nuevas que él no había visto o percibido anteriormente, porque esas diminutas copias tamaño 24 x 36 mm sobre papel fotográfico contienen todo y representan su concepto de la fotografía como una especie de diario visual.
Y en el ámbito de la fotografía de moda, William Klein fue también muy revolucionario, alcanzando gran éxito en la revista Vogue, donde empezó a romper moldes tras fijarse en él Alexander Liberman (director creativo de dicha publicación ilustrada),
que había contactado con él en París, tras lo cual le llevó a Nueva York como fotógrafo de Vogue, que en ese momento era la mejor revista de moda del mundo junto con Harper´s Bazaar.
Fue entonces cuando Klein sorprendió a Alexander Liberman haciendo fotos de modelos muy elegantes, con guantes y sombreros,
a las que llevó a la calle y fotografió en combinación con espejos,
en medio del ruido y el bullicio de la ciudad,
tanto con objetivos angulares como a veces con teleobjetivos, además de incorporar algunos experimentos de light painting a sus fotografías de moda, con tiempos de obturación largos y un ayudante iluminando con una linterna.
Ésto supuso una revolución en el entorno de la fofografía de moda, con imágenes que gustaron mucho a los lectores de Vogue, que aumentó sus ventas y empezó a competir de tú a tú con Harper´s Bazaar, hasta el punto de que las fotografía de William Klein cotizaron al mismo nivel que maestros consumados de la fotografía de moda como Richard Avedon, Irving Penn y Helmut Newton, que fotografiaban con cámaras de formato medio y una extraordinaria perfección técnica, excelsa iluminación, belleza y soberbia calidad de imagen en sus imágenes, mientras que Klein fotografiaba a las modelos con sus Leicas de 35 mm, creando unas imágenes caracterizadas por su textura muy especial y gran contraste, algo que nunca se había hecho en moda.
Por si todo ello fuera poco, además de Alexander Liberman, el mismísimo John Szarkowski ( Director de Fotografía del Museo de Arte Moderno de Nueva York entre 1962 y 1991 y probablemente el curator y conservador de fotografía más importante e influyente de la historia) quedó también fascinado por el modo en que William Klein generaba la relación entre personas y espacio en sus imágenes ( Szarkowski había estudiado en profundidad este ámbito a través de una beca Guggenheim en 1961), percibiendo claramente que era un genio irrepetible, y fue su principal mentor en la organización de la exhibición con imágenes de Klein celebrada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1980-1981, que fue un gran éxito.
Y cuando catorce años después, el 2 de Septiembre de 2005, cuando al principio de su entrevista con Charlie Rose, John Szarkowski comenta que el aprecio por la fotografía como un arte coleccionable que es hoy en día algo muy normal y extendido, era algo que no existía a principios de los sesenta, en cierto modo está haciendo un homenaje a su gran amigo William Klein, a quien siempre consideró una de las figuras más grandes en la historia de la fotografía y que fue el fotógrafo más trascendental en consolidar dicha tendencia, con sus obras Tokyo (1961) y Moscú (1964), tras su inicial ruptura de moldes con » Nueva York » (1955) y » Roma » (1959).
Un fervor por Klein que se extendió también a Robert Delpire (gran editor y curator fotográfico, que fue el primero en editar libros muy influyentes como » Los Americanos » (1958) de Robert Frank y » Los Gitanos » (1975) de Josef Koudelka, que le definió como un observador de su tiempo y un hombre sin límites ni fronteras » .
Por otra parte, William Klein era muy perfeccionista con respecto a la calidad de reproducción de sus fotografías para exhibiciones, hechas sobre papel baritado de la máxima calidad, puesto que desea que evoquen con precisión los momentos especiales y efímeros captados con su cámara, y en este sentido, la ayuda de Pierre Louis Denis (experimentado asistente de Klein y extraordinario positivador) ha sido fundamental dentro del taller del fotógrafo en París, organizando su estudio, las hojas de contactos y los negativos, además de pasar muchísimas horas en el cuarto oscuro, haciendo las ampliaciones y contactos pintados mostrados en gran tamaño para sus exhibiciones fotográficas, con todas las copias hechas bajo la supervisión de Klein y sus muy altos standards cualitativos sobre papel baritado Ilford, conforme a su noción háptica de la fotografía.
Y por supuesto, otro de sus puntos fuertes fue siempre su asombroso don para fotografiar momentos extraños y realidades dispares, en eficaz sinergia con su lenguaje visual radical que destila aleatoreidad y sentido de composición al mismo tiempo, junto con un permanente sentimiento de que la gente tiene margen para la sonrisa y el humor incluso cuando se enfrentan a situaciones difíciles.
No busca objetividad alguna, sino que intenta en todo momento mostrar las cosas del modo en que él las ve, con imágenes llenas de vida y rebeldía, enmarcadas en su espíritu muy libre e inquieto.
Asimismo, Klein también expresó con frecuencia su convicción de que por mucho que un fotógrafo quiera ser objetivo, esa objetividad no puede existir, porque antes de hacer la foto, ya ha elegido lo que fotografiar o no, usar blanco y negro o color, objetivo angular, standard o tele, etc, factores que generan visiones subjetivas de la realidad distintas a la naturaleza binocular de la visión humana, además de realizar encuadres que son también subjetivos conforme a sus criterios y percepciones de dicha realidad.
Por otra parte, William Klein ha sido una figura clave en la evolución de los fotolibros, y aparte de los anteriormente mencionados » New York «, » Roma «, » Moscow » y » Tokyo «, con los que ganó celebridad internacional durante la segunda mitad de los años cincuenta y década de los sesenta, ha estado de modo constante hasta su reciente fallecimiento con 96 años de edad el 10 de Septiembre de 2022, revisitando sus imágenes y haciendo más photobooks, como su aclamado
» William Klein Retrospective «, libro ilustrado que contiene las fotografías mostradas en su legendaria exhibición celebrada en el Centro Nacional de Arte y Cultura Georg Pompidou en París entre el 7 de Diciembre de 2005 y el 20 de Febrero de 2006 ( dedicada a la memoria de su esposa Jeanne, que murió el 12 de Octubre de 2005).
Es una obra maestra de photobook, en el que como era habitual en él, Klein creó la maquetación, el diseño de la portada y los textos, además de presentar cada fotografía a gran tamaño, en doble página de 34 x 48.9 cm, con impresionante calidad de imagen, gracias al excelente trabajo realizado por el Laboratorio Fotográfico Dupon de París y la editorial italiana Valle d ´Aosta haciendo la digitalización de los negativos originales de película de blanco y negro Kodak Tri-X 400 con scanners de tambor manejados por Gonzague Perney, Gérard Binisti y Mammad Gohari, que consiguieron una soberbia reproducción de las fotografías, preservando el típico Leica look y sobre todo una admirable precisión en los contrastes, texturas y grano de cada imagen, además de sacar partido de la gran acutancia de la película Tri-X 400, hasta el punto de que la observación de cada fotografía del libro se convierte en una experiencia inolvidable :
Semáforo en Rojo, Plaza Flaminia, Roma. 1956. Imagen muy simbólica que capta la vida diaria en Italia, país que en esos momentos todavía sufría las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial, con la mayoría de sus habitantes viajando en ciclomotores Lambretta y Vespa. Una vez más, la gran profundidad de campo obtenida usando un objetivo muy angular (probablemente de 28 mm) permite ver distintas acciones paralelas con todo lujo de detalles : el hombre y la mujer que estrechan sus manos a la izquierda de la imagen, el transeúnte que cruza la carretera, las personas sobre dos ciclomotores que aguardan para reanudar su marcha, el hombre que sujeta un periódico entre sus manos, el hombre con su espalda hacia la cámara que compra algo en un quiosco, el hombre que observa a las personas dentro del coche, etc.
Bikini. Playa del río Moskva. 1959. William Klein enfoca su objetivo angular sobre la chica sonriente a la izquierda de la imagen, que cree que es la única protagonista de la misma y se esfuerza por aparecer lo más atractiva posible, incluso metiendo estómago, mientras el fotógrafo hace un retrato familiar, captando a tres generaciones : la mujer joven que llena la mitad izquierda de la fotografía, su padre con boina que descansa sobre una silla metálica, y su madre que se está poniendo sus zapatos a la derecha del todo de la imagen y cuyos contornos son discernibles gracias a la soberbia acutancia (percepción visual de nitidez) de la película de blanco y negro Kodak Tri-X 400 y la extensa profundidad de campo obtenida por el objetivo de 28 mm utilizado.
Hombres del KGB en el desfile del 1 de Mayo de 1961 en Moscú.
Concierto en el Parque Gorki, Moscú. 1959.
Área interna de los grandes almacenes Goum junto a las escaleras de acceso. Moscú. 1959. La velocidad de obturación muy baja seleccionada por el fotógrafo ha sido fundamental para conseguir una vívida sensación de movimiento, realzada por las caras ligeramente desenfocadas de las dos mujeres (especialmente la que aparece con su brazo y mano izquierdos desenfocados) y el hombre más próximo a la cámara telemétrica Leica M formato 24 x 36 mm usada por Klein. Ni una sola de las personas que aparecen en la imagen está mirando a cámara, ya que el fotógrafo les ha captado a todos por sorpresa, incluyendo las tres personas de la mitad inferior del fotograma cuyos rostros son perfectamente discernibles.
No obstante, también hay imágenes de William Klein en las que aparece algún sujeto que mira directamente a cámara, y en las que el fotógrafo no evita ese contacto, de decir, se aleja de los preceptos de Henri Cerier-Bresson según los cuales el fotógrafo ha de captar la imagen como un observador silencioso y distante, mientras que en muchas de sus fotografías, Klein es parte de la foto y de la escena, relacionándose con los sujetos.
Apertura de un palacio Pachinko. Tokyo. 1961. Aquí el fotógrafo transmite la noción de coexistencia entre el Japón más ancestral (representado en la imagen por el hombre más próximo a la cámara Leica M, que utiliza una indumentaria clásica así como algunas katanas, y el hombre que toca el tambor a la derecha del todo de la fotografía, y que va también vestido con ropa de la época antigua del país) y el moderno, personificado por el portero » occidentalizado » de la sala Pachinko (juego mecánico que llenaba en aquella época en Japón el nicho equivalente a las máquinas tragaperras en los países occidentales), vestido con camisa blanca y pantalones y corbata negra, la mujer a la izquierda que usa vestido blanco y zapatos occidentales junto con un bolso de moda, y el ciclomotor y la bicicleta en la mitad inferior de la imagen. Cuando William Klein hizo su reportaje en Tokyo, Japón estaba empezando a convertirse en una potencia tecnológica internacional, sobre todo en la fabricación de coches, motos, radios y cámaras fotográficas.
Además, esta imagen concuerda con los principios fundamentales de Fernand Léger ( gran pintor, escultor y cineasta francés, precursor del pop art, que tuvo una gran influencia en William Klein) y su filosofía artística de líneas verticales y horizontales relacionadas, reflejos y brillos.
Ceremonia de pompas de jabón. Tokyo. 1961
Portero de un palacio Pachinko. Tokyo. 1961. Otra imagen que lleva el sello distintivo de Klein, que dispara su cámara a muy pocos centímetros de la cara del hombre, que llena la zona derecha del fotograma y aparece desenfocada, mientras tras él aparece un segundo hombre de espaldas, sobre cuyo hombro izquierdo pueden atisbarse algunos hombres más al fondo a la izquierda. Klein hizo un tiro muy rápido, con una velocidad de obturación muy baja, a pulso, con una cámara Leica M y un objetivo de 28 mm, consiguiendo crear una sensación de movimiento verdaderamente admirable.
William Klein hizo su fabuloso reportaje en Tokyo durante tres meses de intenso trabajo caminando muchos kilómetros todos los días a través de sus calles, con stress permanente y un enorme nivel de esfuerzo, ya que los albores de la década de los sesenta fueron muy convulsos y repletos de perturbación en la capital japonesa, en esos momentos muy hermética y agobiante para cualquier extranjero, por lo que Klein tuvo que sumergirse en un mundo totalmente desconocido para él, con grandes diferencias culturales y protocolos constantes que ralentizaban su producción fotográfica.
Por otra parte, el reportaje y subsiguiente libro » Tokyo «, realizado en 1961 por William Klein, tuvo una enorme repercusión en Japón, y fue la base conceptual en la que se inspiró la revista de culto japonesa Provoke de 1968, cuyas imágenes en blanco y negro favorecían el » Are, Bure, Boke «, es decir, el grano, el desenfoque y el barrido como elementos integrantes y fundamentales del lenguaje fotográfico, algo que habría de influir también notablemente en Daido Moriyama.
Un predicamento en Japón que ha ido en aumento con el paso de los años, hasta el punto de que en 2014, la editorial japonesa Akio Nagasawa Publishing creó una nueva y muy lujosa edición del libro » Tokyo » (1961) de William Klein, con tapa dura, tamaño 26 x 35,5 cm y 200 páginas, con portada diseñada por el propio fotógrafo.
Bolsa de Tokyo. 1961. En esta imagen, William Klein capta magistralmente la actividad frenética de la Bolsa de Tokyo y el stress que invade a todas las personas que trabajan dentro de ella. En un contexto como éste, todo se hace a máxima velocidad, algo que el fotógrafo acentúa utilizando una velocidad de obturación lenta sabiamente elegida que plasma a muchos de estos hombres como cuerpos trepidados, por lo que la sensación de movimiento es muy visible en la fotografía.
Delirio en Kinhasa (Zaire) el 30 de Octubre de 1974. Muhammad Ali acaba de proclamarse Campeón del Mundo de los Pesos Pesados tras derrotar a Georg Foreman.
Además de ser un fotógrafo de calle y de moda rompedor de moldes, William Klein fue también un director cinematográfico de talla mundial, gran experto en edición y montaje de imégenes de cine y creador de algunos largometrajes de notable relevancia como » Broadway de Noche » (1958, primera película pop, rodada en color con una cámara Arriflex y película de cine Kodachrome de 16 mm, en la que filmó los carteles publicitarios luminosos de Times Square en Nueva York, con cinematografía de alto contraste que daba especial protagonismo a las luces eléctricas parpadeantes).
» Muhammad Ali, El Más Grande » (documental en el que Klein filma muchos momentos clave en la carrera del mítico boxeador entre 1964 y 1974, su época dorada en la que se convirtió en un icono del deporte, con un sentido muy fuerte de independencia y una increíble velocidad de movimientos sobre el cuadrilátero, más propia de un púgil del peso medio, conforme a su famosa frase » flota como una mariposa y pica como una abeja » ) y
» The French » (1981, con diferencia el mejor documental jamás realizado sobre un torneo de tenis, cubriendo el Roland Garrós de dicho año, filmado por William Klein, Nurith Aviv y Yann Lemasson con cámara cinematográfica de 35 mm de tal modo que 41 años después, cualquier observador se siente inmerso en él y nunca se cansa de verlo).
William Klein (visible a la izquierda de la imagen) filmando a John McEnroe con una cámara cinematográfica de 35 mm para su documental » The French » durante el partido de cuartos de final Ivan Lendl-John McEnroe del Torneo de Tenis de Roland Garros el 5 de Junio de 1981, que fue ganado 6-4,6-4, 7-5 por el jugador checo.
Mujeres caminando en la Calle 34. Nueva York. 1955. Imagen de gran impacto, que emana de l ángulo de toma muy bajo, de las líneas convergentes verticales del edificio al fondo, del timing muy preciso al apretar el botón liberador del obturador de la cámara Leica IIIf con montura LTM39 acoplada a un objetivo de 28 mm, con las tres mujeres mirando en distintas direcciones y la velocidad de obturación baja utilizada, que ha dejado las zonas altas frontales de sus abrigos ligeramente desenfocadas, del mismo modo que las construcciones detrás de ellas.
Club Allegro Fortissimo. Paris. 1980.
Imagen mucho más trascendental de lo que pudiera parecer en un principio. Klein fotografía con gran respeto a varias mujeres con sobrepeso, que perciben la importancia que para el fotógrafo tiene sacarlas lo más guapas posibles y elevar su dignidad a la máxima potencia, por lo que se genera una confianza y química mútua que confiere protagonismo al glamour de sus redondeces, en contraposición a los postulados de belleza y perfección que han regido desde los años noventa (época de gran eclosión de top models delgadas) hasta hoy en día. Es decir, William Klein, que siempre fue un adelantado a su tiempo, las más veces contracorriente, se anticipa veinte años a la opción de tendencia de belleza » curvy » que surgió a partir de aproximadamente el año 2010 del siglo XXI, creando una imagen definitoria en la que consigue reforzar enormemente la autoestima de estas mujeres y plasmarlas repletas de glamour y elegancia, orgullosas de sí mismas, en etérea simbiosis con los vapores de la gran bañera que difuminan ténuemente la escena.
Si añadimos a ésto su firme sentido de independencia y su trayectoria como uno de los fotógrafos callejeros más » rebeldes » de la historia, se podrá entender mejor la verdadera esencia tanto de su obra fotográfica como de su personalidad, siempre configuradas por el principio fundamental de que no hay reglas en la creatividad.
Y de modo sorprendente, tras una carrera de casi 70 años como fotógrafo y productor cinematográfico, William Klein siguió disfrutando de la fotografía hasta su muerte el 10 de Septiembre de 2022 en París, tal y como había hecho desde 1954 cuando Alexander Liberman (Director Editorial de la Revista Vogue ) le ofreció unirse a Richard Avedon y Henry Clarke como fotógrafo de plantilla para dicha publicación ilustrada norteamericana de moda
y empezó a hacer fotos en las calles de Nueva York, convirtiendo el baño del hotel en el que estaba viviendo en un cuarto oscuro y lavando las copias fotográficas en la bañera.
Entusiasta de las copias fotográficas de calidad referencial sobre papel baritado, Klein siguió desde el amanecer de su carrera los preceptos en tal ámbito establecidos por Pierre Gasmann ( gran amigo de Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David Seymour Chim, Willy Ronis, Robert Doisneau, etc, y uno de los mejores positivadores de la historia con su famoso laboratorio fotográfico Picto en París desde 1950, diecisiete años después de su llegada a la capital francesa ), con el que William Klein trabajó durante casi treinta años hasta su muerte en 2004.
Fue asimismo un gran experto en edición fotográfica puesta en página, algo que demostró por vez primera con su libro » New York » de 1955, editado en París, que marcó un antes y un después en la historia de los photobooks, creando él mismo la portada, el diseño gráfico, la selección de fotografías, la maquetación, la disposición de los textos que acompañan a las imágenes, etc, creando una especie de libro de autor.
Además, durante los últimos diez años de su vida, William Klein, con la ayuda de su asistente, gran amigo y extraordinario positivador Pierre Louis Denis (un hombre muy importante en la carrera de Klein y autor de muchas de sus copias fotográficas sobre papel baritado Ilford durante el siglo XXI, en las que consiguió una y otra vez una encomiable precisión en los contrastes y profundidad de los negros, tal y como los quería Klein, algo de enorme mérito, porque Klein era un fotógrafo con tremenda cultura visual y nivel de exigencia con sus printistas) intensificó la producción de fotolibros reeditados con nuevas presentaciones, maneras diferentes de configurar las fotos y los textos, y exhibiciones con imágenes suyas por todo el mundo, viviendo la fotografía con máxima intensidad hasta su último aliento.