No, no es un error de 2005 que se ha quedado atascado en tu navegador. La Yashica City 100 existe, está viva, y viene dispuesta a recordarnos que no todo lo que lleves en el bolsillo tiene que tener WhatsApp, Stories y notificaciones que te roben la atención cada cinco minutos. Esta cámara compacta vuelve a lo básico (que no básico del todo, ojo), y lo hace con argumentos tan sencillos como sólidos: 13 megapíxeles, zoom óptico 3x, vídeo en 4K a 60 fps y un tamaño tan reducido que cabe donde quieras. Literal.
Para los escépticos de la era del “todo con el móvil”: sí, hay vida más allá de la cámara del teléfono. Y no, no hace falta hipotecarse para conseguirla. La Yashica City 100 se presenta como esa alternativa directa para quien quiere dar el salto a una cámara real sin complicarse, sin líos técnicos, pero con resultados dignos.
Nuestro análisis en vídeo de la Yashica City 100
¿Qué ofrece la Yashica City 100?
La Yashica City 100 llega equipada con un sensor de 13 megapíxeles. Que sí, que ya sabemos que los móviles van por los 50 o 100 megapíxeles y más IA que un capítulo de Black Mirror, pero no nos desviemos. Aquí no estamos para pixel peeping ni para impresionar en foros de tecnofans. Lo que te ofrece esta cámara es una resolución suficiente para fotos decentes, postales improvisadas o esas instantáneas del día a día que no quieres que se queden perdidas entre mil capturas de pantalla.
Además, viene con un zoom óptico de 3x. Ojo, óptico de verdad, de los de mover la lente, no el recorte digital barato. Y, para rizar el rizo, con una óptica luminosa de f/1.6-2.8 que le da vidilla en situaciones de poca luz. Vamos, que para esas fotos nocturnas o interiores donde tu móvil empieza a patinar, esta Yashica aguanta el tipo mejor de lo que podrías esperar por menos de 200 euros.
Graba vídeo en 4K a 60 fps, lo cual suena impresionante para una cámara pensada para compartir en redes sociales principalmente. Además, la pantalla es abatible, lo que la convierte en un juguete interesante para quienes quieran iniciarse en el noble arte del selfie o del videoblog sin tener que gastar demasiado dinero.
¿Una cámara para principiantes? Sí, pero con estilo
La Yashica City 100 es la típica cámara que podrías regalar a tu sobrino adolescente que empieza a interesarse por la fotografía, o a tu cuñado que se cree influencer pero todavía graba los vídeos en vertical por error. La interfaz es de lo más simple: botón de encendido, disparador, botón de vídeo y modo. No hay complicaciones, no hay menús de 47 pestañas ni submenús ocultos en el infierno de la configuración.
Además, incluye modos automáticos y un modo de prioridad de obturación que, aunque limitado, permite experimentar con la velocidad para empezar a entender cómo congelar o dejar arrastrar el movimiento. No vamos a engañarnos, esto no es una clase magistral de fotografía, pero sí un buen comienzo para los que quieren algo más que apretar un botón y rezar.
La cámara también permite ajustar el perfil de color —con opciones como vívido, natural o blanco y negro de alto contraste— y jugar con parámetros básicos como saturación o nitidez. Un pequeño guiño para quienes quieran ir un paso más allá sin meterse de lleno en el laberinto del modo manual.
Resistente al trote diario
Otro punto a favor de esta Yashica es su construcción. No, no es una todoterreno de las que aguantan caídas desde un quinto piso, pero sí es una cámara bastante robusta para el precio que tiene. Se nota que han pensado en usuarios jóvenes o poco cuidadosos, porque aguanta bien el uso diario sin que tengas que andar con el corazón en un puño cada vez que la sacas de la mochila.
La carga es por USB-C, así que te olvidas de llevar un cargador específico: con el mismo cable del móvil ya vas servido. Y la batería de litio aguanta decentemente para un día de fotos tranquilas, aunque si te emocionas grabando vídeo 4K, prepárate para darle un chute de energía antes de lo esperado.
¿Para quién es esta cámara?
La Yashica City 100 no es la cámara perfecta. No lo pretende. Lo que sí es, sin embargo, es una alternativa divertida, práctica y económica para quienes quieren iniciarse en la fotografía o tener un segundo equipo que no pese ni complique la vida. Ideal para escapadas, para enseñar a los más pequeños o para quienes quieren desconectar de la tiranía de los smartphones sin renunciar a unas fotos decentes.
Y, seamos sinceros: por menos de 200 euros, ¿qué más se puede pedir? Pues que venga con una funda, pero eso ya sería abusar.