¿ Por qué la llamamos «analógica» cuando es justo todo lo contrario?

¿cometemos un error al hablar de fotografía analógica?

¿Porqué le llamamos fotografía «analógica» cuando es, precisamente, todo lo contrario?

No pretendo ser rimbombante, re-dicho, mucho menos, trato de corregir algo que ya esta bastante democratizado;  tampoco quisiera dar una imagen vulnerada de lo que soy. No es mi estilo imponer nada,  y  más, siendo consciente de que puedo ser yo quien esté realmente equivocado. Adoro nuestra lengua y en tal admiración  incluyo a las evoluciones y la vivacidad de nuestra semántica castellana. Una lengua que, como tantas otras, día tras día incorpora nuevos «vocablos» al tiempo que por la falta de uso muchos otros  se van difuminando en el olvido. Tan sólo quiero compartir una reflexión que desde hace muchos años vengo planteándome, probablemente desde que se inició esta vorágine del adjetivo «digital» aplicado a la fotografía. Son muchos años de incomodidad ante lo que considero un error al hablar de fotografía analógica, al menos un error semántico, que no es propio de nuestra lengua castellana , sino que desde el ámbito anglosajón, donde se generó , se ha contagiado a todas las lenguas actuales. De modo que vayamos por partes:

por que lo llaman analógico
¿Es realmente un error llamar analógica a la fotografía tradicional , de carrete o de película química?

Hoy nadie pone en duda que la tierra así como el resto de planetas del sistema solar, órbita en ciclos análogos alrededor del sol; pero a su vez también rota, y lo hace «analógicamente» sobre sí misma. Se trata de trayectos que cíclicamente se repiten infinitamente. En la década de los setenta del pasado siglo, la empresa nipona Casio incorporó al mercado de la horología un nuevo concepto de relojes a los que llamó «digitales» puesto que operaban mediante dígitos. Se trataba de aplicación del termino latino digitalis, el cual, hace referencia a «lo táctil»; es decir, a señalar, a contar con los dedos, digitalmente, del cero al nueve en este caso. Existe una especie de planta llamada digitalis purpurea, cuyas flores , precisamente, se asemejan a la forma de los dedos del hombre. Los relojes digitales competían opuestamente al concepto tradicional del reloj de «calibre analógico», el cual funciona mediante infinitas repeticiones del ciclo del ciclo de 360 grados, efectuado por sus manecillas. Entonces parece que nos quedó a todos bastante clara la diferencia entre un reloj analógico de otro digital.

ccasio F-91. Todo un emblema en la relojería digital.
El F-91W de CASIO es un «histórico» de la relojería digital. Su lectura se hace a través de dígitos numéricos, que van del 0 al 9.

Con la llegada del sensor electrónico al ámbito de la fotografía, a algún espabilado se le ocurrido aplicar el calificativo de «digital» a este nuevo tipo de generar imágenes «fotográficas». Por algún motivo muy fácil de entender, en el cual todos participamos, se extendió el error de hacer un analogía en el mundo de la relojería con el de la imagen fotográfica, denominando así analógico a todo aquello que existía antes de  «lo digital» recién llegado. No sólo en el ámbito fotográfico, también  en la reproducción musical, el  digital sound System conocido como disco compacto (CD) sustituiría al disco de vinilo y a la cinta magnetofónica y estos, por analogía —valga la redundancia del término—  también pasaron a ser interpretados como sistemas de reproducción «analógicos» de sonido .

Cuando se hace alusión a  los anales de la historia, de la humanidad, etcétera, se pone de manifiesto la conexión teórica con los primeros años de un encadenamientos de  centenas y milenios de «ciclos anuales», esto es, de un tiempo muy lejano e indeterminado que nos remite a los orígenes de «algo»; de acontecimientos que empezaron a incorporarse a la medición de un tiempo al que podríamos calificar de «copernicano», es decir: por ciclos; así se estableció el concepto de año (de ahí viene anal : analógico), los 365 días que transcurren en el ciclo orbital de nuestro planeta alrededor del sol. Por tanto, el origen del concepto «analógico» hay que localizarlo en referencia al ciclo del  llamado «año solar» como patrón de medida, el cual, se reitera, generando el contenido de la historia lineal que todos compartimos. 

Clasico Reloj Wittnauer de los 40.
ReLoj de calibre analógico Wittnauer de 1940. Sus manecillas repiten ininterrumpidamente el mismo ciclo de forma análoga..

 Si nos centramos más en los resultados fotográficos, y no tanto en el funcionamiento de los equipos, es fácil entender que dos fotografías extraídas de un mismo negativo; dos imágenes generadas y sometidas a los mismos valores bajo la ampliadora, esto es: a un mismo «diafragmado», a los mismos tiempo de exposición y distancias en la ampliadora y, seguidamente, a las mismas condiciones de temperatura y baño en las cubetas; para luego, ser proyectadas sobre papeles emulsionados, extraídos de un mismo paquete, etcétera: dos fotografías de naturaleza «analógica» diremos que nunca serán iguales, es decir, no son análogas entre sí. En cambio, al referirnos al mosaico formado por los pixels que configuran un sensor digital, del cual, podemos extraer un duplicados, repeticiones completamente clónicas entre sí, en el que los colores básicos se distribuyen en una serie de celdillas organizadas matricialmente; de tal modo, que dos fotografías extraídas de un mismo archivo puedan ser considerar iguales, repeticiones perfectas; y, tan análogas entre sí como lo serían los infinitos ciclos que ejecuta el segundero de un reloj mecánico ( analógico).

Queda bastante claro el por qué lo llamamos analógico cuando es justo lo contrario; el por qué dos imágenes que proceden de un mismo archivo «digital» resultan ser clónicas, como también lo son dos reproducciones musicales en MP3. Sin embargo, si nos paramos a analizar detenidamente y con ayuda de una lupa dos fotografías extraídas de un mismo negativo, veremos que para nada son iguales. Como tampoco dos grabaciones en cassette de un mismo vinilo resultan exactamente iguales, basta que una partícula de polvo se deposite entre los surcos del vinilo y que la aguja la detecte para que cada versión grabada o escuchada sea «original». Según esto, tanto el vinilo como la manipulación de un negativo, los realizamos táctilmente, con nuestras manos y dedos (digitalis), por tanto la lógica nos indica, una vez más, que si algo posee un carácter, una naturaleza «digital» es , precisamente, aquello a lo que nos hemos acostumbrado a declarar como «analógico». Y si algo se merece el calificativo de analógico, es aquello que opera con analogías, con repeticiones exactas, clónicas, similares , como son las órbitas de un planeta o lo giros del segundero de un reloj, y tenemos bien claro que ese resultado de perfección clónica lo proporciona el archivo de una imagen electrónica, aquella a la que erróneamente calificamos como digital. Por tanto se comete un error al hablar de fotografía analógica cuando nos referimos al tipo de fotografía tradicional de carrete o de película.

Reitero que no quiero parecer «exquisito» por no decir «repelente» por  mi opinión personal respecto cómo  deberíamos calificar ,correctamente a ese tipo de hacer fotografías, anteriores a la instauración del sistema «digital». Soy el primero en aceptar que se trata e un termino que ha sido admitido de forma generalizada y consensuada, como pasa con todas y cada una de las palabras que se incorporan  cualquier lengua viva, ls cuales, tras ser inicialmente introducidas en el habla cotidiana tarde o temprano llegan a incorporarse al diccionario oficial. Esta es una razón de peso como para aceptarlo. Lo cual no quita que sienta un especial interés personal en compartir mis reflexiones y justificaciones en torno a un término que pienso que, desde un principio pudo haberse evitado, corregido o mejorado.

Puede generar cierta sensación frustrante, el caso de que el triunfo de un hijo imponga el apellido a su mismo padre; o,  como en el caso de Pablo Ruíz Picasso, quien no sólo se administró como único a su apellido materno sino que anuló cualquier referencia profesional con la figura de su padre, el también pintor don José Ruíz Blasco. Es como aquel viejo chiste  que atribuye a don Quijote la fama de ser el jinete del célebre Rocinante. La fotografía ha sigo genuina desde un principio, y sencillamente, fue denominaba «fotografía». Su evolución ha ido de la mano del desarrollo tecnológico que  ha impuesto una nueva forma de producir unas imágenes fotográficas que han sido calificadas como de naturaleza digital. ¿Por qué motivo tiene que imponerse un adjetivo a la fotografía genuina, cuando, nunca antes lo necesitó? . Cuando no existía el sensor electrónico (digital) a la fotografía de película se le llamaba: fotografía, a secas. Los apellidos entonces eran de otro tipo, tales como fotografía a color, fotografía en blanco y negro —o también llamada monocroma—, fotografía de 35 mm, o «de paso, o formato medio», de gran formato, fotografía de película Polaroid, etcétera. Tuvo que llegar la era digital y meter todo lo anterior en una especie de cajón de sastre bajo el término de fotografía analógica.

Personalmente, ante el error al hablar de fotografía analógica a lo que no lo es, hay un término que me gusta emplear, —no es porque sea el más adecuado, incluso pienso que podría resultar incluso más erróneo que el de “analógica”. Más bien, es por que me resulta hermosa la palabra—. Me refiero a fotografía «arcaica» , un calificativo que empecé a aplicar a raíz de leerlo en el genial ensayo del filosofo y profesor «checo» Vilén Flusser, titulado Hacia una filosofía de la fotografía.

Puestos a hacer «analogías» se puede plantear una analogía bíblica, al hablar entonces de un tipo de Fotografía anterior a la era digital (a.d) y una la Fotografía después de la era digital (d.d). Correspondiendo lo que podrían ser el antiguo y  el nuevo testamento de la actividad fotográfica dentro de una biografía lineal de la misma; tomando como año cero: el nacimiento del primer sensor electrónico digital.

Sin embargo, la conquista más importante que se ha producido en la corta vida de la actividad fotográfica ha sido sin duda la «conquista del color» , el fin perseguido y deseado desde un principio por los fotógrafos. Nos referimos a lo que es la reproducción meramente fotográfica de los colores, sin recurrir  al trampantojo, es decir,  sin colorear los originales en blanco y negro. El logro fotográfico de la reproducción del color fue una verdadera conquista, puesto que no se paro en la la empresa hasta que fue lograda tal conquista en la década de los años cuarenta del siglo pasado. Los otros dos acontecimientos que los historiadores imponen, son: el formato de 35 mm, con la creación de la cámara Leica, que aprovechaba la cinta de película diseñada para los cinematógrafos y el sensor digital; ambos fueron producto de la evolución natural tecnológica. La diferencia es notable: el color resultó una conquista, mientras que las otras dos —35mm y sensor digital— se pueden considerar logros tecnológicos, productos de la evolución técnica.

Tal vez, lo paradójico de todo este planteamiento, sea, que algo llamado «digital» precisamente se vanaglorie de el mínimo uso que requiere de los dedos del operario humano; de tal modo que, cuando menor sea la manipulación «táctil» de los aparatos, mejor se justifica su pertenencia al ámbito de lo llamado «digital». En otras palabras, la proyección tecnológico evolutiva de las cámaras está en una cada vez mayor autonomía de estas respecto al operador humano, por tanto resulta contrario decir que se trata de un sistema digital, término que, recordemos, etimológicamente hace alusión a la utilización de los dedos (digitalis

Y con todo este rollo fotográfico y analógico, me sumo a la familia de Fotografiarte para desearos a todos los lectores un feliz y próspero año 2023, que la pasión por esta grata actividad os lleve a lograr esas tan esperadas, buscadas, deseadas imágenes del mundo con vuestras cámaras, ya sean analógicas o digitales. Yo, por lo pronto, estoy en estas semanas afinando las últimas correcciones, al que será mi próximo libro sobre poética y estética fotográfica, que espero que esté muy pronto a la venta. En «La Musa Precoz: la Fotografía como fenómeno Antropológico» (N.Boronat), hablaré del tema de hoy en profundidad (el error al hablar de fotografía analógica) y de muchas más cosas que espero ayuden al lector a reflexionar, amar y a practicar la fotografía bajo una perspectiva más auténtica y crítica .

¡Feliz 2023, desde la calurosa Baviera !

Munich, a 4 de Enero del 2023

Nani Boronat