«Que una mala noticia no nos arruine una buena foto»

Estoy disfrutando estos días de unas vacaciones obligadas y he aprovechado para disfrutar de alguno de los últimos directos que el comandante de nuestra nave nodriza que es Fotografiarte, Mario Arias, nos ofrece cada martes en su canal de Twitch. Tristemente escribo este artículo, cuando, hace apenas una hora me enteraba por las redes sociales del doble atraco que ha sufrido nuestra tienda de Majadahonda. Así que : ¡¡¡¡¡¡ que una Mala Noticia no nos Arruine una Buena Foto, !!!!!

Quisiera dedicar el artículo a mi reconocimiento  a la labor que Mario y su equipo están haciendo por nuestro gremio, no tanto en su función como vendedor —que es excepcional — sino enfatizando en su instinto como animador y promotor de esta apasionante actividad que es la fotografía. Cualquier video de Mario cuelga en sus redes, por corto que éste sea, nos contagia las ganas  de salir a fotografiar. 

Volviendo al programa de aquel martes 14 de febrero, en el que disfruté enormemente de la cálida conversación que Mario mantuvo con la fotógrafa Anaïs Pascual, cuyo trabajo desconocía hasta la fecha. Reconozco que en las fotografías que pude ver de Anaïs descubrí una extraordinaria obra, en el sentido técnico y estético que entiendo por una buena fotografía. Pero por encima de todo me agradó su actitud como fotógrafo, ese factor algo «abstracto» que, cuando alguien lo tiene lo proyecta en cada una de sus obras sin necesidad de tener que ser justificado con argumentos retóricos ni trampantojos de palabras rimbombantes. Me refiero a ese término indefinible que abarca tantos calificativos como: filosofía, estilo, criterio o sello personal; cuyo principal ingrediente está, se entiende, en pasión por la actividad que realiza así como en el amor que desprende hacia sus modelos que, en el caso de Anaïs, eran los animales, plantas y entornos naturales.

En las fotografía de Anaïs intuimos la alianza que subyace entre retratante y retratada, entre la fotógrafo y la mariposa. Unos sentimientos que venían implícitos en cada una de las fotografías la artista nos mostró. Entiendo que esto pueda sonar excesivamente poético, cursi, incluso de “peloteo” por mi parte. Mi respuesta es:  ¡me importa un bledo!

El  mensaje que propongo  en el artículo de hoy no es otro que  «reconocer y valorar un admirable trabajo humano que viene potenciado por un brillante resultado técnico». He de decir que al día siguiente viví un entrañable rato de felicidad mientras mostraba las fotografías de Anaïs a un crítico de catorce años y gran amante de la naturaleza, como es: mi hijo Marco.

Estamos asistiendo a unos tiempos nublados, grises, que me resisto —contrariamente a lo que muchos empiezan a manifestar— a ver con matiz “apocalíptico”. Como fotógrafo, diría que estamos necesitados de isos altos; necesitados de miradas más bien luminosas; con nuestras pupilas abiertas, al menos en un «dos con ocho»; con unas necesidades de pausar, de relajarnos, de estabilizarnos a nosotros mismos aunque sea con la ayuda de trípode. Todo está cambiando a un ritmo vertiginoso.

Desde mi perspectiva de padre, por momentos, siento que estamos traicionando el futuro de nuestros hijos no viéndonos capaces de asegurar a las generaciones venideras un mundo mínimamente decente. Puede que uno esté demasiado sensible en estos días y pido disculpas por ello; a fin de cuentas, donde resido no queda muy lejos de Ucrania, y no son pocas las personas que conozco de primera mano que han venido a Múnich huyendo de aquel drama. A mis bajos ánimos, se suman las noticias de unos cuantos compañeros de trabajo que proceden de la zona de los terremotos mas recientes en Siria y Turquía, que apenas han logrado contactar con sus familias tras los últimos dramas ocasionados por una naturaleza que intuimos que empieza a estar un poco cansada de nosotros: sus habitantes más privilegiados.

Una de las imágenes que tengo de la tienda de Mario, está, precisamente, en el ambiente familiar de un barrio en el que cada martes y sábado se monta junto a la tienda el mítico «mercadillo de Majadahonda». Cuesta imaginarse que se hayan producido dos atracos de tal envergadura (el segundo afortunadamente frustrado) en tan poco tiempo, en ese micro-paraiso que es el entorno majariego del mercadillo.

¡¡¡¡¡ Vassili esperado con ganas a que comience su programa favorito !!!!!!!

Volviendo al Twitch: disfruté mucho de la calidez  de sus presentadores y de la calidad del contenido del penúltimo programa dedicado especialmente al 90 mm macro de OM-System. Aprendí bastantes cosas que desconocía como fotógrafo (de hecho estoy planteándome arrimarme más a Olympus). También me impresionó el último programa, el cual, por motivos conocidos no pudo emitirse en martes tuviéndose que realizar el miércoles 22 de febrero, en el que fuimos testigos de la entereza y naturalidad con los que Mario mostraba en su compromiso con esta gran familia que formamos todos los fotografinautas. Sin mostrar rencores ni enfados ante los televidentes, con la misma cordialidad atención y disposición de siempre, a pesar de lo ocurrido apenas 48 horas antes. Caballerosamente, Mario Arias, nos dio una lección de lo que es ser un buen empresario y un gran profesional. (Ahí lo dejo)

Volviendo a Anaïs Pascual; intuyo que todos esos insectos, aves y plantas, los cuales acuden a ser fotografiados por ella, no huyen sino que colaboran en esa especie de catarsis que Anaïs genera en sus fotografías. No creo posible obtener resultados tan bellos sin antes provocar una alianza con los modelos.

© Anais Pascual

La evidencia de mi sospecha se confirmó cuando comentó el regalo que por su parte tenía preparado para los tres primeros en adquirir ese noventa milímetros macro, que, en definitiva, era el “objetivo objeto” del programa.  Se trataba de vender un magnífico macro, que además, dadas sus características, no es para nada un objetivo caro —en este punto coincido con nuestro comandante—. Un producto, cuya presentación no podía tener a mejores directores de ceremonia. Pero insisto, la mejor promoción que nos dieron, por encima de la calidad de ese 90 milímetros, fue  la muestra de respeto y complicidad que debemos tener con los modelos a los que retratamos, que el caso concreto de Anaïs era la misma naturaleza en su más amplio sentido. El regalo que ofrecía consistía en algo tan ingenioso y hermoso como un hotel para insectos. Una especie de dúplex —con pensión completa y spa para cualquier criatura del mundo animal—; un bungalow que podemos instalar en nuestra terraza o jardín, además, con servicios fotográficos incluidos. Una de las conclusiones que he sacado de este oficio, es, que es vital que exista sinergia entre retratante y retratado. No se trata, como dice la legendaria expresión que “el modelo debe enamorar a la cámara” : a fin de cuentas, una cámara no es más que un objeto. Lo importante e que tras el visor se sitúe alguien que sea capaz de proyectar la energía necesaria con el modelo y al mismo tiempo recibir de éste lo equivalente.

Pero ojo, no nos engañemos, al igual que hay herramientas adecuadas para cada especialidad fotográfica, también hay fotógrafos cuyo carácter les hace ser adecuados para determinadas especialidades. He conocido a algún que otro corresponsal de guerra, para quienes la coraza que se han visto obligados a construir dista mucho de las condiciones que requiere un fotógrafo de cualquier otra especialidad; esto último, quien está habituado a navegar en aguas hostiles, lo sabe perfectamente. Para retratar a un enemigo solo hay dos opciones: una, mutar psicológicamente para poder compatibilizar con él, la otra, convertirse en un franco tirador. Lejos de entender al oponente, rival o contrario ideológico, el enemigo, siempre es alguien que en cualquier momento puede decidir nuestro destino. Saliendo de estos ejemplos,  por respeto ante todo al oficio en el ámbito bélico, ¿cuántos turistas de Safari, haciendo oídos sordos a los consejos de los guías, han actuado por cuenta propia? dando con la fiera que resultó ser el modelo equivocado, con la leona, gorila o rinoceronte, que, en lugar de posar dócilmente terminó envistiendo a su fotógrafo. Recuerdo a un buen amigo, alguien que nos dejó hace más de una década, quien, participando en algo aparentemente tan cordial como es un concurso de fotografía urbana  (street photography), en la ciudad de Valencia, se encontró en una situación bastante comprometida, cuando, en el intento de  fotografiar a unas personas, uno de aquellos paseantes enfurecido se enfrentó a él arrebatándole el equipo y arrojándolo contra el asfalto. Mi amigo salvó el pellejo pero su Canon quedó hecha trizas. La hostilidad está por todas partes, y no necesariamente hay que asistir a un conflicto armado para verse cara a cara con ella.

En cualquier ciudad del mundo existe gente que nos puede meter en problemas muy serios. La respuesta pudiera estar en buscar un término medio, un equilibrio entre el retratante y retratado. Quién logre entender esto y ponerlo en práctica, trabajando además su propia psicología, su proyección con los demás, el entendimiento entre personas y sin necesidad de palabras, tiene bastante terreno recorrido. Todos los seres vivos somos actores, y quienes carecemos de dotes para la interpretación debemos de esforzarnos por aprender á hacerlo. La amabilidad y la cordialidad en exceso, casi siempre, son un motivo de huida por parte del modelo, y en ocasiones, incluso, una causa de enfrentamiento.

Soy bien consciente de que el argumento del artículo que hoy ofrezco queda algo difuso; de hecho, no hay contenido mas allá de manifestar mi apoyo a esté gran proyecto comercial, social, y cordial que es Fotografiarte; y de cómo un imprevisto de esta naturaleza, un atraco, que comprensiblemente pudiera alterar a nuestros guiones de rutina y nuestros argumentos más cotidianos, no ha sido motivo para que Mario alterase el compromiso que cada semana tiene con esta gran comunidad de amantes de la fotografía.

Mis felicitaciones a las tres nuevas personas propietarias de ese “hotel para insectos”  obsequiado por Anaïs Pascual. Quien sabe qué sorpresas les deparan los futuros inquilinos y lo que podemos aprender de ellos. Por lo pronto, aventurarnos en el pausado, bello e inquietante mundo del micro cosmos fotográfico: eso, ya es un regalo.

Tenía escrito un artículo al que he titulado la cámara: ¿herramienta o instrumento? y, tras improvisar esto que habéis leído, he decidido dejarlo reposar en la nevera hasta una próxima entrega. Como veréis , en título juega con  una célebre frase atribuida a Mark Twain « no dejes que la realidad te arruine una buena historia»En nuestro caso, la realidad, fue un atraco (y el intento frustrado de un segundo en apenas veinticuatro horas), y la buena foto que no han logrado arruinar son: las fuerzas de continuidad, la ilusión, y la energía de esta gran familia que es Fotografiarte !!!

y por favor: ¡ no compréis material que sepáis que ha sido robado!

Múnich 3 de marzo del 2023

Nani Boronat Mas